Noches de hotel, crítica teatral
17 Dic 2019
¿Quién no ha pensado alguna vez, al instalarse en una habitación de hotel, sobre las historias y los personajes que se alojaron en ella?, ayer o el año pasado; hasta el extremo de verse a uno mismo como otro nuevo protagonista de esa galería que terminaron por arroparse con las mismas sábanas. Ellas y ellos, más jóvenes y menos, ejecutivos solitarios, parejas de jubilados acumulando destinos turísticos, familias en vacaciones e, incluso, amantes alquilando la discreción de esos escasos metros cuadrados por horas.
“…las historias que pueden haber sucedido en las habitaciones de hotel…”
Sobre la alegoría de esa incesante sucesión de inagotables argumentos tejidos desde la realidad de la cotidianidad, poniendo el foco en el terreno en que la soledad, la incomunicación, los desengaños, la falta de ilusión y el estallido de una nueva; de sueños, de anhelos o de una simple escapatoria temporal, construye Mariano Rochman el texto de “Noches de hotel”, mezclando la comedia con la tragedia, a través de cuatro escenas que transcurren en habitaciones de hotel, protagonizadas por cuatro seres humanos, dos hombres y dos mujeres, cuyas historias se entrecruzan, las unas con las otras.
Tal como se recoge en el programa de mano de la obra, “Nada es lo que parece, nadie es completamente inocente, ni culpable” …en unos encuentros que acaban en desencuentros, pero son los propios personajes, individualmente, los que, quizás, no se encuentren a sí mismos.
“Dos desconocidos se encuentran”
Una gran cama monopoliza el protagonismo de la escenografía fija creada por Juan Sebastián Dominguez para acoger las historias de Victoria, Alex, Elena y Hugo, complementada con los elementos de un mobiliario que evidencia la estética de una habitación de hotel, que no tiene por que ser siempre la misma, de hecho en cada escena se personifica como diferente, través de la iluminación creada por Raquel Rodriguez.
Las mentiras y las medias verdades se convierten en protagonistas de la trama presentada por Rochman, con un ritmo ágil que transcurre hacia un final que el público comprende, desde muy pronto, que no lo sorprenderá, a pesar de lo cual disfruta del espectáculo, quizás por el espejo de realidad que supone; y la vida, el día a día, no tiene un fin en sí mismo, ya que la continuación es su esencia.
El elenco formado por José Bustos, Sauce Ena, Xoel Fernández y Elena Rey, aporta credibilidad a sus personajes, con un desempeño actoral homogéneo, tanto en las interpretaciones en las que interactúan unos con otros, como en los momentos de monólogos con lo que todos ellos cuentan.
“¡Todo el mundo tiene secretos!”
Tragicomedia amable que se deja ver manteniendo el interés del espectador, convertido en un “voyeur” que se asoma a las realidades de los “otros” que habitan esas habitaciones de hotel, a veces llenas de morbo y otras de desencanto y frustración, pero siempre sugerentes, hasta despertar la curiosidad de quienes no saben lo que suceden en ellas, aunque aquí el ‘hueco de la cerradura’ es sustituido por la visión que se disfruta desde las cómodas butacas de los Teatros Luchana.