Mateo Ruiz Oriol: Elogio a un hombre discreto y gran directivo
27 Ene 2017
Corría el año 1972 cuando el catalán Mateo Ruiz Oriol se incorporó como director general adjunto a la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, haciéndose cargo, poco tiempo después, de la dirección general, la cual ocupó hasta 1990, año de su jubilación. En esos dieciocho años la entidad financiera madrileña, pasó de unos recursos de 35.000 millones de pesetas, a gestionar más de billón y medio (multiplicando su balance por veintiocho), mientras su red de oficinas lo hacía por ocho (pasando de 100 a 875).
D. Mateo, que era como era conocido, y reconocido, por toda la plantilla que trabajaba a sus órdenes, era un hombre discreto, gran profesional, conocedor de lo que se traía entre manos, muy querido por todos sus colaboradores, sin que ello le impidiera ejercer el mando desde un adecuado nivel de exigencia, pero sin hurtar el reconocimiento a quien lo merecía y capaz de instaurar una meritocracia real en esa casa, que fue una de la claves para conseguir aquella plantilla tan comprometida e identificada con el proyecto, verdadera pócima milagrosa del éxito de esos años.
En los dieciocho años de Mateo Ruiz Oriol en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, multiplicó los recursos gestionados por veintiocho, manteniendo los más altos niveles de solvencia entre las entidades financieras españolas y europeas.
Tuve la fortuna de formar parte de ese proyecto y participar de esa época dorada, y personalmente me impactó la sencillez de D. Mateo, y su sentido común.
En una ocasión, en la que yo, por ciertas casualidades del día a día, tuve la oportunidad de estar presente, como oyente, sin voz ni voto, en un Comité de Dirección de los de la época, parte del cual eran los directores de zona de entonces, lo que facilitaba la comunicación y la cercanía, sobre la problemática que el día a día presentaba en las oficinas, sin haberse aplicado aún las mastodónticas estructuras que luego vinieron, para colocar a tantos “propios” de los que llegaron como “ajenos”.
Fui testigo de una frase que expresó su forma de hacer: un director de zona le propuso abordar cierto tipo de operaciones, D. Mateo escuchó atentamente, y cuando su interlocutor terminó su exposición, le preguntó, ¿pero, eso suma o resta?.
Antes de Blesa y Rato, Caja Madrid fue una entidad de éxito y prestigio reconocido.
La pregunta que D. Mateo hizo ese día, se debería haber planteado en muchas ocasiones, años después de él abandonar su responsabilidad, por ejemplo a Miguel Blesa de la Parra, antes de que éste constituyese, con los fondos de la entidad, una bodega de vinos y cavas, a más de 500 euros la botella en su despacho, o a Rodrigo Rato y Figaredo, antes de pagar con su “tarjeta black» en bares de copas a altas hora de la madrugada, se tratara de los servicios de que se tratase.
Su sentido común: «explíqueme, ¿eso suma o resta?»
Parece evidente que la causa principal del por qué D. Mateo Ruiz Oriol fuera parte de la mejor época de la Caja de Ahorros de Madrid que, por entonces, era la entidad financiera española mas solvente, entre las europeas, junto al Banco Popular, fué justo lo que faltó para que esa misma casa iniciase su imparable declive, hasta devenir en el “frankenstein” llamado Bankia, gracias fundamentalmente a la politización aplicada al sector del ahorro, hasta terminar en manos de su competencia, proceda ésta de Santander, de Bilbao o de donde sea.
Mateo Ruiz Oriol, falleció el pasado 23 de enero, casi nadie en la Bankia de hoy sabrá quien fué él, lo que hizo por esa casa y lo bien que lo hizo.
Hace unos cuatro años, antes de abandonar mi vinculo profesional con esa entidad, tuve la oportunidad de hablar con uno de sus hijos y compartir con él los buenos recuerdos que personalmente guardo, y siempre guardaré, de su padre. Hoy lo hago en público, a través de este pequeño homenaje y seguro que él, desde su sencillez, y modestia, al enterarse, tendrá un pequeño gesto de incomodidad, pero permítamelo, D. Mateo, usted se lo merece.
Artículo publicado por @elespanolcom el 02/02/2017: http://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20170130/190050996_7.html
Artículo publicado en @elperiodico el 12/02/2017: http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/mateo-ruiz-oriol-elogio-hombre-discreto-gran-directivo-115905
Gran profesional y todo un caballero
PAT, muchas gracias por el comentario y la participación con este blog, https://www.traslamascara.com. Efectivamente, D. Mateo, fue gran profesional que sirvió de ejemplo a todos quienes tuvimos la fortuna de formar parte de los equipos que él dirigió, moviéndose de forma más que adecuada entre la exigencia, siempre necesaria en el mundo de la empresa, y el respeto y consideración hacia sus colaboradores; como usted dice, todo un caballero.
Personalmente, le debo mucho. Cuando llegó, los que en aquellos momentos ya ejercían como «dinosaurios», guardianes de esencias en una Caja que creían de su propiedad, le llamaban «el catalán» despectivamente. Sin embargo, para los jóvenes que queríamos poner la Entidad a disposición de los clientes con un sentido de la profesión moderno y eficaz, era un soplo de aire fresco, participativo, de alguna manera emocionante. Comenzaron los cursos de formación, hasta ese momento ausentes. Recuerdo el primero, en el que me incluyeron: «Dirección participativa por objetivos», impartido por Consultores Españoles en el edificio MacCrohon. Hay que recordar que hasta muy poco antes, cuando un cliente «se atrevía» a solicitar un préstamo en una sucursal, se le enviaba «a la Central». Pues bien, en un atrevido gesto, D. Mateo, en asamblea de jefes de sucursal, comunicó un acuerdo importante: los jefes podrían conceder por sí mismos, con los requisitos acostumbrados (2 avalistas), hasta 100.000 pesetas. Era una prueba de confianza enorme en los profesionales, una delegación de algo que sonaba a verdadero «poder». Pues bien, recuerdo que en medio del murmullo se elevó la voz de uno de los más conspicuos dinosaurios, que gritó a pleno pulmón: ¡de eso nada!¡Yo no pienso hacerme responsable de que luego un individuo no pague ese préstamo, yo no haré uso de esa facultad! Los jóvenes no nos lo podíamos creer. O sí. Sabíamos a qué generación queríamos relevar. Y lo hicimos, con tiempo. Pero no fue fácil, y para ello siempre contamos con el apoyo de Don Mateo. Para él tampoco fue fácil por las alturas, porque tuvo que templar muchas gaitas y repartir subdirecciones entre personas enfrentadas, y al final ver como un soberbio nombrado por políticos, Terceiro, le relegaba. Pero eso ya es otra historia. Mi mensaje a la familia es, finalmente, éste: pueden sentirse orgullosos -lo sabían ya, claro- porque su padre fue una persona excepcional.
Muchas gracias, Miguel Angel, por tu comentario y participación en esta web, https://www.traslamascara.com, al hilo de las lineas que dediqué a D.Mateo. Coincido contigo en lo que calificas como el «soplo de aire fresco» que él representó para esa entidad tan querida por todos los que fuimos parte de su proyecto en esa época. Para mi lo verdaderamente importante es el ciclo de éxito por la que supo canalizarla, seguramente en los dieciocho años de mayor cambio de su historia. Una pena que quienes le sustituyeron en la responsabilidad de dirigir los designios de esa «casa», hasta demostrar su incapacidad para el desempeño de esa responsabilidad, como, por contra, si supo hacer D. Mateo, un ejemplo que nos iluminó a muchos.
Buenas tardes Mario
Yo era muy joven en esa época, pero si puedo decir que solo he escuchado hablar bien de D. Mateo por personas cercanas a mí.
Aprovecho esta líneas a enviar un fuerte abrazo a la familia y en especial a Alejandro, que en nuestra juventud compartimos algún viaje de esquí.
Gracias, Nacho, por tu comentario y participación en esta web, https://www.traslamascara.com, al hilo de las líneas que escribí como mi pequeño homenaje a D. Mateo y su ejemplar forma de hacer en los dieciocho años que dirigió esa «casa» que tanto quisimos y a la que tanta energía entregamos. Me uno a tu abrazo para toda la familia del Sr. Ruiz Oriol. Gracias y saludos.
El tiempo, que todo lo pone en su sitio, nos ha dado la razón a todos aquellos que pensamos que la llegada de D. Mateo a Cajamadrid, y los años en que la dirigió, fueron los de máximo esplendor de nuestra Caja, no solo por el negocio y crecimiento generado, también por laconfianza que los clientes nos demostraban y por la entrega y compromiso de todos los,que perteneciamos a su plantilla. Sin duda, labor callada de un hombre comprometido con su labor de dirección, que supo llevar la nave a buen puerto.
Desde estas lineas mi admiración hacia su persona., y mis condolencias a su familia
Gracias, Carmen, por el comentario y la participación al hilo de lo comentado por mi en este pequeño homenaje a D. Mateo. Como bien dices lo que mejor ilustró esa época en la que él dirigió esa «casa» tan querida en la que trabajamos y dejamos todas las energías que fuimos capaces de generar era la felicidad que los trabajadores teníamos por acudir a nuestros puestos de trabajo, la confianza que los clientes tenían en la marca y en quienes la representábamos y la alegría contagiosa que marcó aquellos años. Gracias y un beso.
Durante varios años, mis primeros años laborales, tuve la fortuna de trabajar en la Entidad que dirigía, con acierto debo decir, Don Mateo. La sensación siempre fue buena, de trabajo bien hecho, reconocimiento y ética profesional. Sólo tuve experiencias positivas en ese sentido, tengo que decir, y eso, como decías en el artículo, generaba cercanía, motivación entre los empleados y, por supuesto, compromiso con el proyecto. Sin otras valoraciones, que no creo que sean objeto de este artículo, creo que fue una etapa dorada, para todos los actores (Entidad, clientes y empleados).
Por supuesto, no puedo olvidarme de enviar un caluroso abrazo a Alejandro, su hijo, con el que compartimos muy buenos momentos, fuera del ámbito profesional. Gracias por el artículo, Mario, brillante.
Muchas gracias, Antonio, por tu comentario y la participación en esta web, https://www.traslamascara.com, al hilo del pequeño homenaje que escribí para D. Mateo. Coincido en todas y cada una de las cosas que dices de aquella época, que tanto hemos echado de menos y vimos, y vivimos, como se fue deteriorando, hasta convertirse en un vago recuerdo. Si algo ilustra aquel momento y la forma de trabajar entonces, era la alegría con la que todos acudíamos a nuestros puestos de trabajo, esforzándonos, dando el máximo, pero sintiéndonos parte de un todo y reconocidos; sin duda méritos todos ellos que partían de la persona que dirigía entonces: D. Mateo Ruiz Oriol. Gracias a ti, Antonio, y un fuerte abrazo.