Mil Novecientos Setenta Sombreros, crítica teatral
25 Oct 2020
Una fuerte ráfaga de viento atraviesa la pista central del Teatro Circo Price, ofreciendo una sugerente imagen a medio camino entre la realidad y la fantasía, haciéndonos retroceder en el tiempo para volver a 1970, justo en el día en que se realizó la última representación sobre las instalaciones de su segunda sede en la Plaza del Rey, en Madrid. La gran Pinito del Oro actuó por última vez ese día y junto a ella vuelven a escena, ante nuestros ojos, el fakir Daja Jarto; la trapecista Miss Mara; la amazona y acróbata Matilde de Fassi, además de heredera de Thomas Price; el empresario Arturo Castilla y el escritor Ramón Gómez de la Serna, gran aficionado al circo, que en sus ‘greguerías’ decía de sí mismo «No soy un pensador, yo soy un mirador; todos ellos junto al irrepetible Charlie Rivel creador de un estilo propio, a través de su sabia mezcla de gesto y silencio, remarcada con sus celebres aullidos.
Asistiremos a la gran crisis del payaso…¡con todos ustedes el payaso que quería dejarlo!.
De entre todos ellos surge el maestro de ceremonias quien nos anuncia: ¡Bienvenidos, querido público! …asistiremos a la gran crisis del payaso…¡con todos ustedes, el payaso que quería dejarlo!.
El Circo Price se inauguró en 1853, siendo instalado en el Paseo de Recoletos, trasladándose en 1880 a la Plaza del Rey donde permaneció hasta 1970, reaperturándose en 2007, en su actual sede de la Ronda de Atocha.
“¿Dónde va el mundo sin payasos?”
Cincuenta años después del cierre de lo que fue su segunda sede, en la que permaneció durante noventa años, se recuerda la historia de este mítico espacio a partir de una idea original de Aránzazu Riosalido, responsable, junto a Pepe Viyuela, de la dramaturgia de éste espectáculo de “Mil Novecientos Setenta Sombreros”, dirigida con un acertado ritmo por Hernán Gené, con producción del Teatro Circo Price. Componiendo un bello homenaje a todos quienes participaron de cada uno de sus espectáculos a lo largo de su historia y también, por supuesto, del público reunido en torno a ellos, atraído por los reflejos de un mundo mágico que le permitía evadirse de una cotidianidad, sin tantos brillos, retos imposibles y risas.
La puesta en escena diseñada por Hernán Gené y Mónica Florensa es de gran belleza, con una coreografía de Esther Acevedo que funciona perfectamente y con gran agilidad, todo ello iluminado de forma destacada por Pedro Yagüe. Buenas aportaciones de Javier Almela en el espacio sonoro, Bela Nagy en las videoproyecciones y Pepe Uría en el vestuario.
“¿Cuánto vale una risa?”
La música es una parte principal del espectáculo dando continuidad al mismo, con una estupenda selección de temas magníficamente interpretada, en directo, por Alberto Brenes, Raúl Márquez y David Sancho.
Pepe Viyuela se muestra en su mejor versión dando vida al ser humano que hay tras el payaso que protagoniza la trama que se nos comparte. Entrañable y capaz de hacer la magnífica recreación de Charlie Rivel que nos regala, de provocar nuestras risas, pero también de mostrar la congoja del drama que toda vida encierra. Junto a él, Juanjo Cucalón, Jaime Figueroa, Hernán Gené, Marta Larralde y Miguel Uribe, como intérpretes, además de Charo Amaya, Patricia García Carrasco, Javier González “Romero”, Isa Belui, Coral Quiñones y Diego Andrés “Totobi”, como artistas de circo, componen un elenco que funciona perfectamente. A destacar la estupenda recreación del movimiento del “coro”, al modo y forma del teatro clásico, remarcando la acción de los protagonistas en cada escena.
“El final sólo es un punto y aparte”
Espectáculo para todos los públicos con el que acierta el Teatro Circo Price con su producción, en la que todos quienes participan aportan el máximo de si mismos para componer en, imagen real, lo mejor de nuestros recuerdos sobre el ‘Circo’, pero que también supone una proclama sobre su pervivencia hoy, porque como se dice en el texto de esta propuesta “El pasado siempre ilumina el presente”.