Nuestro futuro es lo ocurrido hace cien años
10 May 2020
De la gripe de 1918, mal llamada ‘española’, a la crisis del Coronavirus Covid-19 del año 2020 ha pasado, casi exactamente, un siglo y más allá de las peculiaridades de sus diferentes épocas y de disponer de unos recursos médicos mucho más evolucionados hoy que entonces, convendría aplicar aquella afirmación popular que dice que “cuando de la historia no se aprende se está condenado a repetir los mismos errores”, que Aldous Huxley expresó como que “quizás la más grande lección es que nadie aprendió las lecciones de la historia”.
Aquella pandemia se cobró la vida de más de cincuenta millones de personas en el mundo, de las que en España se contabilizaron unas doscientas mil víctimas, a pesar de lo cual nuestro país puso el adjetivo al nombre de aquella gripe por el único hecho de que al desarrollarse la epidemia en el periodo bélico de la primera Gran Guerra, las informaciones periodísticas en nuestro país, al respecto, no se censuraron, cosa que sí ocurrió en los bandos en conflicto armado.
“Quizás la más grande lección es que nadie aprendió las lecciones de la historia” (Aldous Huxley)
Aquel virus, se aceptó que, tuvo origen en Estados Unidos a principios de marzo de 1918 en un campamento militar desde el que se exportó a todo el mundo en el caldo de cultivo de los desplazamientos propios del movimiento de tropas vinculado a la guerra.
La gripe de 1918 en España tuvo tres oleadas, en la primavera (de mayo a julio), en otoño (de agosto a diciembre) y en invierno (enero de 1919 a abril), siendo la segunda la más letal y la que acumuló mayor número de víctimas por cada cien mil habitantes, lo cual, en estos tiempos de anunciada desescalada de la pandemia del Covid-19, nos debería llevar a ser suficientemente reflexivos y razonables, para no caer en decisiones precipitadas que no hagan sino hacer más grave el problema y desandar el duro camino ya recorrido, tanto en número de víctimas, como en contagiados y en pérdidas de puestos de trabajo, competitividad y riqueza nacional.
“Dicen que la historia se repite, lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan” (Camille Sée)
No hay justificación, hoy, para que los trabajadores vuelvan a sus puestos laborales para recuperar la normalidad, sin que se les realice los adecuados test para calibrar y conocer su estado virulógico, que es algo que los actuales medios tecnológicos y bioquímicos permiten, y que los países más avanzados del mundo, que mejores resultados están obteniendo en esta crisis, están utilizando como estrategia principal para la vuelta a la normalidad social.
Hace unos días la profesora de Historia de la Universidad de Puget Sound y autora de “American Pandemic”, Nancy K. Bristow, escribió un revelador artículo en el que compara los, muy diferentes, modelos de gestión de dos ciudades norteamericanas durante la gripe de 1918 y los resultados obtenidos. Enfrentando las muy distintas medidas adoptadas por las autoridades de Filadelfia y Seattle.
“Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo” (George Santayana)
Filadelfia optó por mantener su actividad, casi con absoluta normalidad, hasta el extremo de que autorizó un desfile conmemorativo el 28 de septiembre, dentro de los actos para captación de fondos para los gastos bélicos de USA, y tres días más tarde se multiplicaron los casos de contagios en unas instalaciones sanitarias desbordadas y unas ‘morgues’ superadas que ni siquiera pudieron suministrar suficientes ataúdes, hasta llegar a tomar la decisión de enterrar a los muertos en fosas comunes.
La ciudad que presume de ser la capital histórica de los EE.UU. y donde se declaró su independencia, el 4 de julio de 1776, sufrió una de las más altas tasas de mortalidad de USA durante la epidemia de gripe de 1918.
Por contra, y al mismo tiempo, la ciudad de Seattle optó por una gestión de la crisis totalmente alternativa a la adoptada en Filadelfia, y el 20 de septiembre se adoptaron medidas severas de limitación de la movilidad, comenzando por poner en cuarentena los acuartelamientos militares instalados en su zona de influencia, se cerraron las escuelas, se prohibieron los servicios religiosos, se clausuraron los espectáculos públicos, se limitaron actividades en según que negocios, se restringieron las aglomeraciones de personas, se exigió el uso de mascarillas y, aunque el plazo inicial de las medidas era de una semana, se mantuvieron hasta el once de noviembre …¡casi dos meses después de imponerlas!.
¿Seremos capaces de aplicar los aprendizajes que la historia nos brinda?, ¿por ejemplo de los gripe de 1918?.
Posteriormente llegaron dos nuevas oleadas diferentes, que afectaron tanto a una ciudad, como a la otra, pero el resultado de víctimas y contagiados fue tan diferente entre Filadelfia y Seattle, que la primera encabezó los peores rankings de la pandemia en su país, mientras que la segunda protagonizó la menor afectación entre las grandes ciudades de los Estados Unidos y ello, un siglo después, nos debe servir de ejemplo para interpretar lo que hacer hoy, y aprender las lecciones de la historia… ¿seremos capaces?.