Las creencias
23 Abr 2016
El diccionario de la RAE (Real Academia Española) define la palabra “creencia” como: “firme asentimiento y conformidad con algo”, según lo cual parece que el creer algo o en algo, o no, tiene que ver con la voluntad, alejado de un determinado hecho objetivo.
“Las creencias” en el mundo del coaching son, sin duda, el elemento básico de trabajo y en ellas se asientan, con mucha frecuencia, la raíz de los retos que los coachees plantean a su coach; en relación a ello, buceando por las centenares definiciones que hay sobre tal concepto, me parece muy acertada la dada por Jacobo Múñoz (publicada en “Compendio de Epistemología, Edit. Trotta, Madrid, 2000) a la que llegué a través de la difusión del trabajo de Antoni Defez i Martín (Anales del Seminario de Metafísica) en las “Revistas Científicas Complutenses”, titulado “¿Qué es una creencia?” (2005), donde dice así: “…es un estado mental, un estado mental dotado de un contenido representacional y, en su caso, semántico o proposicional y, por tanto, susceptible de ser verdadero o falso; y que además, dada su conexión con otros estados mentales y otro contenidos proposicionales, es causalmente relevante o eficaz respecto de los deseos, las acciones y otras creencias del sujeto”.
Todo ser humano está asentado sobre unas determinadas creencias, que inspiran nuestras conductas, definiendo nuestro “estar siendo”, para conseguir unos resultados determinados, si éstos no son los que queremos alcanzar, y nos comprometemos con el cambio y a hacer las cosas de diferentes maneras para conseguir unos resultados extraordinarios, deberemos llegar a plantearnos la creencia, o creencias, sobre la que se sustenta nuestra conducta; decía José Ortega y Gasset: “…las ideas se tienen, en las creencias se está” y la mejor de las noticias es que las creencias se pueden trabajar.
Existen creencias limitantes y potenciadoras, las primeras nos producen miedos, condicionando nuestro desempeño para actuar por debajo de nuestras capacidades reales, llevándonos a conclusiones sobre determinadas acciones que nos limitan, del tipo: “soy un perdedor”, “soy un mediocre”, “no sirvo para ésto” o “no lo voy a conseguir”, mientras que las creencias potenciadoras son las que multiplican nuestra capacidad para hacer determinadas cosas, dándonos un empuje extra, acercándonos hacia el éxito.
Desde el coaching decimos que somos creadores de nuestra propia realidad. Las creencias dan lugar a pensamientos y éstos a distintos comportamientos. Cada persona tiene construidas sus propias creencias en base al entorno en el que se ha desarrollado, las personas que han influido en él, su forma de hacer, su educación, sus valores, sus experiencias, pero tenemos un gran poder sobre nuestros resultados, ya que podemos elegir nuestras creencias y tenemos la capacidad de eliminar las creencias limitantes, sustituyéndolas por creencias potenciadoras.
Hasta el 6 de mayo de 1954 existía la creencia de que el límite temporal de un atleta, al afrontar los 1.609 metros de la milla, estaba en 4 minutos, nadie hasta entonces había conseguido bajar de esa marca y se hablaba del “muro de los 4 minutos”, sin embargo ese día, muy ventoso desde primera hora, el estudiante de medicina Roger Bannister, se enfrentó al reto y paró el crono en 3’59”4 lo que supuso batir el record mundial de la milla en 2 segundos (4’01”4). Tan solo seis semanas después el australiano John Lundy rebajó un segundo más esa marca, pero lo más asombroso fue que seis meses después otros veintiún atletas habían sido capaces de bajar de 4’ en la milla y en los nueve años siguientes fueron más de doscientos quienes lo consiguieron. Roger Bannister no solo fue el primer hombre en conseguir bajar de 4’, sino quien consiguió romper la creencia sobre los límites del ser humano para correr por debajo de ese tiempo los 1.609 metros, mostrando al resto de sus compañeros el camino.
El ejemplo de Bannister ilustra adecuadamente la importancia de las creencias. Cuando creemos en algo como verdadero nos predisponemos en un estado tal como si lo fuese. Utilizándolas correctamente, las creencias pueden proporcionarnos energía y ser la fuerza necesaria para conseguir nuestros objetivos y metas.
La creencia es una programación para el éxito o para la derrota, consciente o subconsciente. Si me digo: puedo hacerlo, se puede hacer; si me digo: soy un inútil, estoy abocado a la derrota.
En la vida y en el deporte triunfa el que no se rinde. No hay fracaso sino resultados no deseados en los que apoyarse para crecer. No hay fracaso, solo aprendizaje para mejorar.
Ni la victoria, ni el fracaso, son el fin en sí mismos, sino etapas hacia la excelencia.
Llegado este momento, te invito a que reflexiones sobre qué te limita y qué te potencia, en ello el coaching te será una gran herramienta de ayuda para descubrir cosas o situaciones, trayéndolas a tu cerebro consciente, que te puedan estar limitando, identificándolas para trabajar en ellas y sustituirlas por creencias potenciadoras, que te permitan hacer lo que tú viniste a hacer, aquello de lo que, realmente, eres capaz.