Romancero Gitano, crítica teatral
06 Nov 2018
Ciento veinte años después del nacimiento de Federico García Lorca, el talento de Nuria Espert y Lluis Pascual, se conjugan entre si, con el cobijo del Teatro de la Abadía, para brindar un magnífico homenaje al poeta de Fuente Vaqueros con una personalísima interpretación del “Romancero Gitano”, a través de las emociones que saben desatar entre el público asistente, que solo logra salir de su impacto en el momento en que toda la sala rompe en aplausos, poniéndose en pie, para brindar una ovación de varios minutos, conscientes de asistir a uno de esos momentos mágicos e imborrables, que solo en ocasiones muy excepcionales, suceden sobre las tablas de un escenario.
“La luna vino a la fragua con su polizón de nardos. El niño la mira, mira. El niño la está mirando. En el aire conmovido mueve la luna sus brazos”
Nuria Espert brinda todo un recital de recursos interpretativos, con su voz, con su mirada, con su pasión, con sus matices, con la entonación justa en cada momento, con la expresión de su cuerpo, con una gestualidad a veces contenida, a veces desatada; en ocasiones nos relata, nos habla, intimista; por momentos dialoga con si misma; en otras es Federico quien utiliza su voz, para a continuación ser Doña Rosita, o Yerma, o Mariana Pineda …o la madre de Bodas de Sangre, con absoluta naturalidad y gran brillantez.
Lluis Pascual, director del espectáculo, desviste el escenario de cualquier elemento, entregándolo a la sola presencia de Nuria, que aparece sola junto a una hilera de butacas de teatro, cuatro a un lado, tres al otro, que utiliza como único atrezzo, a veces sentada en alguna de ellas, en ocasiones de pie o apoyada en otras determinadas, componiendo una coreografía de movimientos suaves, etéreos, sutiles … que evocan a veces melancolía, otras ternura y siempre emoción.
«Antonio Torres Heredia, Camborio de dura crin, moreno de verde luna, voz de clavel varonil: ¿Quién te ha quitado la vida cerca del Guadalquivir?»
Pascal Mérat ilumina de forma tenue, y con total delicadeza, la escena, dando protagonismo tanto a la luz, como a las sombras; con Roc Mateu contribuyendo desde el espacio sonoro a que toda la atención del espectador se concentre, únicamente, en las palabras que brotan de Nuria Espert, con el aliento surgido desde el rasgado de unas cuerdas de guitarra o el sonar de unos cascabeles.
Lorca gustaba de compartir sus poemas, bien entre amigos o al público en general, y Nuria Espert retoma esa idea para brindarnos un recital como éste, a base de la poesía de Federico, utilizando, incluso las anotaciones, escritas por éste, a modo de introducción, en cada uno de sus poemas, lo cual otorga un toque aún más intimista, enriquecidas por anécdotas personales de Nuria que incluyen el recuerdo de la primera vez que recitó la obra del poeta granadino, con, solo, ocho años o como cuando nos comparte la huella en su memoria de cuando recitaba junto con Rafael Alberti los versos del «Romance Sonámbulo”, recorriendo España de extremo a extremo, tras el exilio de éste, para siempre preguntarse al finalizar …¿que es lo que pasa en este romance?, cuestión que tiempo después le confesaría que le llegó a producir insomnio en más de alguna noche calurosa del verano.
“Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento, dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca.”
La propuesta de Nuria Espert y Lluis Pascual supera la idea de un formidable recital poético a base de los versos de Lorca, logrando que sea el propio Federico quien nos hable, con su palabra desnuda, entablando un diálogo con cada uno de nosotros, con todos y cada uno de los espectadores, haciendo saltar las emociones, deleitándonos con la asombrosa maestría de Nuria, construyendo un imborrable recuerdo. Más que recomendable, imprescindible.
Crítica teatral publicada en @elespanolcom el 07/11/2018: https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20181107/romancero-gitano/351284870_7.html