Pedro Sánchez y el motorista
en Opinión
24 Jul 2021
En época de Franco, cuando había cambios ministeriales en el Gobierno se solían comunicar a través de un mensaje escrito, entregado al interesado a través de un ‘motorista‘, cuya sola presencia, o simple recreación imaginada, generaba tensión en los posibles destinatarios de las decisiones del “caudillo”. Tras la alegría del nombramiento, llegaba la pesadumbre del cese, con los sentimientos de sentirse orillado, marginado y, también, quizás, usado: ¡con todo lo que yo he hecho por él!.
Casi cincuenta años después de las peripecias de aquel ‘motorista‘, las crisis de gobierno se siguen manejando en claves parecidas, aún sin el recurso de aquel medio. Hoy, una conversación, incluso telefónica, sirve para que el interesado se dé por enterado. El nombramiento siempre es entendido, el cese nunca.
“¡Con todo lo que yo he hecho por él!”
Pedro Sánchez preside el Gobierno más numeroso de la historia de la democracia en España, con veintidós miembros, habiendo precipitado una crisis gubernamental, a veintisiete meses del final teórico de la legislatura (noviembre de 2023), que ha supuesto la salida en el gabinete de siete, de los hasta ahora, ministros (tres mujeres y cuatro hombres), con otros tantos para su recambio (cinco mujeres y dos hombres), además de abordarse otras cuatro variaciones en las responsabilidades gestionadas que afectan a las tres vicepresidentas quienes escalan un nivel, cada una, tras la salida de Carmen Calvo, y el cambio de Miquel Iceta, desde Política Territorial a Cultura y Deporte, con el rumor, de a pie de calle, de que forma parte de una petición expresa de ERC para que el primer secretario del PSC no ocupe puesto en la mesa de diálogo entre el Gobierno y la ‘Generalitat‘ de Cataluña.
La primera lectura del cambio gubernamental es que la renovación pensada por el actual inquilino del Palacio de la Moncloa, no alcanza a la ‘cuota parte’ de ministros vinculados a Podemos, es decir que más allá de sus capacidades o los resultados de su gestión, el 22,72% de los miembros del Gobierno corresponden a esa formación política, dentro de los pactos alcanzados para sustentar la coalición gubernamental actual. Cualquier cambio en esa parte del Ejecutivo requerirá la conformidad de la lideresa actual del partido morado, Yolanda Díaz. Es decir el libre criterio de quien preside el Consejo de Ministros hoy no actúa a dicho efecto.
Se podría decir que en política no hay fidelidad.
La derivada anterior es interesante ya que si, como se dice, uno de los criterios de los cambios llevados a cabo por Pedro Sánchez era rejuvenecer su equipo, con la salida de los miembros de más edad: Isabel Celaá (72 años), Carmen Calvo (64 años) o José Luis Ábalos (61 años) como ejemplos, la permanencia en el cargo del ministro de Universidades, Manuel Castells, con 79 años, parece falta de una cierta coherencia, aún formando ello parte de los compromisos de la coalición.
Ninguna de las salidas ministeriales sugiere tanto como la de Ábalos, una de las pocas manos a las que pudo agarrarse el ‘militante raso’ Pedro Sánchez cuando se dedicó a recorrer las sedes territoriales del PSOE por toda España, para reconquistar el espacio del que dimitió como secretario general el uno de octubre de 2016, entregando el acta de diputado.
Ábalos fue su voz y presencia en el Parlamento, liderando un grupo parlamentario herido y dividido. Se podría decir que en política no hay fidelidad, pero también es cierto que el ex-ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana acumuló demasiado ruido a través de casos como el “Delcygate”, las adjudicaciones de contratos para mascarillas sin concurso a empresas sin contrastar, las subvenciones a “Plus Ultra”, o sus ‘particulares designaciones’, como la de su cercano colaborador Koldo García, quien tras ser beneficiado por un indulto, le hizo su chófer, para llegar a ser designado consejero de Renfe por la intercesión de su protector.
Algunos de los ahora cesados podrían sentirse instrumentalizados.
Algunos de los ahora cesados podrían sentirse instrumentalizados, al haber cumplido tareas de gran desgaste, sería el caso de Juan Carlos Campo al frente de Justicia, quien tras gestionar los indultos de los políticos presos del Procés, ahora encamina sus pasos hacia la Audiencia Nacional. E Isabel Celaá tras alcanzar la aprobación de la ‘LOMLOE’ con la polémica de no considerar el lenguaje castellano como vehicular en la enseñanza en todo el territorio de España es ahora sustituida, habiendo pasado de ser ministra de Educación y portavoz del Gobierno en 2018, a ser reemplazada por otra mujer dentro del gabinete en la portavocía en 2020, siendo señalada en esta ‘crisis’ para abandonarlo en 2021.
Arantxa González Laya ha terminado por verse superada por conflictos internacionales como los generados con Marruecos a partir de la ‘delicada’ decisión de acoger Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, en un hospital de Logroño para ser tratado de Coronavirus.
César Antonio Molina, sobre su cese como ministro de Cultura en 2009: “Zapatero dijo que necesitaba una chica joven y más glamur”
Pedro Duque pasó de estrella emergente del ‘gobierno de los mejores’ del que dijo rodearse Pedro Sánchez en su primer gabinete, a perder presencia y foco; mientras poca gente echará de menos a José Luis Rodríguez Uribes, tan presente como ausente en cualquier acto al que compareciera, se tratara de política, de cultura o de deporte.
La ex-vicepresidenta primera, Carmen Calvo, sí da la sensación de haber cumplido un ciclo, y se echa en falta algún perfil, entre las vicepresidentas, de calado más político, que Yolanda Díaz tiene, pero no parece que ese ejercicio esté en las expectativas que Pedro Sánchez tiene sobre ella.
Las razones para los ceses ministeriales son materia reservada del presidente de Gobierno de turno, si bien es célebre lo afirmado por César Antonio Molina al ser sustituido por ZP en 2009: “Zapatero me dijo que necesitaba una chica joven y mas glamur”
En la continuidad de Fernando Grande Marlaska es mucho más lo que no se sabe, que lo que sí se sabe.
De los nuevos responsables ministeriales la opinión se debe formar a partir del desempeño de sus funciones, aunque se debe dejar constancia de la cercanía de Felix Bolaños (Presidencia, Relaciones con Las Cortes y Memoria Democrática) y José Manuel Albares (Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación) con el presidente Sánchez, procediendo ambos del núcleo de trabajo diario en La Moncloa, siendo el nuevo ministro de Exteriores co-protagonista de la foto de Pedro Sánchez, con gafas de sol, en un avión Falcon, poco tiempo después de triunfar la moción de censura contra Rajoy.
Aunque la verdadera clave de la crisis de Gobierno realizada por Pedro Sánchez está en los perfiles de quienes sí siguen en el gabinete, de razonamiento obvio en casos como el representado por Margarita Robles en Defensa, pero muy llamativo en otros, como en el de Fernando Grande Marlaska, en Interior, sobre el que, quizás, es mucho más lo que no se sabe, que lo que sí se sabe.
“Los ministerios ni se piden, ni se rechazan” (Felix Bolaños)
Pero quizás el cambio más sonado, en esta crisis, ha sido el de quien no fue ministro, sino poderoso asesor ‘monclovita‘ sin carnet del PSOE: Iván Redondo; sobre quien, parece, iba referida la frase utilizada por Bolaños al tomar posesión de su cargo, afirmando: «Los ministerios ni se piden, ni se rechazan”.
En todo caso parece evidente que el fuego lento de los cambios ministeriales empezó a cocerse alrededor de la “fallida” moción de censura presentada en Murcia, con posibles extensiones a Andalucía y la Comunidad de Madrid, que terminaron en la mayoría absoluta conseguida por Isabel Díaz Ayuso el 4-M. Los pesos políticos que pudieron participar de aquel cálculo (Ábalos, Calvo y Redondo) han terminado por ser ellos los ‘censurados‘ …y con ello destinatarios del mensaje del ‘motorista’, como en tiempos de Franco.