Los Quintana
29 Oct 2019
El género teatral de «La Revista» tuvo un amplio predicamento en la España de mitad del siglo XX, tanto en Madrid, como en Barcelona y algunas otras ciudades como Zaragoza, y esa especial mezcla de desenfado, humor y música, tomó, de nuevo, el Teatro Calderón de Madrid el pasado 21 de octubre, donde «Los Quintana» celebraron sus bodas de plata sobre la escena madrileña, en una única función, camino de volver a programarse en los próximos meses de esta temporada 2019/2020, igual que estuvieron en ocasiones anteriores con montajes como “Lo peor de los Quintana”, “Noc, un auténtico vodevil” o “Las chicas del zapping”.
En esta ocasión ofrecieron una propuesta trufada de algunos de los pasajes de sus más celebres montajes, todos ellos desarrollados desde el travestismo, pero de lo que rebosan, aquellos y ésta, es de sentido del humor, risas y sonrisas. A destacar la recreación del personaje de Rafaella Carra, haciendo un recitativo con la letra de su conocido tema de “Fiesta”, que abstraído de su música, adquiere un tono de drama y tragedia, que resulta muy original, casi sorprendente, en el marco de este espectáculo.
El montaje de “Los Quintana” para celebrar su 25º aniversario sobre la escena, tiene mucha pluma, pero, sobre todo, rebosa humor.
Los hermanos Quintana, David y Fernando, bonaerenses de nacimiento, fundaron hace veinticinco la compañía que lleva el nombre de su apellido, habiendo creado un estilo propio en el que maridan el sentido del humor y la música, en un formato con aires de “varietés” que nutren a base de textos de ciertas canciones, de eslóganes publicitarios, de pasajes de conocidas películas y de referencias a culebrones. Los intérpretes de sus personajes no cantan, ni siquiera recitan el texto, ya que todo el sonido se sustenta en “playback”, pero el trabajo de sincronía de labios o fonomímica que realizan es más que destacado.
En esta única función del 21 de octubre, estuvieron acompañados de su elenco habitual en Madrid, con José Cobrana, Ricky Mata, Carlos Chacón y Joan Salas, en las caras de todos ellos, como en las de David y Fernando Quintana, se percibía el deseo de volver pronto a la escena madrileña. La ovación que recibieron del público, mayoritariamente puesto en pie para despedirles, lo testimonia.
Desenfadado, divertido y con una muy buena puesta en escena. Un espectáculo que te hace pasar un buen rato, y eso siempre es de agradecer.
Así es. Gracias, Carmen, por tu comentario.Besos.