Las golondrinas, crítica teatral

29 Nov 2023

Hace 7 años (2016) Daniel Bianco eligió para abrir su periodo como máximo responsable y director del Teatro de la Zarzuela, programar ‘Las golondrinas‘ bajo la particular visión que suponía la dirección de escena de Giancarlo del Monaco, consiguiendo un éxito absoluto, que en acertado guiño sobre lo circular que es la vida, también vuelve a ser reprogramada, esta pieza, en el momento de entregar el relevo al frente del templo lírico de la madrileña calle Jovellanos, a su sucesora Isamay Benavente.

“¡Qué felicidad! Somos como las campanas, siempre dando vueltas, siempre haciendo ruido, ¡hasta cuando tocan a muerto!”

Y este potente espectáculo ha vuelto a emocionar, impactar y conmover al público que se ha acercado estos días a disfrutar de él, en una obra que aúna, como pocas, una gran carga dramática, una música, de gran calidad, que suena rabiosamente contemporánea y una bellísima puesta en escena que aglutina a la vez, el espacio de la realidad con el de la fantasía, tiñendo aquella de una capa cromática de colores blancos, grises, negros y plateados, mientras ésta invade el escenario con una explosión de color, para conseguir, tal como indica Giancarlo del Monaco, alinearse en la mejor tradición teatral: ‘El juego del teatro dentro del teatro es la esencia de ‘Las golondrinas‘, para añadir mayor concisión: ‘puro teatro‘.

“¡Sí, sí, los titiriteros! Vida errante, vida inquieta: todo el mundo y todo el cielo cómplices de nuestro anhelo… de nuestra ilusión…”

El drama construido por los tres personajes principales, en triángulo entre dos mujeres y un hombre, ‘Cecilia’, ‘Lina’ y ‘Puck’, que llega a recrear maltratos en escena, además de un asesinato, tiene tanta fuerza como las peripecias personales de sus creadores, cuyo compositor musical, José María Usandizaga, tuvo una corta vida, que una tuberculosis truncó a los 28 años de edad cuando su talento, valorado por Amadeo Vives o Pablo Sorozábal como extraordinario, solo había aportado las primeras obras. Mientras que, por otra parte, los letristas Gregorio Martínez Sierra y María de la O Lejárraga vivían dentro de su matrimonio la peculiar peripecia de que el primero firmaba las obras que realmente creaba su mujer, lo cual documentó ésta por escrito en el texto ‘Gregorio y yo: medio siglo de colaboración‘, circunstancia que alcanzó el estrambote de que la hija de Martínez Sierra con la primera actriz de su compañía teatral, Catalina Bárcena, heredara los derechos de toda la obra literaria realmente escrita por Lejárraga, quien llegó a pleitear por ello a través de los tribunales. La realidad marca la ficción. 

“Caminar… caminar… sin descansar… Toda senda es un jardín”

El origen de ‘Las golondrinas’ está en un texto creado por sus libretistas en 1905 (Teatro de ensueño) bajo el título de ‘Saltimbanquis’, estrenándose como zarzuela, con música de Usandizaga, en el Teatro Circo Price, el 5 de febrero de 1914, que tras la prematura muerte del compositor fué adaptada a ópera, con arreglos de texto y partitura de su hermano Ramón, para ser representada por primera vez en el Teatro del Liceo, de Barcelona, el 14 de diciembre de 1929. Esta versión es la que se utiliza en la actual propuesta.

“Triunfar, vivir, aplausos … Vivir, triunfar…”

La obra se puede considerar dentro del verismo, como evolución del realismo, con un estilo musical que muestra una gran influencia de la escuela francesa.

“¡La más triste de todas las tragedias es la vida!”

La recreación de la espléndida, y magnífica, escena de la ‘Pantomima’, realmente bellísima, marca el punto álgido de este montaje, por lo demás irreprochable en su fuerza escénica, con una brillante dirección de Giancarlo del Monaco, que cuenta con las adecuadas aportaciones de William Orlandi con la escenografía, Jesús Ruiz en vestuario, Vinicio Cheli en la iluminación y Bárbara Staffolani en el movimiento coreográfico.

“¡Atención, que empieza la farsa! Colombina danza, Polichinela estudia, el Diablo se ríe…”

En la función a cuya representación asistimos, los papeles protagonistas fueron desempeñados por César San Martín (Policias y ladrones, Pan y toros) como ‘Puck’, Sofia Esparza (La tabernera del puerto) como ‘Lina’ y María Antúnez como ‘Cecilia’, lo cual realizaron con solvencia. Junto a ellos completan el elenco Jorge Rodriguez-Norton como ‘Juanito’ (hermano de ‘Lina’), Javier Castañeda como ‘Roberto’ (padre de ‘Lina’) y Mario Villoria como el pretendiente de ‘Cecilia’.

“Las memorias viejas siempre son amargas”

Justa mención merece destacar la prestación de los siete artistas de circo que enmarcan la trama en el medio en el que se desarrolla, aportando credibilidad, continuidad y una evidente belleza que comienza en el mismo inicio del espectáculo, entrando en acción desde la platea con destino al escenario, ellos son: Alex G. Robles (jefe de la troupee), Emilio Rodríguez (mago, bola, malabarista, zancudo), Nacho Serrato (acróbata, verticalista, monociclo), Néstor Marqués (acróbata, equilibrista, verticalista, contorsionista), Ángel Lee (acróbata, rueda cyr, escupefuego, diablo), Pedro Torres (monociclo, malabarista, cupido) y Sergio Dorado (clown).

“La vida hay que pasarla a tragos”

Juanjo Mena resultó convincente en su dirección musical y en la forma de aproximarse a la partitura de Usandizaga, destacando de manera especial el interludio, ampliamente ovacionado a su finalización, tanto por la dirección como por la prestación alcanzada en él por la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Excelente también, dentro de sus estándares habituales, el nivel mostrado por el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, bien dirigido por Antonio Fauró.

“¡El alma te la di entera en cuanto supe querer!”

Estas ‘aves de paso’ que son ‘Las golondrinas’ han vuelto a visitar el Teatro de la Zarzuela, con esta bella puesta en escena diseñada por Giancarlo del Monaco, que subyuga y atrapa, bajo las conseguidas melodías creadas por José María Usandizaga, a través de una historia de perdedores revestida del contrapunto de la realidad oculta tras las cómicos, creada en el seno de un conflicto de intereses entre los integrantes de un matrimonio por los derechos de autor de las obras publicadas bajo sus nombres. Espectáculo grande, y muy recomendable, al que debería llegar nuevo público.

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