Silencio, crítica teatral
23 Ene 2022
Juan Mayorga fue elegido miembro de la Real Academia Española el 12 de abril de 2018, para ocupar el sillón “M mayúscula” vacante tras al fallecimiento del poeta Carlos Bousuño, y el 19 de mayo de 2019 tuvo lugar su discurso de ingreso, titulado “Silencio”.
“Señoras y señores: la situación es teatral…”
Ahora, algo más de dos años después, se estrena la versión teatral de ese discurso, dando forma a lo que hubiera sido el deseo en origen del dramaturgo, cual era que un actor o una actriz, hubieran interpretado sus palabras en aquel acto.
Las palabras del autor tienen por objeto el teatro y que mejor que un interprete profesional compartiese la forma que fueron elegidas y ordenadas, para hacerlas llegar a la audiencia compuesta del resto académicos, autoridades y público en general.
“En el teatro el silencio se pronuncia…”
El ponente de este discurso se hace presente en la sala del Teatro Español, a través del pasillo que divide el patio de butacas, a donde accede desde el hall, donde se ha hecho visible para los últimos espectadores que llegan cerca del límite de la hora prevista.
Blanca Portillo, “ocho años, cinco meses y diecisiete días” después, plazo cuya duración será repetido en varias ocasiones, a modo de sutil reproche (o quizás no tanto), expresará las palabras creadas por Mayorga para un acto tan especial como el de su incorporación a la RAE, pero para hacerlo huirá, acertadamente, del intento de recreación física del dramaturgo, creando un personaje libérrimo, alejado de cualquier tentativa de réplica del original, dando paso a la fase mayor carga filosófica, lo cual en el caso del autor de “El chico de la última fila” o “La lengua en pedazos” no es poca cosa, con abundante uso de las metáforas y las paradojas, con el ripio, emocionante, de convertir las matemáticas, y las ciencias exactas, en territorio de las letras, y de éstas en el campo de las ciencias.
“El texto sabe cosas que el autor desconoce”
Es en esa fase cuando la contención de Blanca Portillo para recrear al personaje ideado, no se dará un respiro, tono de voz masculino, gesticulación magnífica, expresión del lenguaje de sus manos y guiño “chaplinisco” a la colocación de sus pies en apertura a ciento cincuenta grados. Sencillamente magnífica la interprete que tantas veces nos ha emocionado, especialmente en “El testamento de María”.
Una acertada escenografía de Elisa Sanz, también responsable del vestuario, recrea el salón de actos de Real Academia Española, utilizando como elemento prioritario la geometría de limpias lineas que dan profundidad de campo. Adecuadas aportaciones de Pedro Yagüe en la iluminación y Manu Solís en el espacio sonoro.
“Enfermo de teatro, vivo pendiente de lo que las personas hacen con las palabras”
En el último tercio de la propuesta Blanca Portillo aporta ejemplos del uso del silencio, como perfecto complemento de la palabra, y su énfasis, en el teatro, escenificando escenas de “Antígona”, “La casa de Bernarda Alba”, “La vida es sueño”, “El jardín de los cerezos”, “Woyzek”, “Tres Hermanas” o “Hamlet”, pero para entonces la recreación de la interprete para pronunciar el discurso de ingreso del dramaturgo en la RAE se ha ido disolviendo y el tono de voz de la actriz es el suyo propio, despojándose de las vestimentas de aquel, concentrada en los distintos personajes escogidos como grandes ejemplos del uso del “silencio” sobre la escena teatral, e incluso la geometría de la escenografía lo deja de ser, en una nueva metáfora empleada.
“El resto es silencio”
Espectáculo mas que interesante el creado por el duo de Juan Mayorga (dramaturgia, además de dirección) y Blanca Portillo (intérprete), acogido de forma excelente por el público quien ovacionó de forma inmediata a la actriz que recogió los aplausos según acabó la propuesta, al menos en la función a la que asistimos, creada a partir de la dualidad entre palabra y silencio, y como éste acentúa la carga dramática de lo que se dice, como bien demuestran dramaturgo y actriz al recrear cuatro minutos treinta y tres segundos de mutismo desde la escena, aunque excepcionalmente enmarcados en gesticulación, muecas e interpretación, en referencia a la obra del compositor musical vanguardista John Cage, en otro guiño paradójico. Propuesta para no perdérsela.