Turistas, crítica teatral
19 Sep 2021
Cada época deja la huella de su paso por la historia del mundo en la pseudorealidad que se recrea en los escenarios de los teatros, así sucedió con la pérdida de los restos del imperio español entre el final del siglo XIX y el inicio del XX, la gran crisis mundial implosionada alrededor de 1929, la dura posguerra de los años 40’s y 50’s del siglo pasado o el nuevo tiempo abierto a partir del mayo de 1968.
“¿Quieres hacer el favor de cambiar esa cara y disfrutar?”
En la actualidad de los temas que dominan los relatos que llegan hasta la programación de los teatros, dos de ellos destacan, por un lado el empoderamiento de la mujer y su legítima reivindicación de la igualdad en derechos, y obligaciones, respecto al hombre; y por otro la gran crisis social que representa hoy la inmigración, con certeza el gran dilema de nuestro mundo contemporáneo, que obliga a conjugar a la vez dos evidencias necesarias, por un lado la solidaridad respecto cualquier ser humano y sus necesidades, y por otro la sostenibilidad de los sistemas sobre los que está construido nuestro mundo y sus sociedades, con recursos finitos y limitados.
“Si no miras, no existe”
La programación teatral de la temporada 2021/2022 del Teatro Fernán Gómez se inicia con “Turistas”, obra de la dramaturgia de Marina Seresesky quien compone una propuesta teatral a partir de la paradoja de una pareja de veraneantes que llegan hasta una playa solitaria de la costa española, donde está prohibido acampar, para disfrutar de “sus únicos catorce días de vacaciones”, pero su legitimo derecho quedará enfrentado al fatídico final de Amina, una inmigrante africana, cuyo cuerpo, ahogado, será devuelto por el mar a esa playa tantas veces como sea alejado de la orilla.
El punto desencadenante del argumento creado por Seresesky ha aparecido en decenas de programas informativos de televisiones y radios, e incluso muchos de nosotros hemos podido experimentar esa paradójica sensación, entre realidad e irrealidad, que supone una playa en época de vacaciones hasta la que llega una patera llena de inmigrantes en busca de sus legítimos sueños o un barco de salvamento marítimo tras rescatar a varios de ellos. Desde el punto de vista del texto se echa en falta una evolución de la historia hasta su metafórico desenlace, más allá de la reiteración, desde diferentes situaciones, de la paradoja inicial.
“¡Ey! …a disfrutar de nuestras vacaciones, de nuestros únicos catorce días de vacaciones”
Chani Martín (Braulio) y Pepa Zaragoza (Mari Carmen) interpretan al matrimonio protagonista, con eficacia, vemos la fatiga en su relación y su empeño en, a pesar de todo, agarrarse al ideal de pareja que nunca llegaron a ser, ni siquiera en aquel crucero tras su boda, anhelos hundidos en la orilla de la cotidianidad de cada día, ella como cocinera en un colegio y él como oficinista autoengañado en un ascenso que nunca llegará.
Hay alguna sonrisa, e incluso risotadas por parte del público, pero lo que sucede es un drama, triste en su forma y en su fondo, la paradoja empleada condiciona el desarrollo e incluso un cierto aire cutre o casposo parece haber sido intencionada elección (de lo que es eficaz alegoría el estado de la nevera portátil que se utiliza), tanto en la escenografía, diseñada por Vanessa Hernández Trigueros, protagonizada por una caravana de camping, como en el vestuario de los protagonistas, creado por Guadalupe Valero. La dirección de Alvaro Lavín declina el juego de la reiteración propuesto por la autora.
“Lo nuestro no es el horizonte …nosotros somos más de mirarnos a la cara”
¿Tenemos el derecho a ser felices a pesar del dolor ajeno? es una pregunta que aparece en el programa de mano, matizada por otra a continuación que dice ¿acaso no tenemos derecho a una vida tranquila y placentera aunque haya una guerra librándose en alguna parte del planeta?. ¿El ser humano debe desarrollar la capacidad de concentrarse en sus propias cuitas a pesar de lo que suceda alrededor?. El teatro siempre planteó más preguntas que respuestas, esa es su función empírica desde que el mundo es mundo, y las grandes tragedias grecolatinas que se siguen representando, más de veinticinco siglos después de haber sido escritas, son una buena prueba, atemporal, de ello.
“Turistas” permanecerá en el Teatro Fernández Gómez hasta el 10 de octubre.