Macho grita, crítica teatral

30 Ene 2024

Dos años después de haber encontrado un razonable éxito de taquilla con ‘Lorca en Nueva York’, Alberto San Juan vuelve al formato musical, arropado por su ‘banda’, para protagonizar el espectáculo “Macho grita” en el que con menos protagonismo canoro, pero con un terreno más compartido con la conferencia, desarrolla su propia tesis sobre la identidad del concepto de lo ‘español’ aunque en lugar de publicitar esa reflexión intelectual en los carteles anunciadores, busca un título más provocador con ‘Macho grita’, aunque el machismo solo sea una parte de lo anacrónico de lo español que se pone en la diana de su argumento, sin ser marginal que uno de los protagonistas en los que se basa ese rancio concepto sea Isabel I de Castilla, una mujer, a caballo entre los siglos XV y XVI,  de España, más conocida como la Reina Católica, esposa de Fernando II de Aragón, y madre de Juana ‘La Loca‘.

«Toda la sangre de España por una gota de luz” (León Felipe)

Esta obra, ahora programada en el Teatro Pavón, de Madrid, hasta el 27 de febrero de 2024, fue estrenada en el seno de la Compañía Nacional de Teatro Clásico al hilo de las revisiones sobre la visión del concepto de ‘Don Juan‘, sea a través de Zorrilla o de Tirso de Molina (El burlador de Sevilla), aunque la referencia al ‘Tenorio‘ ocupe tan solo los minutos iniciales de la propuesta, cuyo momento más brillante es cuando Alberto San Juan reconoce cuanto le hubiera gustado protagonizar ese texto, aunque ahora es consciente de que lo más cerca que está de ello es que le ofrezcan interpretar a Don Gonzalo de Ulloa (a la vista de su edad), “tengo cincuenta y cuatro años. Tendría suerte si me dieran el papel del ‘Comendador’. Ya nunca seré ‘Don Juan’. Y esto me resulta intolerable. Yo quiero hacer lo que quiera, cuando quiera, donde quiera, como quiera, con quien quiera…”.

“Don Juan es un tema eterno”

Lo que es indudable es la entrega con la que San Juan afronta este espectáculo cuyo momento más destacado es cuando declama el conocido texto, escrito por Santa Teresa de Jesús, de “Vivo sin vivir en mí, / y tan alta vida espero, / que muero porque no muero”, lleno de desgarro, de dolor, de emoción y de pasión; a veces gritado, quizás exagerado, pero con un resultado global brillante, sin duda, la perla de este montaje.

“¡Toda la vida he querido ser un macho!”

Más allá del machismo, que no aflora tanto como parecería a la vista del título de este montaje, se dan vueltas al concepto del nosotros y de los otros, para argumentar que la mezcla, la mixtura y el mestizaje son esencia en el propio concepto de raza de lo español a lo largo de los siglos, se trate de 1492, con todo lo vinculado a los nuevos mundos a los que llegó Cristobal Colón; del siglo VIII y los visigodos, o de la expulsión de los moriscos en el siglo XVI por parte de Felipe III, tras judíos y árabes, deslizando que todo aquello no fueron sino los antecedentes de lo que hoy se vive en los límites territoriales de esta España del siglo XXI por la presión migratoria.

“Españoles que madrugan, que trabajan …¡gente normal!”

Mención especial para la banda que da soporte al protagonista, director y dramaturgo de este montaje, compuesta por Claudio de Casas, Miguel Malla, Gabriel Marijuan y Pablo Navarro.

“Hay días en que pienso… ¡afortunadamente son pocos!”

Espectáculo que encuentra el adecuado eco en los militantes del oficio sobre la escena de Alberto San Juan, que proyecta su propia visión de lo que, a su criterio es la identidad de España, con una aproximación del concepto machismo menor a lo esperado, y anunciado; pero siempre interesante.

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