Numancia
15 May 2016
A pocos metros de lo que fué la casa de Miguel de Cervantes, en las madrileñas calles del llamado barrio de “Las Letras” y sobre el mismo lugar donde desde 1565, ininterrumpidamente, cómicos y actores de todas las épocas han presentado ante su público sus trabajos y producciones; el Teatro Español de Madrid, heredero del Corral del Príncipe, se une a la conmemoración del IV centenario de la muerte del “Príncipe de los Ingenios” y lo hace a través de la programación de Numancia: “Rugido de libertad. Una historia contradictoria, compleja y “quijotesca”, Un grito angustioso de rebeldía, de resistencia y sobre todo una lección de dignidad, de no darse nunca por vencidos, ni aún vencidos. Cervantes es el abogado de los desheredados y en Numancia encuentran su biblia laica”, según descripción del propio programa de mano.
Juan Carlos Pérez de la Fuente, sobre adaptación de Luis Alberto de Cuenca y Alicia Mariño, nos presenta una potente visualización del asedio de Numancia, una ciudad, pero sobre todo un conjunto de hombres y mujeres atrincherados hasta la extenuación, y algo en esa metáfora representa al propio director, entre los muros del teatro, esperando su cese por parte de los responsables culturales del Ayuntamiento de Madrid, tantas veces anunciado sin llegar, que pareciera buscar la estrategia de la autorendición, en alegoría numantina.
La puesta en escena, de Alessio Meloni, es más que interesante con el uso de gasas, que se van descolgando desde el techo, a modo de telones, que van acotando el espacio, recibiendo en ellas proyecciones de grandes proporciones, dando un gran verosimilitud a la sensación del asedio, complementadas con el uso de fondos espejados que dan mayor profundidad al escenario, consiguiendo multiplicar, a la vez, el número de personajes sobre las tablas, que se abren paso hacia la platea a través de una rampa estrecha sobre el pasillo central de la sala, que acerca, aún más, a los protagonistas hasta los espectadores. La iluminación de Juan Manuel Guerra y el acertado vestuario de Almudena Huertas, sobre todo en las sayas que usan los numantinos, colaboran a la fuerza estética del espectáculo, de una gran plasticidad.
Desde el punto de vista interpretativo destaca con luz propia Beatriz Argüello, poderosísima en todos y cada uno de los personajes que se la encomiendan (“La mujer”, “Embajador segundo”, “La mujer España”, “Numantino segundo” y “La mujer-Guerra”), con una gran presencia en escena, confirmando las buenas sensaciones que nos deparó en su personalísima “Brígida” del “Don Juan Tenorio” dirigido por Blanca Portillo; literalmente se come la escena en cada una de sus apariciones, lo cual lleva, incluso, a no ser demasiado justo para los compañeros con quienes comparte presencia. A destacar también la sutileza de Julia Piera, especialmente en el personaje de “Nadie” que consigue uno de los momentos mas destacados del espectáculo en su sutil vuelo final, que desvanece los sueños conquistadores de Escipión, que ve esfumarse su presa entre las manos.
La conmovedora Numancia que nos presenta Pérez de la Fuente, como homenaje en el año Cervantes, está empapada de dolor y sufrimiento, pero también de rabia y esperanza, cuatrocientos años separan el momento que fué escrita del de su representación ahora, pero como tantas veces, comprobamos que nada de los españoles de hoy es diferente a los de entonces, en este país de “Quijotes” perfectamente representado por Don Miguel.
Crítica teatral publicada en @elespanolcom el 27/05/2016: http://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20160526/127807219_7.html