Poeta en Nueva York, crítica teatral
01 Jun 2024
¿Cómo habría sido la representación escénica de García Lorca de ‘Poeta en Nueva York’ en su personalísima ‘Barraca’?. Esa hipótesis es algo que nunca sucedió en ningún espacio escénico.
“Lorenzo, Emilio, Enrique. / Fueron los tres en mis manos / tres montañas chinas, / tres sombras de caballo, / tres paisajes de nieve y una cabaña de azucenas / por los palomares donde la luna se pone plana bajo el gallo.”
Federico, el hombre y también el poeta, vivió un intenso, aunque corto, periodo de su vida en la gran urbe de New York, escribiendo en esa época su obra ‘Poeta en Nueva York’, la cual no fue publicada hasta 1940, cuatro años después de su muerte en plena ‘Guerra Civil’. Es más que evocador pensar, e imaginar, como impactó la ‘Gran Manzana’ en aquel granadino, hombre de provincias, vinculado en muchos terrenos a la esencia cultural española, que de un día para otro se vió imbuido en una sociedad que en si misma formaba un calidoscopio de las más diversas raíces naturales, ayuna de elementos comunes en torno a un único pensamiento colectivo o religioso, donde la esencia era, y es, sobrevivir, priorizando como clave el valor del ‘yo’ y el ‘mi’ como característica de la individual sociedad del ‘Nuevo Mundo’ y de un país donde la Segunda Enmienda a su Constitución reconoce el derecho del individuo a la autodefensa, para portar armas de fuego.
“El mar recordó, ¡de pronto!, / los nombres de todos sus ahogados.”
Ciudad despersonalizada, violenta y también marcada por las diferencias en el color de la piel de sus individuos, riqueza en razas que cautivó al joven Lorca, algo casi desconocido a este lado del Atlántico en aquellos años.
“El mascarón. Mirad el mascarón / cómo viene del África a New York.”
El asombro de Lorca, personal e íntimo, ante lo que conoció en aquella urbe, estaba enmarcado por un periodo complejo en el plano social y político, con el estallido del ‘Crac bursátil de 1929‘ y la gran depresión que se conoció a continuación, los movimientos dictatoriales precipitados en Europa como consecuencia (¿quizás como ahora?) …que devinieron en el estallido de la II Guerra Mundial. Tiempos marcados por la incertidumbre y el cambio de los escenarios de la realidad. Miedo da pensar en ello y en su posible réplica en nuestros tiempos.
“¡Ay Harlem! ¡Ay Harlem! ¡Ay Harlem! / No hay angustia comparable a tus oprimidos, / a tu sangre entumecida dentro del eclipse oscuro, / a tu violencia granate sordomuda en la penumbra, / a tu gran rey prisionero con un traje de conserje.”
El hecho de que la dramaturgia de Lorca vinculada a ese especial periodo de su obra, entre aquella sociedad que tanto le impresionó, esté marcada por ‘Poeta en Nueva York‘ es paradigmático pues lo que rezuma la misma son emociones y sentimientos, en un poemario complejo que pocas veces se ha abierto paso sobre la escena teatral.
“No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. / No duerme nadie. / (…) / No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie. / No duerme nadie.”
En esta ocasión, con producción de Teatro Kamikaze y Teatro Español, son Pedro G. Romero y Carlos Marquerie, quien también dirige la propuesta, los que dan el paso adelante, presentando la pieza en la Sala Fernando Arrabal de las Naves del Español, en Matadero, priorizando los elementos estéticos para que el verso, y la palabra, de Lorca lleguen hasta nosotros en su esplendor máximo, sin evitar la complejidad, lo cual es marca de esta obra, tanto como el surrealismo que la atraviesa toda.
“Manadas de bisontes empujadas por el viento.”
El espectáculo se presenta a lo largo de seis paneles escénicos: ‘Poemas de soledad en Columbia University’, ‘El rey de Harlem’, ‘Calles y sueños/Danza de la muerte’, ‘Oda a Walt Whitman’, ‘Introducción a la muerte’ y ‘Crucifixión’, siendo esencia en todos ellos una misma ambientación escénica marcada a través de evocadoras fotografías y la presencia de marionetas ideadas por Marqueríe, desarrolladas por él mismo, David Benito y Raquel Cervilla, que evocan el teatro japonés ‘Bunraku‘ y su expresión en el ‘Ningyō‘, con la recreación de innumerables guiños lorquianos como la presencia de la luna, la aparición del avión en el que el dramaturgo se fotografió con Buñuel, quizás en un imaginado viaje hasta ella… calaveras, animales mitológicos, títeres de cachiporra, etc… Se intentan muchas cosas, aún acusando cierta irregularidad en la continuidad, incluido el uso del umbráfono por parte de Enrique del Castillo capaz de transformar en sonido los estímulos luminosos que se proyectan sobre unas células fotosensibles, además de la aportación del cantaor flamenco el ‘Niño de Elche‘ desde fragmentos clásicos del cante jondo hasta el rap, incluyendo sonidos en forma de susurros onomatopéyicos.
«Una manzana será siempre un amante, pero un amante no podrá ser jamás una manzana.»
La escenografía es diseño de Max Glaenzel, con iluminación de Carlos Marquerie. Adecuadas prestaciones de Emilio Valtueña en sonido, Cecilia Molano en vestuario.
“Usted tiene demasiado temperamento y a su edad ya se sabe por qué caen los alfileres del rocío.”
Todo el elenco participa de la performance en la que se convierte espectáculo, con algunas fases especialmente conseguidas como el baile que realiza Jesús Rubio Gamo luciendo una chaqueta con pequeños espejos que refleja la luz que reciben sobre ellos y dos bellos recitativos de los poemas de Lorca protagonizados, de forma destacada, por Clara Pampyn y el propio Rubio Gamo, dentro de ‘Oda a Walt Whitman’, todo ello trufado con algún exceso inconexo como el realizado por Elena Córdoba, también responsable de la coreografía, al mostrar su anatomía más de lo necesario, al menos en dos ocasiones, dentro de pasajes de danza. Completa el elenco Manuel Egozkue, de forma eficaz, en su doble rol de intérprete y músico al piano.
“Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos / gotas de sucia muerte con amargo veneno. / Contra vosotros siempre, / “Faeries” de Norteamérica, / “Pájaros” de La Habana, / “Jotos” de Méjico, / “Sarasas” de Cádiz, / “Apios” de Sevilla, / “Cancos” de Madrid, / “Floras” de Alicante, / “Adelaidas” de Portugal. / ¡Maricas de todo el Mundo, asesinos de palomas! / Esclavos de la mujer. / Perras de sus tocadores. / Abiertos en las plazas, con fiebre de abanico / o emboscados en yertos paisajes de cicuta.”
Interesante propuesta, y arriesgada, la que presenta Carlos Marquerie con producción del Teatro Español y Teatro Kamikaze, que aborda una pieza difícil de abarcar como sucede con alguna otra de Federico García Lorca, como ‘El público’, pero de evidente interés y que no deja indiferente a nadie.
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