Liderazgo inspirador
21 May 2016
En los tiempos en los que fui directivo en el mundo de la empresa, descubrí lo que se ha convertido en una pasión en mí: el desarrollo de personas, inicialmente realizando lo que entonces se llamaba gestión de equipos, luego como formador, primero especializado en campos técnicos y luego más centrado en desarrollar competencias actitudinales, paladeando con especial deleite los procesos de promoción que muchos de los integrantes de mis equipos fueron afrontando en su desarrollo, lo cual me brindó los momentos de mayor satisfacción profesional, y hoy tengo el privilegio de poder dedicarme a ayudar a otros a conseguir los objetivos que ellos mismos definen, con compromiso y a su alcance, pero fuera de su caja de confort, gracias a la magia y la potencia del coaching.
Recién iniciada mi andadura como directivo, un grupo de “jóvenes cachorros”, entre los que me encontraba, estábamos alardeando de los hitos en nuestra gestión, en términos cuantitativos y de cifras, cuando un veterano, subdirector general en aquel momento, nos hizo una interesante reflexión: “seréis mejores directivos, cuanto mejores equipos forméis para la compañía”, poniendo el foco en lo que debería ser el objetivo de un líder en el mundo empresarial: la dirección de personas, concepto que debería ya haber exiliado de las empresas el caduco de “gestión de recursos humanos”, tanto por la palabra gestión en sí, como por vincularle el uso de recursos a las personas, como si se tratase de mobiliario o maquinaria.
Personalmente sigo recordando a un determinado “jefe” del que tuve la suerte de ser colaborador, conté con su confianza, me fué guiando, me mostró el camino a seguir, me sirvió de ejemplo, me fué retando con objetivos, haciéndome crecer sobre mis fortalezas, delegándome tareas sin esquivar su propia responsabilidad, potenciándome la autoestima, enseñándome a poner el foco en las soluciones y no en los problemas, para finalmente servirme de inspiración y ayudarme a crecer, tanto profesional, como personalmente. Hoy se que todo aquello que él hacía se resume en una palabra: liderazgo, y su ejemplo lo he seguido, hasta convertirme en una especie de explorador en busca del talento y las capacidades que todas las personas tienen dentro si para alcanzar su mejor versión, a la espera de ser descubiertas.
Tanto en el mundo de la empresa, como en cualquier ámbito, hay personas a las que se les otorga poder, pero no por ello son líderes, ya que el liderazgo es un regalo que otorgan quienes quedan alumbrados por él. Podríamos poner el ejemplo de un club deportivo que contrata a un determinado entrenador, haciéndole depositario del poder, pero no por ello se convertirá inmediatamente en líder de sus jugadores o atletas, sino que serán éstos quienes le reconocerán como líder o no, en función de los hechos y del día a día de su relación.
A finales del siglo XIX aparecieron los primeros entrenadores en el mundo del deporte, fue en Inglaterra alrededor de disciplinas como el atletismo, el remo o la hípica, y fueron los propios deportistas quienes fueron a buscar a determinadas personas para que les ayudaran en su desempeño, pero no buscaban a cualquiera, sino a aquellos cuyo liderazgo les inspiraba.
Para mí el principal rasgo que tiene el coaching es el liderazgo, entendido como personas que se atreven a liderar a otras, desde la inspiración y con entusiasmo, pero sin dar respuestas, sino planteando las preguntas adecuadas para que los coachees descubran su propio aprendizaje, rememorando a Sócrates: “…yo no puedo enseñaros nada, solo puedo ayudaros a encontrar el conocimiento en vosotros mismos”.
¿Qué herramientas tiene el líder para desarrollar su liderazgo?. Desde el coaching ontológico defendemos que la realidad se crea desde el lenguaje, lo que no se expresa no existe, con lo cual la principal herramienta para desarrollar el liderazgo es a través de conversaciones transformadoras.
Cualquier acción parte de una conversación que pueda estar pendiente, conversamos para convencer, para seducir, para influir, para reconocer, para reforzar, para expresar emociones, para pactar, para consensuar, etc… y las relaciones potentes que un líder necesita, para desarrollar y mantener su rol, se sustentan en conversaciones.
Sus conversaciones y su propio ejemplo es lo que marcará a un líder, que además creerá en su equipo, dandole confianza, reforzando a sus colaboradores y destacando el trabajo bien hecho, siendo, a la vez, exigente y manteniendo el foco en el objetivo.
Decía Sam Walton, empresario norteamericano, que “…los líderes sobresalientes salen de su camino para potenciar la autoestima de su personal. Si las personas creen en sí mismas, es increíble lo que pueden lograr” y ese es el reto en las organizaciones sistémicas: generar liderazgos inspiradores para que todas las personas alcancen la expresión máxima de su potencial; tarea en la que el coaching es una herramienta muy potente y definitiva.
“Trata a una persona como lo que es y seguirá siendo lo que es. Trátale como puede llegar a ser y se convertirá en lo que puede llegar a ser”. (W.A. Goethe).