Los hermanos Machado, crítica teatral
08 Jun 2021
Dos seres nacidos de la misma madre, que comparten apellidos, creadores de texto a cuatro manos, quienes en el periodo de tres años; a veces exiguo, a veces eterno; terminaron ubicados en trincheras diferentes dentro de un mismo país, misma familia y distintos reproches, para coincidir en el enconamiento en sus respectivas ideas, filias o fobias, y en el cariño que, mutuamente y a pesar de todo, se mantienen.
“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero”
(Antonio Machado)
La dramaturgia de Alfonso Plou y la magia del teatro crean la posibilidad de que Manuel y Antonio Machado ajusten cuentas entre sí, en un reencuentro ficcionado en el que el mayor de los hermanos acude a la casa familiar buscando su paz interior, para que, una vez allí, se obre el milagro y el espíritu de Antonio, fallecido junto a la madre de ambos, converse con él, después de haber sido referencias intelectuales de los dos bandos en conflicto armado. Se trata de dar oportunidad al dialogo y superar el desgarro. Bienvenida sea la iniciativa.
Manuel y Antonio Machado firmaron en conjunto siete obras teatrales (“Las adelfas”, “Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel”, “La duquesa de Benamejí”, “El hombre que murió en la guerra”, “Juan de Mañara”, “La Lola se va a los puertos” y “La prima Fernanda”) entre 1926 y 1932, estando muy unidos en su juventud, apoyando ambos la instauración de la República en 1931, aunque tras el alzamiento militar de 1936, Manuel, el hermano mayor, se ubicó, e identificó, en el bando franquista, a pesar de haber llegado a ser socio fundador de la “Asociación de Amigos de la Unión Soviética”. Antonio siempre permaneció fiel en su militancia republicana, hasta morir en Colliure (Francia) en el exilio, el 22 de febrero de 1939.
“Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor”
(Manuel Machado)
El texto de Plou para armar las conversaciones entre Manuel y el espíritu de Antonio, hace un repaso detallado y acertado sobre los principales hitos de las vidas de ambos, en un tono de racionalidad y evidente cariño fraternal que, quizás, resulte algo falto de credibilidad por ayuno de visceralidad y de falta de un cierto punto de carga dramática, lo cual en estos tiempos de radicalidad máxima es de agradecer.
Carlos Martín y Felix Martín encarnan a los personajes de Antonio y Manuel Machado, respectivamente, dirigiendo la propuesta el primero. Felix Martín interpreta a Manuel desde la perspectiva de un hombre de orden, aparentemente seguro en sus convicciones en su aparición en escena, para irse transmutando, con el devenir de la propuesta, en el doliente admirador de su hermano, al que ya nunca podrá ver, pero que siempre echará de menos, hasta utilizar una frase de Antonio para enmarcar su propia experiencia vital “mi vida está hecha más de resignación que de rebeldía”, momentos antes de utilizar su propio verso para afirmar “Que la vida se tome la pena de matarme, porque yo no me tomo la pena de vivir”. Carlos Martín recrea al celebérrimo poeta español con un aire átono y algo falto de vigor, quizás en un exceso por exigirse encarnarle, de acuerdo a sus propias palabras como “…soy, en el buen sentido de la palabra, bueno”. Bueno sí, pero no por ello, falto del necesario carácter.
“Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno»
(Antonio Machado)
A destacar la prestación que aporta la joven actriz Alba Gallego, quien además de tocar el violín y cantar, es la encargada de representar todos los personajes femeninos que aparecen sobre la escena, desde Paca, la asistenta de la casa de Madrid, a Lola Membrives, la actriz que estrenó la obra conjunta de los hermanos de “La Lola se va a los puertos”, pasando por Eulalia (esposa de Manuel), Leonor (esposa de Antonio), “La Lunares” o Matea, hasta Pilar Valderrama quien encarnó los anhelos maduros de Antonio, sin encontrar en la mujer que personificó su ensoñación de Guiomar, la respuesta deseada, sino únicamente epistolar.
La escenografía, diseñada por Óscar Sanmartín, recrea la casa familiar de los Machado, sobre dos grandes mapas de España y Francia, con los nombres de las localidades en francés, acogiendo en la recreación lugares tan distintos como Madrid, Sevilla, Segovia, Baeza, Valencia, Barcelona o Colliure.
“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar”
(Antonio Machado)
“Los hermanos Machado”, producción de «Teatro del Temple” anunció su programación en el Teatro Fernán Gómez, del Centro Cultural de la Villa, de Madrid, del 13 de mayo al 6 de junio, pero la respuesta del público ha llevado a prolongar su estancia allí hasta el 13 de junio, lo cual habla de lo bien acogida que ha sido la propuesta, interesante de partida por los personajes en los que se basa, pero la forma en la que se desarrolla y la posibilidad de encuentro, aún ficcionado, que da a dos hermanos que vivieron la Guerra Civil desde bandos distintos, sirve de alegoría para que sean las dos Españas las que se encuentren a través de ellos y sus palabras.