Para acabar con Eddy Bellegueule, crítica teatral
06 Nov 2021
La vitalidad de la juventud es un rasgo que se deja notar en cualquier proyecto construido alrededor de sujetos o colectivos cuyo tiempo se abre al futuro, desde el presente, repleto de ilusiones, planes, proyectos …y sueños, sin lacras sobre un pasado al que quedar aferrados. Sucede en las empresas, en el mundo del deporte, en los centros educativos y, por supuesto, en cualquier expresión artística.
Y esa impetuosidad, propia de quienes viven esa etapa de la vida, es lo que afloró en el acto de presentación de la temporada teatral 2021/2022 de «lajoven_» compañía de teatro, realizada el 21 de septiembre en el Circulo de Bellas Artes, e igual ha sucedido con el estreno del primero de los espectáculos, “Para acabar con Eddy Bellegueule” acogido en la Sala José Luis Alonso, del Teatro de la Abadía el pasado 29 de octubre, que permanecerá programado gasta el 14 de noviembre.
“La juventud necesita creerse, a priori, superior. Claro que se equivoca, pero éste es precisamente el gran derecho de la juventud” (José Ortega y Gasset)
“Recuerdo mi juventud y aquel sentimiento que nunca más volverá. El sentimiento de que yo podría durar más que todo, más que el mar, más que la tierra, más que todos los hombres” (Joseph Conrad)
“lajoven_” en sus ocho años de historia ha estrenado diecisiete espectáculos de los que han disfrutado, y participado, cerca de 300.000 espectadores. El proyecto, en sí mismo, se sustenta en difundir el mundo del teatro hacia los jóvenes, tanto en cuanto a la formación de nuevos profesionales, artísticos y técnicos, que garanticen el futuro de la profesión teatral, como captando nuevo público que regenere de sangre joven las plateas de los teatros, dando a conocer espectáculos y también experimentando nuevas obras y formas de hacer.
El planteamiento de la compañía en sí, y el reto que afrontan ante la nueva temporada 2021/2022, encaja perfectamente con la propuesta que supone “Para acabar con Eddy Bellegueule” obra de, Édouard Louis, dramaturgo que aún no ha cumplido los treinta años, habiendo obtenido tres resonantes éxitos con la publicación de tres obras, la que ahora se representa, publicada en 2014 (con tan solo 22 años de edad), “Historia de la violencia” en 2016 y “Quién mató a mi padre” de 2018. Las tres historias, afirma el dramaturgo, son autobiográficas y en conseguir la empatía con la víctima, es decir con el propio relator protagonista, se sustenta alguna de las claves de bóveda del éxito, más allá de los valores literarios que, por supuesto, tiene el trabajo del autor.
“Yo no tengo ningún recuerdo feliz de mi infancia”
Eddy Bellegueule es el nombre original del autor, cuyo apellido, traducido al castellano, significa “bello rostro”, siendo su nombre propio, Eddy, de manera original y auténtica, sin que ello sea un hipocorístico de Édouard, el nombre que terminó por adoptar, junto al apellido Louis en un guiño personal en homenaje a quien era su mejor amigo.
En “Para acabar con Eddy Bellegueule”, Édouard Louis relata la dureza de su propia experiencia vital, entre los diez y los quince años, para aceptar su propia identidad, alejada de los estereotipos esperados en su familia, y estrato social, donde se crió, pobre, sin recursos, sin cultura y marcadamente homofóbica. En “Historia de la violencia”, y dentro de parametros de extrema crudeza, igual que en su primigenia obra, relata en primera persona experiencias extremas que incluyen su propia violación (que enmarca durante la Navidad de 2012) y en “Quién mató a mi padre” relata, en voz propia, la historia de su padre cuya vida considera marcada por la exclusión social, convencido que el origen marca las posibilidades futuras de cada individuo, aunque él mismo, en su propio caso, sea como Eddy Bellegueule o como Édouard Louis, parece una excepción a la regla general por él mantenida.
“¿Puedes parar ya con tus maneras de niña, Eddy?”
En la literatura de nuestros tiempos contemporáneos es exitoso el formato de la realidad autoficcionada, en el que sobre un cierto escenario de hechos acontecidos de forma fehaciente, se desenvuelven subtramas y personajes fabulados donde el propio autor da rienda suelta a su imaginación o determinados intereses narrativos.
En la descripción que Édouard Louis hace de la ciudad de Hallencourt donde Eddy Bellegueule vivió los años que relata, entre 2002 y 2007, se dice que no había más de quinientos habitantes, pero sí doce bares. Sin embargo en los datos que de esa ciudad son públicos dentro de la región a la que pertenece, de nombre Picardía, departamento de Somme, el censo del año 1999 registraba 1.348 habitantes, casi tres veces de la cantidad referida en el relato de Eddy, lo cual no había evolucionado mucho entre 1962 (1.384 habitantes) y 1990 (1.374). Este dato no tiene más importancia, ni intenta limitar la calidad del texto, pero quizás sirva para comprender que ciertos extremos a la hora de enmarcar los rasgos de sus propios padres, hermanos, compañeros de colegio, o instituto, y resto de habitantes de su pueblo, puedan estar un punto más allá de la estricta realidad, todo ello en aras del interés dramático de una buena historia.
“¿A Bellegueule le pegan porque es gay…o es gay porque le pegan?”
Pamela Carter es la responsable de la adaptación teatral del texto de la novela original, habiéndose ocupado José Luis Collado de su traducción al castellano.
Esta obra iba a ser dirigida por Gerardo Vera, proyecto finalmente interrumpido por la desaparación del maestro, en cuyo homenaje ha sido recreada, asumiendo los mandos de la misma José Luis Arellano, pupilo y cercano colaborador de aquel.
“¡Hoy voy a ser un hombre de verdad!”
Álvaro Luna nos sorprende en esta ocasión, no solo con una elaborada videoescena, sino que asume el diseño de una conseguida escenografía donde es elemento principal un panel de tres cuerpos, unidos como un librillo, que recogen las videoproyecciones, a veces abiertos frontalmente sobre el público, en otras formando diferentes figuras geométricas, ora un cubo abierto hacia la platea, ora un triangulo con su espacio interior cerrado. Juanjo Llorens ilumina con su habitual maestria. Adecuadas aportaciones de Ikerne Giménez y Lua Quiroga Paul en el vestuario, Andoni Larrabeiti García en movimiento escénico y Alberto Granados Reguilón en el espacio sonoro.
Pero el punto fuerte de esta propuesta está en las interpretaciones de Raúl Pulido, a quien ya pudimos disfrutar en “El curioso incidente del perro a medianoche” y “LO(r)CA”, y Julio Montañana Hidalgo, ambos espléndidos en la compleja tarea de recrear a Eddy Bellegueule a cuatro manos y dos caras, además de asumir puntualmente otros personajes (padre, madre, hermano, compañeros de instituto, etc…) ambos están estupendos y llenan de energía el escenario desde minutos antes de comenzar la propuesta, a la que nos reciben bailando, sonriendo y saludándonos. Gran esfuerzo de ambos y brillante su resultado al recrear al protagonista de esta historia, quien a pesar de sus orígenes, pudo llegar a ser el primer miembro de su familia en estudiar en una universidad y conocer la vida desde París, tan cerca y tan lejos de Hallencourt (193 kilómetros). Vitalizante propuesta de “La Joven”.