Los cuernos de don Friolera, crítica teatral
en Teatro
12 Abr 2025
Como anillo al dedo le sienta la adaptación, y dirección, de Ainhoa Amestoy al esperpento creado por Ramón María del Valle-Inclán bajo el título de ‘Los cuernos de don Friolera’, que forma parte de la trilogía teatral conocida como ‘Martes de Carnaval‘, publicada en 1930, junto a ‘Las galas del difunto’ y ‘La hija del Capitán’, por quien vino al mundo bajo el nombre de Ramón José Simón del Valle y Peña.
“La Obra Divina está exenta de defectos. No crea usted en la realidad de ese Diablo que se interesa por el sainete humano, y se divierte como un tendero. Las lágrimas y la risa nacen de la contemplación de cosas parejas a nosotros mismos, y el diablo es de naturaleza angélica.”
El entramado bufo valleinclanesco alrededor del ‘teniente Astete’ y de su esposa, ‘Doña Loreta’, como ‘la obra maestra de una pintura absurda’, tal como afirma ‘Don Manolito’ en el prólogo; encuentra perfecto acomodo en esta propuesta que respetando el texto original es capaz de producir, al tiempo, sonrisas y reflexión, a partir de los efectos de unas habladurías que, sin otro matiz, son capaces, por sí mismas, de hacer saltar el estrecho concepto de la rancia hombría de un sujeto y de los colectivos de los que forma parte (el ejercito, sus vecinos, etc…), como antecedentes de las actuales ‘fake news’, tan corrosivas y lesivas aquellas, como éstas.
“En el cuerpo de carabineros no hay cabrones”
La trama es la tantas veces repetida y recreada en la historia, en la realidad y en la ficción, en la literatura y en la escena, pero Valle, en su texto, consigue poner en el disparadero todas las convenciones sociales de la época, y también las actuales, quizás impregnadas de una mojigatería y ñoñez excesivas.
La pieza, desde su inicio, raya a gran altura con el conseguido dialogo entre ‘Don Estrafalario‘ (Roberto Enríquez) y ‘Don Manolito‘ (Nacho Fresneda), brillantes ambos intérpretes, quienes a continuación recrearán, respectivamente, a ‘Don Friolera’ y ‘Pachequín’.
“Soy un militar español y no tengo derecho a filosofar, como en Francia”
Una interesante decisión de Ainhoa Amestoy es la de escenificar la trama en tres aproximaciones diferentes, la teatral que es la propia que ocupa la parte central y más extensa, una inicial a base de títeres y una final en el formato de ‘coplas de ciego‘, que interpreta magistralmente Miguel Cubero, quien durante la parte teatral asume también el rol de narrador.
Acertado ritmo el empleado por la directora en su aproximación, que se desarrolla sobre una escenografía muy versátil, diseñada por Tomás Múñoz, que emula las formas de una gran corrala, al tiempo que los aires de un acuartelamiento militar, contando con las adecuadas aportaciones de Ion Aníbal López en iluminación, Rosa García Andújar en vestuario, David Velasco Bartolomé en espacio sonoro, María del Mar Navarro en movimiento y Chema Noci en caracterización.
“El mundo me la da, pues yo me la tomo”
Ya hemos destacado las notables prestaciones que realizan Roberto Enríquez (Coriolano, El perro del teniente, La vuelta de Nora, La rosa tatuada, Fausto), como ‘Don Estrafalario’ y ‘Don Friolera’; Nacho Fresneda (‘Don Manolito’ y ‘Pachequín’) y Miguel Cubero (Nekrassov), como narrador, ‘ciego romancista’ y otros; pero ese estupendo nivel es alcanzado por todo el elenco, con Lidia Otón (Vuelan palomas. Arte de sermones para tiempos inciertos, La casa de los celos y Selvas de Ardenia, El animal de Hungria) gustándose en la escenificación del flirteo que protagoniza en el rol de ‘Doña Loreta’, Ester Bellver muy divertida, al tiempo que creíble, en la recreación de las formas de ‘la vieja del visillo’ de las que dota a ‘Doña Tadea’, e igual de eficaz como ‘Doña Calixta’ y ‘La Coronela’; Pablo Rivero Madriñán como ‘Bululú’, ‘Teniente Campero’, ‘El niño del melonar’, ‘El Coronel’, narrador y otros; José Bustos (Y…lo que el viento se llevó, Noches de hotel , Tres años) como ‘Curro Cadenas’, ‘Teniente Cardona’, ‘Merlín’, narrador y otros; e Iballa Rodríguez (Burro) como ‘La Moña’ y ‘Manolita’.
”El mundo es engaño y apariencia”
Gran resultado de esta pieza, con la que Ainhoa Amestoy acredita un destacado conocimiento de la obra de Valle-Inclán, lo cual debería propiciar la llegada de nuevas propuestas valleinclanescas a los Teatros del Canal y, desde luego, incentivar la gira de este montaje por el máximo número de teatros de nuestro país, como prueba empírica de la afirmación del autor gallego de que ‘En España podrá faltar el pan, pero el ingenio y el buen humor no se acaban’. Una pieza para saborear y disfrutar.
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