¿Qué se esconde tras la puerta?, crítica teatral
02 Abr 2017
Nada mejor que celebrar el día internacional del teatro, disfrutando de una pieza teatral, en una sala absolutamente llena de espectadores.
El Instituto Internacional del Teatro instauró el 27 de marzo como Día Mundial del Teatro en 1961 y en su primera celebración, en 1962, coincidiendo con la inauguración del Teatro de las Naciones de París, Jean Cocteau, componente de la Academia francesa y miembro honorario del Instituto Nacional de Artes y de Letras de New York, fué el encargado del mensaje en esa primera ocasión, rol en el que luego le han sucedido Arthur Miller, Pablo Neruda, Richard Burton, Antonio Gala, Dario Fo, John Malkovich y otros tantos, hasta Isabelle Huppert este mismo año.
Nada mejor que celebrar el Día Mundial del Teatro, disfrutando de una pieza, en una sala absolutamente llena de espectadores, y esto es lo que sucedió en la conmemoración de éste 2017, en el Teatro del Bosque, en Móstoles, en un lunes aparentemente ordinario, pero totalmente extraordinario.
¿Que se esconde tras la puerta?
Pablo Canosales nos vuelve a sorprender, y desde su arrolladora y vitalista juventud, no exenta de verdadero talento teatral, nos va respondiendo a la pregunta que plantea en el título de su propuesta: ¿Que se esconde tras la puerta?.
El primer objetivo del reto que se planteó de Canosales en esta idea fue convencer a veintisiete autores teatrales contemporáneos españoles, para hacer crecer el proyecto con sus historias y su talento, y así ganó para su causa a José Padilla, Ignacio Garcia May, Juan Mairena, Denise Despeyroux, Carolina África, Juan Mayorga, el recientemente agraciado con el Premio Valle-Inclán, Ernesto Caballero, el propio Canosales …y así hasta veintisiete.
Pero a partir de aquí comenzaba la verdadera complejidad del proyecto: encajar todas las historias de esa creatividad, invocada a través de la imagen de determinadas puertas de la ciudad de Madrid, fotografiadas por Laura B. Fernández, dándoles una continuidad y un armazón común, ya que no hablamos de una secuencia de “microhistorias”, sino que lo que se presenta ante nosotros es una única historia, la de la vida que explota a borbotones por las calles de nuestra cotidianidad. Particularmente me parece, este encaje, el ripio que marca la diferencia.
A partir de aquí comenzaba la verdadera complejidad del proyecto: encajar todas las historias de esa creatividad, invocada a través de la imagen de determinadas puertas de la ciudad de Madrid.
Mérito tiene todo, especialmente por los pocos medios de los que dispone, pero nada en el resultado final se echa falta, haciendo de la necesidad virtud, con un decorado minimalista, con pocos elementos, pero muy bien utilizados, haciendo un acertado uso de la iluminación, y un vestuario (de Tania Tajadura) a destacar por la continuidad en él, especialmente en los colores, y la capa cromática, que utiliza.
Seis actores son los encargados de poner cuerpo, voz y cara a todos los personajes, muy bien dirigidos en su movimiento escénico, en sus apariciones y desapariciones, con un resultado compacto y homogéneo, si bien siempre algún momento gana la capacidad de recuerdo en nuestro cerebro, y a ese particular destacaré el brillante monólogo que realiza Javier Ballesteros, desde la piel de un reencarnado en perro, en línea con lo pudimos apuntar de él en “La Ola” en el CDN.
Loable y meritorio espectáculo.
Muy bien también las prestaciones de Victor Nacarino, ya colaborador de Canosales en “La necesidad del náufrago”, Carmen Mayordomo a la que aún recordamos embarazada, y muy divertida, en “Tres”, toda una realidad Ana del Arco, a la que tantas veces hemos visto en “Mircroteatro por dinero”, y poliédrica Helena Lanza. Me gustó especialmente el cuadro del padre con el hijo, pero más por el vástago que por el progenitor, Txabi Pérez abusa de la sobreactuación, aunque hay que decir que si lo que pretende es conseguir una buena imitación de quien dobla, en cine, a Robert de Niro, lo borda; en cualquier caso no pasa desapercibida su buena formación de expresión corporal, siendo muy armonioso en ello, la voz es harina de otro costal.
Si tuviera que elegir dos adjetivos para este espectáculo, elegiría “loable” y “meritorio”. No quiero dejar pasar la oportunidad de poner en valor la generosidad que tanto se niega a quien forma parte del mundo de la “farándula”, la colaboración desinteresada de tanta persona, generalmente calificada de todos los vicios del ego, no es baladí, y ésta es una referencia por la que no pregunté a Pablo Canosales en el coloquio posterior a la representación, por no resultar cargante, pero es toda una alegoría …¡enhorabuena a todos y cada uno de los veintisiete autores que escribieron historias a la invitación de Pablo! …y a éste por lo bien que ha administrado los equilibrios en el resultado final, más que notable por otra parte.
Queridos amigos del teatro, no pierdan de vista a éste joven andaluz, cuyos sueños, convertidos en realidad, no han hecho más que empezar: Pablo Canosales.
Queridos amigos del teatro, no pierdan de vista a éste joven dramaturgo andaluz, cuyos sueños, convertidos en realidad, no han hecho más que empezar: Pablo Canosales.