Tito Andrónico, crítica teatral

30 Ene 2021

Tito Andrónico, crítica teatralUn joven William Shakespeare, cuando aún no había cumplido los treinta años, escribió su primera gran tragedia envuelta en una orgía de sangre y venganza, alrededor del personaje ficticio del general Tito Andrónico, quien, tras diez largos años, vuelve a Roma victorioso tras su última gran batalla, habiendo hecho prisionera a la gran reina goda Tamora junto con su prole.

¡Ave, Roma!, Tito Andrónico regresa victorioso…

En agradecimiento a los dioses, les rinde ofrenda con el sacrificio del mayor de los vástagos de Tamora y a partir de ahí se suceden unos hechos, en giros y requiebros de la historia, en los que la barbarie de unos, retroalimentará la de los otros, siendo la justificación para un festival gore‘ en el que joven Shakespeare coincide en sus formas y planteamiento con otros jóvenes creadores nacidos varios siglos después que él, como Quentin Tarantino en el cine hollywoodiense, o Alex de la Iglesia en nuestra industria cinematográfica más ‘cañí.Aaron

En Tito Andrónico, Shakespeare deja ver algunas de las claves que, posteriormente, desarrollará en otras tramas, como en Macbeth o Ricardo III, donde la lucha por el poder se convierte en foco principal; construyendo en Tamora el embrión que años después germinará en Lady Macbeth.

«¡Jamás pensé que llegaría el día en que sería ultrajado por mis propios hijos!»

Pero, sin duda, en las tragedias posteriores escritas por el Bardo de Avón la violencia no alcanza los niveles descritos en Tito Andrónico, donde, por momentos, parece recrearse con saña y una dureza casi inhumana, que, paradójicamente, revela en ella la infinita capacidad del ser humano para generar dolor a sus congéneres.

cartelLa compañía Teatro del Noctámbulo, creada en 1994 por Leandro Rey y José Vicente Moirón, pone en marcha el ambicioso proyecto de recrear la primera de las grandes tragedias de Shakespaeare, en una versión de Nando López que mantiene la estructura básica de la trama, aún prescindiendo de algunos personajes, sin evitar todos los detalles de la crudeza que su autor incluye en el original. Esta obra fue selecionada para clausurar el 65º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, donde pudo ser representada sobre las piedras milenarias de su espectacular anfiteatro.

Ahora, este Tito Andrónico, llega a a la Sala Roja de los Teatros del Canal, de Madrid, del 27 al 31 de enero, de forma justa y apropiada. El esfuerzo de la propuesta, y de toda la compañía, lo merece.

“¿Cuándo terminará esta horrible pesadilla?”

El espectáculo se extiende durante 2 horas y 45 minutos, incluyendo un descanso, que sirve para acotar dos aproximaciones sutilmente matizadas en cada una de sus partes. En la primera el enfoque a los personajes y la trama es más clásico, más allá de que el vestuario diseñado por Rafael Garrigós sea propio del siglo XX o se empleen pistolas (algo que evidentemente sucede en ambas partes), antes del descanso vemos a un Tito Andrónico en el que su deseo por disfrutar de la tranquilidad, tras años de campañas militares lejos de su casa, es la prioridad, intentando conciliar intereses ante unos hechos que le irán superando, mientras que en el segunda parte, se opta por una forma teatral más propia del teatro contemporáneo, con un Tito ya alienado, presa del dolor y la sed de venganza que llevan a su interprete a unos giros, quizás excesivos, con alguna carcajada de más, mientras la orgía de sangre continua en su estallido, con el sonido de fondo de una melodía siciliana que conecta, acertadamente, nuestra mente con las historias de la Mafia.

el festín

Antonio C. Guijosa realiza un correcto trabajo desde la dirección, aportando un juego visual con cada una de las víctimas que en la trama son, quienes al morir escapan de sus cuerpos, escenificados por algunas de sus ropas caídas sobre el suelo, mientras vemos a sus almas abandonar el escenario, un momento después de untar sus rostros en sangre.

“¡No habrá tiempo para el perdón!”

Tito Andrónico, crítica teatral

La puesta en escena, responsabilidad de Juan Sebastián Dominguez, es acertada, muy ligera, con gran movilidad y efectista, a través de unas plataformas cuyo resultado debió ser aún más convincente en el impresionante escenario del Teatro Romano de Mérida. Muy buena aportación de Carlos Cremades en la iluminación, con especial mención para la escena en la que Lavinia vaga sin rumbo fijo tras su violación y mutilaciones por parte de Quirón y Demetrio. Buen trabajo de Pepa Casado en el maquillaje y acertada composición musical de Antoni M. March.

Tito Andrónico, crítica teatralDiez actores componen el elenco, destacando el trabajo de José Vicente Moirón, más allá de lo ya comentado en la parte del desenlace de la propuesta, junto a él, Carmen Mayordomo compone una convincente Tamora. Alberto Barahona brilla en su composición de Lucio, al igual que Guillermo Serrano recreando al vil Aaron. Gabriel Moreno compone un Saturnino en el que la afonía de su voz tiene un efecto. Alberto Lucero, José F. Ramos, Quino Díez, Lucía Fuengallego y Jorge Machín completan un correcto desempeño actoral coral.

Lavinia“¡No culpes a la víctima por la crueldad de sus verdugos!”

Interesante aproximación a una obra de Shakespeare, no demasiado representada, que consigue momentos de gran brillantez, con otros de mayor irregularidad. A destacar la valentía de Teatro del Noctámbulo al poner en pie este proyecto, aún sobrando alguna carcajada de más dentro de esta borrachera de sangre y venganza, que enmarca las consecuencias del odio, rencor y venganza en las relaciones entre seres humanos, que hoy, veinticinco siglos después, siguen vigentes aunque sus formas no sean tan ‘gores, pero sí sus consecuencias.

 

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