Que de noche lo mataron, crítica teatral
27 May 2023
Felix Lope de Vega y Carpio firmó en 1620 su obra ‘El caballero de Olmedo‘, cuya trama parece haber recogido del acervo popular sobre un personaje cuyas peripecias y final eran referidas en coplas de épocas anteriores, haciendo uso de la amplia tradición oral española que hace (hacía) que narraciones, fábulas y mitos pasarán de generación en generación, bien en forma de cuentos o leyendas, bien como canciones.
“Que de noche lo mataron / al caballero / la gala de Medina / la flor de Olmedo. Sombras le avisaron / que no saliese / y le aconsejaron /que no se fuese / al caballero, / la gala de Medina, la flor de Olmedo.”
La trama escrita por «El fénix de los ingenios» en nuestro Siglo de Oro responde a los cánones tradicionales de este tipo de historias o leyendas, ‘chico’ (‘Don Alonso’, ‘el caballero de Olmedo‘) visita con frecuencia Medina del Campo, viajando entre una villa y otra, conoce a ‘chica’ (‘Doña Inés’) quien por otra parte también es causa de los desvelos de ‘Don Rodrigo’, convirtiéndose en ‘alter ego’ de aquel, la trama se complica y aparecen personajes como los de ‘Doña Leonor‘ (hermana de ‘Doña Inés‘), ‘Fabia‘ comadre y enredadora que ejerce de celestina y ‘Tello‘, en el papel del ‘malo’, quien acabará con la vida de ‘Don Alonso‘ justo, al mismo tiempo, que ‘Doña Inés‘ confiesa a sus padres su amor por él, cuando ello ya es imposible.
“Cada noche es la misma y distinta. Un hombre soy que va perdido”
Con la base del argumento creado por Lope de Vega, Julieta Soria compone un texto en el la que ruta que une Olmedo con Medina del Campo no solo es recorrida por ‘Don Alonso‘ a lomo de su ‘yegua de ámbar’ a la forma y modos del siglo XVII, sino que también, un motorista, en pleno siglo XXI, que a sí mismo se reconoce como ‘un puto mecánico de motos‘ coincide en esa misma carretera impulsado por el amor furtivo a una mujer, amparado y escondido por las sombras y el deseo clandestino, pero con la intensidad que solo lo oculto proporciona. Una misma ruta, un mismo camino, diferentes monturas, y el amor por una mujer condicionando el destino de ambos caballeros con cuatrocientos años de distancia temporal entre ellos, en demostración de que nada ha cambiado demasiado en estos siglos.
“No debes dormirte. Ella me pregunta ¿Ya es la hora?. Qué rápido termina todo. Su olor. Me arrastra como las olas al nadador incauto.”
Ainhoa Amestoy (Desengaños amorosos) dirige un espectáculo que exige un verdadero esfuerzo mayúsculo a Juan Cañas, protagonista de este intenso monólogo, desdoblándose en varios personajes a un ritmo algo más que frenético, en el que no cuesta reconocer al motorista que a gran velocidad recorre la ruta y su propia vida, pero que nos genera alguna duda en cuanto a la recreación de ‘Don Alonso‘ en el siglo XVII.
“Amor, no te llame amor el que no te corresponde…»
La escenografía es escueta pero ello no impide que los movimientos que por ella realizan todos los personajes interpretados por el protagonista estén caracterizados por una aceleración, quizás, innecesaria. Juan Sebastián Dominguez firma el diseño escénico y también la iluminación, así como participa en la producción a través de Estival Producciones.
“En medio del camino de la vida me hallo…”
El punto fuerte, y destacado, de esta propuesta lo aporta Juan Cañas, intérprete de este exigente monólogo, integrante de la compañía Ron Lalá, a quien recordamos en grandes trabajos como ‘Villa y Marte, ‘Andanzas y entremeses de Juan Rana‘ o ‘Crimen y telón‘, quien nos demuestra que es un auténtico juglar, interpretando, emocionando, cautivando, moviéndose con desenvoltura, cantando y expresando musicalidad con instrumentos tan diferentes como una guitarra o unas castañuelas.
“¿Y no es saber que no habrá destino lo que hace grande el viaje?”
Interesante actualización de la trama escrita por Lope de Vega sobre ‘El caballero de Olmedo‘ en 1620, que Juan Cañas aprovecha para acreditar su buen hacer y talento interpretativo.