Reforma extemporánea
03 Sep 2015
Mariano Rajoy, presidente del gobierno de España con una mayoría absoluta nunca conocida en la historia democrática de España, recurre a una reforma del Tribunal Constitucional, para dotar a éste de capacidades ejecutivas para exigir y velar el cumplimiento de sus propias sentencias, en un movimiento, ‘ad hoc’, totalmente indisimulado en relación al Sr. Mas y lo que pueda ocurrir en las próximas semanas. Es una nueva fuga para evitar sus propias responsabilidades.
Escapismo es lo que persigue el gobierno del PP con esta reforma y que la legalidad actúe a través de otros. Nada hacía necesaria esta reforma, ya que en nuestro actual marco jurídico y constitucional no hay vacíos legales que limiten la Gobierno su capacidad sobre lo que hacer para preservar el interés general y el bien común, basta con afrontar con responsabilidad las decisiones que se entiendan adecuadas, lo que ocurre es que hay gobernantes que no están dispuestos a gobernar.
El fondo de lo hecho es grave, fundamentalmente por el mensaje que se traslada a los ciudadanos de legislar de forma coyuntural, según el interés del “Poder” en cada momento. El máximo órgano del poder judicial, el Tribunal Constitucional y las normas que regulan su funcionamiento, como máximo exponente de la necesaria división de poderes, deberían estar a salvo de las manipulaciones partidarias de la política en el corto plazo. La Constitución Española dota de herramientas eficaces a la acción de gobierno, otra cosa es parapetarse tras normas, ya excesivas en nuestra ordenación, para que ejecuten otros.
Incluso dentro del propio Tribunal Constitucional hay voces discordantes sobre el papel que, el gobierno del PP, amparado en su mayoría absoluta, a pocos meses de finalizar la legislatura, quiere dotarle y podríamos asistir a una situación kafkiana por la que el propio Tribunal Constitucional tuviera que discernir sobre la constitucionalidad de una norma para modificar su propio status.
El fondo de la reforma perseguida ya es controvertido, con toda la oposición parlamentaria oponiéndose a ello, pero también las formas se han perdido, presentándose el planteamiento al límite del plazo legal para que puede ser tratada en el Parlamento para que esté en vigor antes del 27-S y dándose la triste circunstancia de que el presidente del Congreso, Jesús Posada, no lo haya sometido a la Junta de Portavoces, como siempre se ha hecho con propuestas de este calado, sino autorizando su trámite personalmente, con lo que se convierte en el primer Presidente del Congreso que toma una decisión cómo ésta en la historia de las diez legislaturas desde la reinstauración de la democracia española. Otra cosa no, pero bien mandado sí.
Los hechos están ahí, se trata de una reforma extemporánea en su fondo y en su forma. Un nuevo síntoma de una forma de entender la política, y abusar, hasta el último momento, de la mayoría absoluta popular de 2011.