Los pazos de Ulloa, crítica teatral
19 Oct 2021
En este año 2021 se conmemora el centenario de la muerte de Emilia Pardo-Bazán y de la Rúa-Figueroa, conocida popularmente por el uso de su primer apellido compuesto o bien como Doña Emilia. Mujer de firmes convicciones y fuerte carácter, nacida en el seno de una familia perteneciente a la nobleza, por cuya herencia llegó a ser condesa, además de facilitársele el acceso a la mejor educación posible en sus tiempos, especialmente en lo relativo a las humanidades y los idiomas, habiendo alcanzado el dominio de las lenguas francesa, alemana e inglesa. Su incesante curiosidad, y deseo de aprendizaje, también la adentraron en áreas de conocimiento como la filosofía y los avances científicos,
Doña Emilia fue la primera mujer en ser admitida como socia del Ateneo de Madrid, en 1905, para un año después conseguir presidir la sección de literatura de esa institución; siendo también la primera en ser nombrada catedrática, lo cual alcanzó en 1916 en la Universidad Central, actual ‘Complutense’ de Madrid. Sin embargo sus tres intentos de formar parte de la Real Academia Española (RAE), en 1889, 1892 y 1912, no lograron fructificar a pesar de contar con el apoyo de notables intelectuales de la época.
“Yo soy una radical feminista; creo que todos los derechos que tiene el hombre debe tenerlos la mujer” (Emilia Pardo-Bazán)
Pardo-Bazán fue precursora del feminismo y los justos derechos de las mujeres, poniendo el foco en la necesaria educación como algo esencial en la propia autonomía de cualquier ser humano. Fue una mujer culta como pocas en su época y una persona contradictoria como muchas, feminista y a la vez conservadora (habiendo llegado a defender el carlismo), católica practicante y liberal en cuanto a las relaciones sexuales fuera de la institución del matrimonio y de convencionalismos; fue, en fín, moderna y antimoderna a la vez, “progresista, radical y conservadora al tiempo” tal como afirma la historiadora Isabel Burdiel. Doña Emilia fue perfecta en su imperfección, dejando su huella en todo aquello de lo que participó.
Como merecido homenaje al legado de la novelista, periodista, ensayista, crítica literaria, poetisa, dramaturga, traductora, editora y conferenciante, autora de “Los pazos de Ulloa”, el Teatro Fernán Gómez, en su Sala Guirau, programa su obra más reconocida con una adaptación de Eduardo Galán, dirigida con acierto por Helena Pimenta, en lo que es su primer trabajo teatral tras su paso al frente de la CNTC. En el propio hall de acceso al teatro se exhibe una exposición sobre el periplo de Doña Emilia en Madrid, en la que se muestran documentos personales, libros, vestidos y otros enseres que acercan al público a los perfiles y obra de la merecidamente homenajeada.
“¿Cuál es el deber de los sacerdotes?»
La adaptación de Galán, dirigida por Pimenta, nos presenta al personaje de don Julián, un ‘curilla’ tal como se refiere a él su señor el Marqués de Ulloa, como narrador de la trama, dirigiéndose al público en primera persona al inicio de la representación, al igual que lo seguirá haciendo en momentos puntuales de la obra, participándonos de la trama a través de sus particulares ojos, los de un hombre de origen humilde, hijo de una cocinera y asistenta, quien profesó su carrera eclesiástica aun sin haber recibido la llamada de vocación alguna, persona débil que se deja llevar por los acontecimientos, que toma los perfiles del antihéroe, para, a través de su percepción, recrearnos la realidad de la España rural de finales del siglo XIX, especialmente de la Galicia de aquellos tiempos, espacio abonado para el caciquismo, que exprimía las consecuencias del analfabetismo, la hipocresía social y la crueldad, terreno en el que la explotación de la mujer y el abuso sexual eran norma, pero como bien indica Eduardo Galán en el programa de mano de “Los pazos de Ulloa” es un ‘monumento contra la violencia y la brutalidad de los hombres contra los hombres y contra las mujeres’.
«Un sacerdote es capaz de hacer todas las cosas malas del mundo»
La escenografía diseñada por José Tomé y Mónica Teijeiro nos lleva hasta la Galicia rural de finales del XIX, con una construcción en madera natural que evoca aquella época, permitiendo recibir en su parte central acertadas videoproyecciones que sirven para convertir la escena rural en los distinguidos salones de un palacete aristócrata de la urbe de Santiago de Compostela. Teijeiro y Tomé también son los responsables del diseño de vestuario que recrea con acierto el momento representado. Nicolás Fischtel se enfrenta a la habitual dificultad de iluminar la escena de la sala Guirau del Teatro Fernán Gómez, debido a la limitada altura de su espacio escénico.
“La verdad prevalecerá sobre la mentira siempre”
Entre las interpretaciones destaca Pere Ponce en su recreación de don Julián, mostrando durante toda la propuesta las disquisiciones que le sobrevienen entre lo que entiende que debe hacer y lo que realmente hace, entre el sacerdote que es y el hombre que querría ser, entre lo que realmente desea y lo que se permite. Su monólogo en la escena final es brillante y vibrante.
Marcial Álvarez al encarnar a don Pedro Moscoso, el marqués de Ulloa, logra ser un malvado de libro, aún con unos excesos que resultan algo artificiales y con un registro demasiado estrecho, en cualquier caso el tirano que representa genera desprecio y rabia, aunque en alguna escena podría aportar un registro menos exagerado, lo cual sumaría puntos positivos a la credibilidad de su recreación.
“¿Qué son diez años en la vida de un hombre?”
Diana Palazón encarnando a Sabel y Rita (criada y prima, respectivamente de don Pedro), Esther Isla como la sufrida e inocente esposa del Señor de Ulloa; Francesc Galcerán igual de creíble como Primitivo (capataz de Los Pazos) y Señor de la Lage (padre de Nucha y Rita); y David Huertas como médico rural de ideas progresistas, completan el elenco, dando la sensación de que la propuesta está compuesta por más de los mencionados seis actores, lo cual acredita el acierto de su desempeño conjunto.
Merecido, oportuno y trabajado homenaje a Emilia Pardo-Bazán, coproducido por ‘Secuencia3 ‘, ‘La Villarroel‘, ‘Olympia Metropolitana‘ y ‘Saga Producciones‘, que sin perder de vista que la sociedad debe seguir evolucionando, acredita el gran camino recorrido desde la época de la escritora a nuestra contemporaneidad, desde luego en la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres, pero también certifica que el futuro no hay que esperarlo, sino construirlo y crearlo como Doña Emilia hizo hace más de cien años.