Manipulación de poder
11 Abr 2019
Poder y manipulación son dos conceptos, vinculados a través de esas dos palabras, que han permanecido unidos a lo larga de la historia de las civilizaciones, desde que el mundo es mundo y el ser humano lo es, tanto como hombre, como mujer.
“Aquel a quien le gusta que le adulen es digno del adulador” (Enrique VIII)
Los ejemplos de manipulación desde el poder, para mantenerlo, conseguirlo o simplemente imponer la voluntad de quien lo ostenta, son reiterados a lo largo de la historia, aunque, como ejemplo, resulte más que alegórico el caso de Enrique VIII, propiciando una secesión respecto de la iglesia de Roma, constituyéndose el mismo como jefe religioso de esa escisión, creando lo que se conoció como “Reforma anglicana” para, entre otras cosas, cumplir con sus deseos propios e intereses particulares.
El poder, sea en el ámbito de la cosa pública o en el ámbito privado de empresas y multinacionales, siempre ha tenido muy cerca de sí a la manipulación; ¿qué es si no todo lo ocurrido dentro del conocido caso Volkswagen?, dónde desde el máximo nivel ejecutivo de uno de los principales fabricantes automovilísticos se manipuló los sistemas de medición de las emisiones contaminantes en sus vehículos; o el acuerdo explícito de varios de los principales bancos mundiales (desde Deutsche Bank a Citigroup, y desde Barclays a Societe Generale, entre otros) para distorsionar torticeramente, a su favor, la tasa Libor utilizada como referencia en el 60% de las hipotecas referenciadas como variables.
“El poder real es económico, entonces no tiene sentido hablar de democracia” (Eduardo Galeano)
¿Qué era si no manipulación, el argumento de la existencia de armas de destrucción masiva en el régimen de Sadam Husein que sirvió de coartada en la invasión de Irak en 2016, más allá de los tics dictatoriales de éste?.
Pero la actualidad nos sirve unos hechos pegados a nuestro día a día que nos vuelven a demostrar que los conceptos poder y manipulación estuvieron, están y, seguramente, permanecerán pegados el uno al otro, de manera casi indivisible.
“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” (Lord Acton)
Un hombre tan tibio y templado como Mariano Rajoy, siempre desposeído de pasión en las cosas que hace (y hacía) en alegoría hiperbólica del concepto de funcionario, sea como registrador de la propiedad, sea como ministro, como presidente del Gobierno o, incluso, al andar en un tono monocorde y arrítmico, sin nunca llegar a arrancar a correr (¡faltaría más!). Que hizo de la previsibilidad el rasgo de sí mismo del que más orgulloso se sentía, presidió un Gobierno desde el que se canalizaron instrucciones a los medios de la seguridad del Estado de las que un funcionario adscrito a la DAO (Dirección Adjunta Operativa) de la Policía hablaba sin tapujos para obtener información sobre la financiación de un partido político (Podemos) en nombre del entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y de quien a éste nombró; al tiempo que un miembro de la policía, en sede judicial, ha reconocido que participó en el operativo bautizado como “Operación Kitchen” dentro del cual se asaltó una vivienda propiedad de Luis Bárcenas, en busca de la documentación que podría custodiar éste en relación a la ‘presunta’ financiación irregular del Partido Popular (PP), y su denominada “caja B”, lo cual se hizo sin mandamiento judicial, lo que vulnera la legalidad, obedeciendo a unas órdenes políticas que priorizaban los intereses privados, de quien ejerce el poder, por encima del interés público del Estado y su ciudadanía, ausente de la intervención objetiva de la Justicia y financiadas con ‘fondos reservados’, es decir a cuenta del dinero recaudado, vía impuestos, al sufrido contribuyente español, a usted y a mí, entre millones de otros.
“El poder lo contamina todo, es tóxico. Es posible mantener la pureza de los principios mientras estás alejado del poder. Pero necesitamos llegar al poder para poner en práctica nuestras convicciones. Y ahí la cosa se derrumba, cuando nuestras convicciones se enturbian con la suciedad del poder” (José Saramago)
Hoy con el Sr. Rajoy ejerciendo como registrador de la propiedad, con el Sr. Fernández Díaz fuera de las listas electorales del 28-A, pero formando parte de la ‘Ejecutiva’ del PP y con Ignacio Cosidó como portavoz “popular” en el Senado, es parte de la cúpula policial bajo el mando de ellos tres, quien está investigada, incluido quien fue su Director Adjunto Operativo (DAO), Eugenio Pino, imputado por cohecho, malversación, prevaricación, robo y allanamiento de morada, con prohibición de salir de España y con el pasaporte retirado por decisión judicial.
Enrique VIII fue capaz de crear una nueva iglesia y una nueva religión a cuya cabeza se puso él mismo para satisfacer sus deseos, y el ex-presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy Brey, desempeñando tal función y quizás para huir del «M. Rajoy» que aparecía en los “papeles de Bárcenas”, entre otras cosas, pudo utilizar, presuntamente, medios públicos para satisfacer intereses privados, demostrando una vez más la cercanía entre los conceptos de poder y manipulación, antes, como ahora y siempre…¡visus est!.
Artículo publicado en @elespanolcom el 12/04/2019: https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20190412/manipulacion-poder/390530944_7.html