Trágala, trágala…
19 Abr 2015
Nuestra historia, como todas, es circular y tiende a repetirse; los vicios, los defectos …y también las virtudes, de las españoles de hace doscientos años, son los mismos de hoy, la lucha por el poder, el absolutismo de quien lo ejerce, el egoísmo, la soberbia, la corrupción, los bajos deseos, la lucha por progresar en la escala social, la religión mezclada con la política, la ambición, la desidia, los engaños, la sumisión, el despotismo, etc…
En esta España de 2015 se sucede el espectáculo de un exministro de Economía y Hacienda detenido por fraude fiscal, de un presidente autonómico durante veintitrés como confeso evasor fiscal, de otros dos presidentes autonómicos imputados dentro del fraude de los ERE’s o que el partido político que sustenta al gobierno actual, con mayoría absoluta, esté señalado por un juez como beneficiario de donaciones por encima del límite que marca el delito fiscal. Todo ello enmarcado dentro de una monarquía que vivió hace unos meses un proceso de abdicación, entre padre e hijo, con unas causas concretas, que hubiera sido difícil de imaginar hace muy poco tiempo.
El autor de “Trágala, Trágala”, Iñigo Ramírez de Haro habla en su obra de todo lo sucede hoy en esta España nuestra, a través de la trama, basada en hechos históricos, que protagoniza un redivivo Fernando VII, quien irrumpe en escena desde las profundidades del llamado, hasta 1849, Teatro del Príncipe, solicitando hablar con el descendiente Borbón que ocupa el trono en estos tiempos, a partir de ahí el escenario es compartido por personajes de ambas épocas, desde Carlos IV a un psicoanalista argentino, hasta ese momento espectador; desde la Reina María Luisa a la Reina Leticia, en el papel que más disfruta –el de presentadora de TV- ; desde Godoy a Pablo Iglesias; sin olvidarnos del general Riego, de la Reina María Cristina, de Goya, etc… ¡el esperpento está servido!.
Es de agradecer que un espectáculo como éste se programe en el Teatro Español, el planteamiento es original, con una gran dosis de crítica política y social, cuya mejor expresión la pronuncia el personaje de Fernando VII, perfectamente recreado por el buen, espléndido y natural trabajo de Fernando Albizu, cuando dice: “España no es una tragedia, sino un sainete”.
Este “sainete musical” bien dirigido por Juan Ramos Toro (YLLANA), con temas compuestos por “Ron Lalá”, encuentra sus elementos de continuidad en los personajes del “tanatista” argentino, interpretado por Luis Mottola, psicoanalizando al protagonista de la obra, y en el personaje de la reportera televisiva, viajando ágilmente de un siglo a otro, más que correctamente interpretado por Ana Cerdeiriña, por momentos con ciertos tics algo rígidos, lo cual puede obedecer al adecuado reflejo del propio personaje que representa, cuya imagen está muy bien construida.
El movimiento de escena resulta algo pesado, aunque el buen trabajo en la iluminación ayuda a un mejor resultado del conjunto.
De entre las interpretaciones destaco el muy buen trabajo de Balbino Lacosta, divertidísimo en su recreación de la Reina María Luisa y acertado en los otros tres papeles que interpreta (Inquisidor Mier, Fray Juan y Saperes) y saxofonista en el último número musical de la obra. El trabajo coral de todo el elenco es notable, con varios personajes interpretados también por parte de Joshean Mauleón, Manuel Maestro, Ramón Merlo y Paula Iwasaki, además del correcto trabajo de Jorge Machín, como “el regidor”. Todos los intérpretes tiene oportunidad de protagonizar algún tema musical, resolviéndolo de forma favorable.
En una parte de la obra Fernando Albizu, en la piel de Fernando VII, se dirige al público y le pregunta si son felices, esperando encontrar quejas sobre la situación pero no, los interpelados dicen ser felices …¡de todo tiene que haber!. Obra que no evita la polémica, más bien la busca, y su mérito es que lo hace desde la comicidad, hasta el escarnio, como Goya en sus “pinturas negras”.
Más allá del punto final del esperpento imaginamos la conversación, quizás tras una cena familiar, entre el autor de este texto y su cuñada, Esperanza Aguirre, para la que algunos de los gags utilizados no serán de su gusto, mientras que Iñigo Ramírez de Haro podría volver al tema de su cese diplomático, por parte del ministro Margallo: «Mi destitución es como entrar de lleno en la trama de mi obra ‘Trágala, Trágala’, estrenada en el Teatro Español de Madrid. Dice en ella Fernando VII: ‘La Inquisición es el estado permanente de los españoles hasta hoy. Al que piensa distinto hay que exterminarlo, tal vez ya no a fuego, que desgraciadamente ya no se lleva, aunque todo se andará, pero sí eliminándolo de la vida social’”.
Y así nos fuimos todos al final de la obra, tarareando “trágala, trágala…perro», trágala, trágala….