Un enemigo del pueblo (Ágora), crítica teatral
16 Sep 2018
¿Está todo el mundo preparado para participar del sufragio universal?, ¿se tiene la información suficiente para ello?, ¿se conocen todas las alternativas?, ¿somos realmente libres a la hora de ejercer el derecho al voto?, ¿es legítimo votar pensando más en los intereses propios que en el bien común?, ¿que somos capaces de callar a cambio de la supervivencia propia?.
Henrik Ibsen escribió su obra Un enemigo del pueblo” a final del siglo XIX (1882), en la cual, su protagonista, el Dr. Stockmann, denuncia que la principal fuente de actividad económica, y de ingresos, de su pueblo, concretado en el balneario al que acuden miles de personas, tiene sus aguas contaminadas y es un peligro cierto para la salud; quedando aislado y sólo en la denuncia de ello, enfrentándose a todos sus vecinos. En ese pulso entre la ética, la mentira y sus intereses, el protagonista es derrotado y debe abandonar el pueblo, en una paradoja en la que toma cuerpo una de las citas más célebres del autor: “El hombre más fuerte del mundo es el que está solo”.
“El hombre más fuerte del mundo es el que está sólo”. (Henrik Ibsen)
Àlex Rígola utiliza la idea del texto de Ibsen para plantear un ágora en el espacio de El Pavón Teatro Kamikaze, rompiendo la cuarta pared que supone el límite entre el escenario y la platea, para incentivar el debate sugerido desde unas cuantas frases de los personajes/actores que desarrollan la trama creada por Ibsen, donde Israel juega el papel de Stockmann, Irene es la alcaldesa del pueblo (poder político), Nao y Óscar miembros del periódico local (poder mediático) y Fran, la voz del hombre medio, que representa a la moderada masa, además de ser el presidente de los autónomos de la localidad y presidente de la asociación de propietarios.
Ética Vs Interés Personal es el dilema que se aborda, atravesado con una derivada, polémica, que también forma parte del debate, sobre el sufragio universal, deslizando la sutil pregunta de …¿todo el mundo está capacitado para ejercer el derecho al voto, con sentido crítico suficiente y alejados de sus propios intereses personales o la simple simpatía por los candidatos?, aunque las preguntas a hacerse a continuación sean ¿quién decidiría quien está preparado para votar?, ¿quién, o quienes, expedirían los títulos de votantes capacitados?.
“No es la descomposición del agua. El problema es la descomposición de la sociedad, que se está pudriendo”
Al acomodarnos en nuestras localidades se nos entrega, junto con el programa de mano, dos cartulinas, una verde con la serigrafía de un SI y una roja donde aparece un NO, y a los pocos minutos se nos pide nuestra participación, haciendo uso de esas cartulinas para responder a tres preguntas lanzadas a quemarropa: ¿Creéis en la democracia?, ¿Debería El Pavón Teatro Kamikaze poder decir lo que piensa asumiendo incluso las posibles consecuencias con la Administración?, ¿Estáis dispuestos a terminar ahora mismo la función como acto reivindicativo por la libertad de expresión?. Hasta ahora en todas las funciones, a pesar de que el voto afirmativo fue mayoritario en las dos primeras preguntas, el tercero fue negativo y la función se realizó, aunque en el ensayo general sí fue afirmativa la respuesta a esa tercera pregunta, pero aún hay tiempo, hasta el siete de octubre, para otra respuesta a esa pregunta.
La escenografía, responsabilidad de Max Glaenzel, más que minimalista, es muy austera, pues solo se utiliza un encerado donde aparece pintado un pequeño dibujo descriptivo del pueblo y la ubicación del balneario, dedicando una parte a registrar en él los resultados de las votaciones a las que se invita a participar a los asistentes, convertidos en miembros de la asamblea, mas allá de espectadores. Además de una mesa y varios globos blancos en los cuales aparecen las letras que componen la palabra griega ethiké (ética), atados todos ellos a un soporte, que queda fijado a la mesa gracias al peso de tres garrafas de agua.
“La mayoría nunca tiene razón” (Henrik Ibsen)
El trabajo de los actores (Israel Elejalde, Irene Escolar, Francisco Reyes, Nao Albert y Óscar de la Fuente) es correcto, siendo todos ellos conocidos y sobradamente reputados, aunque en esa ruptura que propone Rígola, de la cuarta pared, poniendo más de sí mismos que de los personajes, hay quien deja ver más de sí que otros. Hubiera sido más que interesante que el anuncio de participación de Willy Toledo se concretara, sobre todo por el rol de reflejo de Stockman que el director y adaptador pensaba hacer entre Elejalde y Toledo, en una dualidad más que estimulante de haber podido ser paladeada.
Muy interesante el planteamiento de Alex Rígola y la complicidad del Kamikaze para llevarlo adelante, si bien el riesgo de convertir al público, con sus propias reflexiones y su participación, en parte de la trama tiene una incidencia en el resultado final, con la gran evocación de que cada función es, y será siempre, distinta.
¿Que precio tiene nuestra ética?
El momento del alegato de Israel, defendiendo los argumentos de Stockman brilla por sí mismo y, quizás, se echa en falta una contrarréplica, al mismo nivel, de alguno de los personajes del texto de Ibsen.
En todo caso, nuestro aplauso para la valiente decisión de haber realizado una propuesta como ésta superando los límites habituales del teatro, aún habiendo aligerado en exceso el original de “Un enemigo del pueblo”. Acudan a ese ágora, participen y voten, porque ¿en usted que predomina, autocensura o libertad?.
Crítica teatral publicada en @elespanolcom el 14/09/2018: https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20180914/enemigo-pueblo/338036198_7.html
El martes 18 estuve a ver la obra y os AVISO, mi decepción fué absoluta, me sentí estafada…. mi consejo, no gasteis 19 o 21€ (el día del espectador) en esto….
El director, Alex Rigola, coje el texto de Ibsen, y basándose en la trama, utiliza tres o cuatro párrafos de él, los saca de contexto y se monta una asamblea en la que dá la palabra y un micro al público y cada cual decide vivir su minuto de gloria como mejor le viene en gana, en definitiva, desvirtúa la obra y la destroza, sales del teatro con una idea de la obra, que nada tiene que ver con lo que Ibsen pretendió transferirnos allá por 1883.
La asamblea derivó en el derecho al voto, en si todos podían votar o no, si estábamos preparados para ir a votar, temas muy interesantes, pero que nada tienen que ver con lo que plantea Ibsen en su obra. Cuando el doctor Stockmann lanza ese alegato sobre el sufragio universal, no esta planteando (fundamentalmente) el poder de las mayorías, sino que no se puede votar sobre algo que es evidente, el agua está envenenada y no se le puede seguir dando a la gente, hay que cerrar el balneario y no hay mas votos ni intereses, se está envenenando a la gente y no se puede seguir asi….. Esto es lo que viene a plantear la obra y no si tienen derecho o no a votar solo los preparados o si también los ignorantes. Curioso que nadie planteara ni siquiera nombrara un tema tan de actualidad como: Navantia y la venta de bombas a Arabia Saudi, muy actual y mucho mas cercano a lo que nos planteó Ibsen allá por 1883.
Curioso también que los actores no actúen cuando se le ha dado la palabra a la gente y las cosas están yendo por derroteros muy distintos a los que pretendía el autor de la obra; claro que me temo que los derroteros por los que derivó la asamblea, son los que pretendía el director, ya que queda evidente en las preguntas que el mismo se hace en el programa que nos entregan.
Si conoces la obra, te sientes mal, como el que ha presenciado como un loco, pilla las meninas, le clava un estilete y las rasga de arriba abajo, a medida que van pasando las horas y lo masticas mejor, lo que sientes es cabreo y sentimiento de que te han tomado el pelo. Y…. lo peor, es que piensas en esa gente que no conoce la obra y que sale del teatro con una idea totalmente desvirtuada de lo que Ibsen nos planteo en su día.
Los críticos hablan de una deconstrucción de la obra, al estilo Ferran Adriá, pero eso es mucho decir, Adriá cuando hace una deconstruccion de una tortilla de patatas, te la sirve en una copa y es líquida, se parece poco, te gustará más o menos, pero lleva huevos y patatas y sabe a tortilla de patata, pero esta tortilla se ha hecho con huevina en polvo y la patata brilla por su ausencia.
Se que los «intelectuales» me van a llamar antigua, retrógrada y muchas cosas más; si leeis las críticas de los diferentes medios de comunicación, os hablaran maravillas de esta versión “libre” de la obra. No estoy en contra de la innovacción, tampoco en contra de la libertad de expresión, pero entiendo que si tu utilizas una obra de arte para actualizarla, puedes hacerlo, pero no cambiar el sentido de la obra.
Desde que vi por primera vez hace muchísimos años dentro de un programa llamado «Estudio 1» que emitía obras de teatro en la única televisión en blanco y negro franquista que por entonces había, he visto multitud de versiones de esta obra, algunas muy libres, pero buenas, esto que vi la otra noche, no era la obra de Ibsen versionada modernamente.
Entiendo que el director quiera llevar a la gente a hacerse las preguntas que plantea en el programa, pero para ello que haga un guión al respecto y que
lo plasme en un teatro, con experimento de asamblea incluido, pero que no sea tan oportunista de utilizar el nombre de esta obra y su autor para hacer lo que el quería. Esto me pareció fusilar la obra.
En definitiva, creo que el título de la obra y el autor, además de la trama y el texto sobre el sufragio universal que se marca Israel Elejeta, son solo la excusa para atraer gente que, pagando, le hace la obra a este señor y le sirve a él para hacer sus experimentos…. por mi parte puede bajar ya el
telón, xq cada vez que lea su nombre: Alex Rigola, lo tachare de mi lista.
Muchas gracias, Carmen, por ru opinión y participación en http://www.traslasmascara.com al hilo de la crítica teatral escrita por mí sobre «Un enemigo del pueblo (Ágora)», en versión de Àlex Rígola sobre el texto original de Ibsen.
El hecho de que esa opinión quede expresada en esta web cumple uno los objetivos para lo que se planteó: canalizar y dar un soporte a la opinión, y la palabra, de todos quienes llegan hasta una sala teatral para disfrutar de las propuestas que se realizan sobre la escena.
Mi opinión escrita está, y comparto con usted algunas de las cuestiones que reseña: el excesivo aligeramiento que se realiza de la trama original y la metáfora que la realidad nos brinda del planteamiento friccionado de la obra, a través del caso de la venta de armas a Arabia Saudi y el pedido de cinco fragatas, al mismo país, por parte de Navantía, lo cual comenté con mis acompañantes al finalizar la representación a la que asistí.
Le reitero mi agradecimiento por participar aquí con su opinión.
Saludos.
Me sentí estafada. Mi objetivo era ir a ver una obra de teatro cuando me vi inmersa en un debate entre el público y los actores. Me gusta saber qué compro y desde luego mi idea no era ir a debatir. Entiendo que la apuesta es hacer una obra interactiva pero una cosa es interactivo y otra que sea el público quien con sus opiniones rellene el tiempo de la obra. Además el debate dejaba mucho que desear. Entiendo que para un público adolescente puede ser interesante pero no para adultos que lo habitual es que se hayan planteado estas cuestiones en múltiples ocasiones. Además gasté 25€ por entrada, cuando la obra no lo justifica ni en escenografía ni en vestuario. Una decepción absoluta. Ademas
Muchas gracias, Irene, por su opinión y participación en https://www.traslamascara.com al hilo de la crítica teatral escrita por mí sobre «Un enemigo del pueblo (Ágora)», en versión de Àlex Rígola sobre el texto original de Ibsen.
El hecho de que esa opinión quede expresada en esta web cumple uno los objetivos para lo que se planteó: canalizar y dar un soporte a la opinión, y la palabra, de todos quienes llegan hasta una sala teatral para disfrutar de las propuestas que se realizan sobre la escena.
Mi opinión escrita está, y comparto con usted algunas de las cuestiones que reseña, especialmente el excesivo aligeramiento que se realiza de la trama original.
Le reitero mi agradecimiento por participar aquí con su opinión.
Saludos.
Si tuviese que definir lo que vi en la obra con un frase sería la siguiente: EXCUSA PARA QUE ISRAEL ELEJALDE DÉ UN MITIN POLÍTICO.
La obra empieza planteando al público una serie de preguntas a las que tienen que responder con un SÍ o con un NO. De esas respuestas (cuyo resultado va a ser más que obvio por la forma en la que están orientadas) extraen unas conclusiones sesgadas e infantiles. Esas conclusiones dan lugar a un mitin político de Israel Elejalde que precede a un supuesto debate con el público. Digo «supuesto» porque como suele suceder en este tipo de ambientes, el debate se reduce a comentarios bastante planos de personas que quieren tener su minuto de gloria. A estos comentarios responde Elejalde haciendo de Elejalde.
En definitiva, pagas 20 euros por ver una sobremesa de amigos en las que las ideas que se proponen a debate no pasan de ahí, de una sobremesa de una cena familiar. Mientras, Elejalde sienta cátedra. Acudí a esta obra llamado por las buenas críticas que había leído en los medios y porque «El Público» de Rigola me encantó, pero esto es una estafa, vaya.
Muchas gracias, Luis, por su opinión y participación en https://www.traslamascara.com al hilo de la crítica teatral escrita por mí sobre «Un enemigo del pueblo (Ágora)», en versión de Àlex Rígola sobre el texto original de Ibsen.
El hecho de que esa opinión quede expresada en esta web cumple uno los objetivos para lo que se planteó: canalizar y dar un soporte a la opinión, y la palabra, de todos quienes llegan hasta una sala teatral para disfrutar de las propuestas que se realizan sobre la escena.
Mi opinión escrita está, y comparto con usted algunas de las cuestiones que reseña.
Le reitero mi agradecimiento por participar aquí con su opinión.
Saludos.
La obra de Ibsen es muy interesante. Yo la vi en televisión protagonizada por Bódalo. Puede ser vista como una muestra de los defectos de la democracia, que es el mejor de los sistemas, por lo menos de los conocidos, pero que también tiene sus fallos. Nada es perfecto, el ser humano tampoco, y por lo tanto cualquier sistema es y será imperfecto. La perfección no existe, o es inalcanzable. Se trata de buscar lo mejor dentro de lo posible.
Muchas gracias, Luis, por su comentario y participación en https://www.traslamascara.com al hilo de la critica teatral publicada sobre «Un enemigo del pueblo (Ágora)». Coincido con usted en su argumento de que nada es perfecto, en cualquier caso se trata de una obra muy interesante que incita a la reflexión. Esperamos seguir contando con sus visitas en este espacio web, así como con sus aportaciones. Saludos.