Los asquerosos, crítica teatral
03 Ene 2021
En pocas ocasiones, por no decir ninguna, la trama de un libro publicado apenas hace dos años, ha conseguido ser recreada en la escena teatral y nada menos que que sobre las tablas del teatro más longevo de España, cuyas representaciones, ininterrumpidas, se suceden desde el siglo XVI (año 1565) primero bajo la denominación de Teatro del Principe, y ahora conocido como Teatro Español, de Madrid.
El hito ha sido logrado por “Los asquerosos”, obra escrita por Santiago Lorenzo que en 2018 fue distinguida como libro del año en España.
“¿Pero, lo has matado?”
Jordi Galcerán (Invencible, Conversaciones con mamá, Toc Toc, El crédito/) y Jaume Buixó realizan la adaptación de la obra original hacia su versión teatral, consiguiendo mantener la esencia de la historia creada por Santiago Lorenzo, más allá de los diferentes lenguajes propios de la lectura y recreación visualizada de lo que ella sugiere, frente al ritmo que exige una historia recreada a la vista del público a través de actores que la interpretan, con un margen mucho más estrecho para la imaginación de quien se aproxima a su desarrollo.
“El último resquicio de humanidad que vi fue un ‘Lidl’…”
David Serrano (Los hijos, Port Arthur, Cartas de amor, La mentira) se ocupa de la dirección de la propuesta, acertando en el ritmo con el que la trama se presenta al público, apoyándose en una conseguida escenografía de Alessio Meloni que sabe hacer coincidir en la escena, a la vez, los diferentes entornos de los dos únicos personajes protagonistas, superando la distancia física entre ellos e, incluso, generacional. Buenas aportaciones de Juan Gómez-Cornejo en la iluminación y Miguel Malla en la composición musical.
“Rechazo la excesiva complacencia de un corazón que no hace del mérito ninguna diferencia; quiero que se me distinga, y hablándoos con franqueza, ser amigo del género humano no me cuadra en absoluto…” (Alcestes, en el ‘Misántropo’ de Molière)
Molière, en el siglo XVII, creó una de sus más célebres obras a través de Alcestes como personaje protagonista de su “Misántropo”, quien expresa su máximo desagrado por la sociedad del momento y los seres humanos con quienes compartir aquel momento de la historia, afirmando: “Rechazo la excesiva complacencia de un corazón que no hace del mérito ninguna diferencia; quiero que se me distinga, y hablándoos con franqueza, ser amigo del género humano no me cuadra en absoluto…”.
Y Lorenzo, en “Los asquerosos” describe a su misántropo particular a través de Manuel, un joven que huye de la urbe y metrópoli, por un incidente de resolución no comprobada, para, de acuerdo a los consejos de su tío, instalarse en uno de tantos pueblos abandonados de lo que se conoce como la “España vaciada”, redescubriendo la soledad, la atemporalidad, la ausencia de prisas y el ritmo natural del aquí y ahora del tiempo presente, el único real, para cuantas necesidades siente, desde dormir a comer, desde observar lo recurrente a escuchar el silencio.
“¿Podría ser feliz viviendo completamente solo, sin nadie cerca, conocido o desconocido?, solo yo solo”
Reflexiona David Serrano en el programa de mano de este espectáculo, “¿podría ser feliz viviendo completamente solo, sin nadie cerca, conocido o desconocido?, solo yo solo”, para incidir en ese mismo planteamiento, “¿no sería el aislamiento la mejor manera de huir de mi ansiedad, de mi estrés y de mis sentimientos de culpa?, todas las deudas son con la gente, y si no haya gente, no hay deudas”.
Pero el paraíso descubierto por Manuel se viene abajo cuando aparecen en él “Los asquerosos”, también denominados “mochufas” por el protagonista, urbanitas que llegan para contaminar su santuario, cargados de todos los aditamentos que les hacen dependientes de la tecnología, desde tablets a smartphones, con domótica en la cocina e incluso una cinta de correr sin ser capaces de abandonarse al trote por alguno de los muchos caminos rurales cercanos, a pesar del evidente sobrepeso que lucen en sus cuerpos, embutidos, eso sí, en ropa deportiva de marca.
“¿No sería el aislamiento la mejor manera de huir de mi ansiedad, de mi estrés y de mis sentimientos de culpa?, todas las deudas son con la gente, y si no haya gente, no hay deudas”
El camino del ermitaño, y misántropo, ya solo tiene una dirección, sufre una invasión y en su nuevo camino no solo superará la presencia de “Los asquerosos”, sino que romperá amarras con todo su pasado, incluyendo a su tio.
Uno de los grandes aciertos de este montaje teatral es el “casting”, con Secun de la Rosa recreando un creíble Manuel, devenido en ermitaño y misántropo, al que ofrece un perfecto complemento Miguel Rellán, como su tio, haciendo gala de una socarronería que le viene muy bien al personaje, en un alarde de naturalidad, con las gotas justas de ternura y mucha empatía.
“¡Son unos asquerosos!”
Una historia con ingredientes surrealistas, y un toque naif, pero que representa muy bien la necesidad del ser humano por volver a sus orígenes, y escapar del torrente de acontecimientos precipitados que las grandes urbes, y los ingentes medios tecnológicos que nos llevamos con nosotros, estemos donde estemos, recreando su virtualidad por encima de las cosas que realmente suceden. Una comedia que conseguirá esbozar más de una sonrisa, a pesar de revelarnos, como espectadores, que nosotros, también, somos parte de los «mochufas» y de “Los asquerosos”.