Paraíso perdido, crítica teatral
en Teatro
18 May 2023
¿Cómo es posible que Dios permita tanto dolor en el mundo, con guerras, plagas y miserias?, ¿por qué la enfermedad y el sufrimiento?, ¿por qué permite el hambre?, ¿por qué consiente el mal?. Estas preguntas han sido planteadas por infinidad de personas a lo largo de los tiempos, especialmente por creyentes, al enfrentarse a determinadas circunstancias dolorosas.
“Libres los hice y lo serán hasta que se esclavicen por sí mismos”
Las anteriores cuestiones podrían plantearse en el seno de cualquier confesión religiosa, pero desde las religiones abrahámicas que asumen que Adán y Eva fueron el primer hombre y la primera mujer en poblar la Tierra, sus doctrinas responden que Dios creó el mundo dotando de la capacidad del libre albedrío a los humanos descendientes de los anteriores y que, por tanto, la libertad del individuo tiene un impacto en el devenir de cualesquiera acontecimientos y sus consecuencias.
“¡Ángeles caídos! ¡Príncipes, potestades, guerreros! …¡Nosotros! ¡Que fuimos querubines, arcángeles, incluso! ¡Despertad! ¡Arriba, levantaos! ¡Poneos ya en pie o hundíos eternamente en esas aguas!”
La cuestión sobre el problema y el sufrimiento a lo largo del mundo y en las diferentes épocas de la historia, y el por qué Dios, grande, bueno y todopoderoso, lo permite; fue abordada por el poeta, ensayista y político, John Milton (1608/1674) en su obra ‘El paraíso perdido‘, poema narrativo dividido en doce libros que sobrepasa los 10 000 versos escritos sin rima, pieza que tras su creación le llevó a ser considerado al mismo nivel literario de Shakespeare.
“¡Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo!”
Trescientos cincuenta y seis años después de publicarse el poema épico de Milton, Helena Tornero (adaptación del texto) y Andrés Lima (dirección) construyen un potente espectáculo teatral que aporta su mirada contemporánea sobre la creación del mundo, el pecado original de Adán y Eva, y la rebelión de Satán, como un ángel caído que sí conoció la gloria de los cielos, ante Dios superpoderoso, quien a pesar de otorgar el don del libre albedrío para sus súbditos, se representa sabedor de todo lo que sucede, sucedió y sucederá, llegando a ser escenificado saboreando un whisky en el cielo, impasible, mientras contempla su obra.
“Gozad esos efímeros deleites, que pronto vendrán largas penas”
Cielo, Infierno y Tierra son sabiamente representados sobre la escena del Teatro María Guerrero, de Madrid, por un magnifico equipo técnico, liderado por el propio Andrés Lima, con la precisión y el ritmo adecuado, en el que destaca la versátil escenografía y el diseño de vestuario de Beatriz San Juan, que incluyen unas espléndidas y conseguidas mallas creadas para conseguir el aire de simios de Adán y Eva en su primera aparición escena, en la que interactúan con una pantalla blanca en eficaz guiño con Stanley Kubrick y su película ‘2001: Una odisea en el espacio‘. Contando con las excelentes aportaciones de Valentín Álvarez en la iluminación, acentuando los perfiles celestiales, infernales o terrenales según el momento; la espléndida videocreación diseñada por Miquel Àngel Raió y la música original y espacio sonoro de Jaume Manresa.
“Libre para seguir obedeciendo”
El poema de Milton enfrenta a Dios y Satán, al creador omnipotente y a su ángel caído, el bien frente al mal, pero el dramaturgo no pretende hacer un texto religioso y, desde luego, elude cualquier rasgo de sermón, permitiendo que el ángel expulsado del paraíso exponga sus argumentos hasta el extremo de dotarle de ciertos rasgos de víctima, así Dios será representando a través de un hombre, en rol interpretado por un soberbio Pere Arquillué (Jerusalem) quien se adueña del escenario casi de forma despótica, frente a él Satanás, en figura de mujer, estupendamente interpretado por Cristina Plazas (El ángel exterminador) quien asumirá llevar la iniciativa de los diálogos en los más de cien minutos de representación. Ella y él, él y ella, realizan una verdadera demostración de capacidad actoral.
“Al poder nunca le gustó la disidencia»
Junto a ellos, Lucía Juárez (Prostitución) y Rubén de Eguía ( El enfermo imaginario, El gran mercado del mundo) son muy exigidos en su recreación de Adán y Eva, permaneciendo desnudos en escena durante una gran parte del espectáculo, logrando no ausentarse de sus roles, con gran concentración, manteniéndose en sus interpretaciones hasta alcanzar un desempeño más que notable. Laura Font (Culpa) y María Codony (Muerte) completan el elenco aportando credibilidad a sus roles.
“Ninguno de nosotros recobrará lo que ha perdido”
La propuesta que supone esta contemporánea versión del poema de Milton, revestida de la tremenda belleza visual de la que se le dota, componen una especie de gran ‘Ópera’, donde el fondo y la forma se subliman, aún con momentos algo más artificiales como el alegato feminista previo al final, pero que acierta cuando defiende y argumenta la capacidad crítica del teatro ante el poder y los poderosos, expresando que … “Y el hombre creó a Dios. Y Dios creó al diablo. Y el diablo creó al actor”.
“Antes no sabías qué cosa era el dolor. Ahora sí. Ahora lo sabes”
La confrontación o disquisición entre Dios y Satán, es algo recurrente en la literatura y dramaturgia, y de hecho la pasada temporada llegó a los escenarios teatrales un texto creado por el ex-presidente del Tribunal Constitucional de España, Pedro González-Trevijano, titulado ‘Jubileo’, que no logró cumplir las expectativas previas a tan sugerente enfrentamiento, cuestión que sí alcanza, con creces, este estupendo ‘Paraíso perdido’, coproducido por el Centro Dramático Nacional, el Teatre Romea y el Grec 2022 Festival de Barcelona, donde el Cielo es el paraíso extrañado por el ángel caído, la Tierra el purgatorio por el que hombres y mujeres estamos condenados a vagar y “el Infierno es como un teatro vacío de aplausos”, cuestión que en esta ocasión no se produce porque la ovación del público es inmediata a la finalización de esta potente propuesta. Imprescindible.