Ladies Football Club, crítica teatral

27 May 2022

En un mundo como el que vivimos hoy, lleno de competitividad y exigencia, cada nuevo hito profesional, de cualquier persona y en cualquier ámbito, editorializa sobre su desempeño en el aquí y en el ahora, y ello, por supuesto, también compete, quizás de manera especial, en el mundo del espectáculo.

Stefano Massini y Sergio Peris-Mencheta merecieron todos los halagos, el nuestro también, en su propuesta de ‘Lehman Trilogy‘ la cual calificamos de sobresaliente. Ahora, de nuevo, unen sus caminos presentando “Ladies Football Club”, una obra trabajada, con oficio, profesionalidad y talento, que calificamos de notable, pero que no llega a los niveles de aquella, sin alcanzar tampoco los de ‘Castelvines & Monteses‘ . En las dos obras antes referidas la música y la coreografía eran elementos principales, aún sin ser musicales en sentido estricto, sin embargo “Ladies Football Club” sí responde más a una pieza de esta clasificación.

El día 6 de abril del año 1917 (un viernes) la radio del frente anunciaba nuevos muertos. Entre ellos, el Principe Friedrich Karl, sobrino del Kaiser Guillermo. El día 6 de abril del año 1917 (un viernes) Lenin preparaba la Revolución Rusa. El día 6 de abrildel año 1917 (un viernes) Estados Unidos entraba en guerra. Pero, sobre todo, el día 6 de abril del año 1917 (un viernes), durante la pausa del almuerzo, once trabajadoras de la Doyle & Walker Municiones, once ‘munitionettes’ de manos amarillas empezaban a correr detrás de un balón.

El texto construido por Massini, adaptado por Peris-Mencheta junto a Daniel Val, recrea los hitos y la crónica de un grupo de mujeres obreras, trabajadoras en la fábrica de municiones de la Doyle & Walker, casi todas ellas esposas de soldados destinados en el frente militar de la ‘Gran Guerra‘, que crearon el primer equipo de futbol femenino de la historia, como evolución natural de dedicar la hora de su almuerzo a ‘dar patadas’ a un balón en el patio de la propia fábrica.

Aquellas pioneras sostuvieron el día a día de su familia y de la sociedad a la que pertenecían, protagonizando la vida y las necesidades de la retaguardia de la guerra: fueron madres, amas de casa, sustentaron y ganaron el pan para los suyos, mientras la guerra fagocitaba a sus maridos, padres e hijos, y toda aquella tensión supieron liberarla haciendo deporte, primero persiguiendo una pelota y luego organizándose para competir contra otros equipos, femeninos …y masculinos. La gran paradoja, en una nueva muestra de la involución que suele suceder a lo largo de la historia de la humanidad, es que el futuro, en ocasiones, termina por devenir mas antiguo que el pasado, para llegar a condicionar que algo tan normal como la practica del futbol femenino, haya estado prohibida en el Reino Unido hasta 1971.

“Once trabajadoras en tiempos de guerra”

Alessio Meloni, diseña una escenografía fija que recrea, en dos niveles, la estructura de la construcción de la fabrica de la Doyle & Walker, en cuyo patio empezaron las mujeres del L.F.C. a dar patadas a un balón, sin sorprender con ella, cuyos únicos cambios a lo largo de toda la trama se circunscriben al uso de un portón central en la parte baja y al diferente efecto que logra sobre ella la adecuada iluminación de David Picazo. Elda Noriega crea el uniforme vestuario que visten los once personajes y sus protagonistas, primero como hacendosas obreras ‘munitionettes‘ y luego luciendo las deportivas elásticas con rayas verticales negras (color original) y blancas (pintadas sobre el original), buena aportación en el recurso de como se hace visible al gerente ‘masculino’ de la fabrica en cada una de sus apariciones en escena. Destacada prestación de Litus Ruiz en la composición musical y Amaya Galeote en la coreografía, especialmente en uno de los números iniciales musicales en el que se recrea el funcionamiento de la fábrica de manera estupenda.

“¡O estás en la lista de las hijas o estás en las de las madres!”

Sin duda lo más destacado de esta propuesta es el desempeño actoral que logran las once protagonistas, todas excelentes, desde Silvia Abascal a Ana Rayo, completando la alineación Noemí Arribas, Alicia González, Belén González, Andrea Guasch, Carla Hidalgo, Nur Levi, Irene Maquieira, Diana Palazón y María Pascual, continuamente presentes en escena durante los más de 150 minutos de la propuesta, en una duración excesiva para una trama que no incluye ningún giro dramático, pero que sí exige una gran esfuerzo a todo el elenco actoral, que es culminado con éxito.

Gran acogida la dispensada por el público a esta nueva propuesta de Sergio Peris-Mencheta y su productora Barco Pirata, que consiguió agotar las localidades disponibles para todas las funciones desde los primeros días de su programación en la Sala Verde de los Teatros del Canal, claro que la excelencia de sus últimas producciones bien lo merecía. 

“¡No me interesan las posibilidades de derrota!”

Pieza teatral, con características evidentes de musical, que fácilmente podemos imaginar programada en un local de Broadway e incluso en la madrileña Gran Vía, pero que evita los perfiles de mayor peso dramático de la historia en la que se sustenta, desde las condiciones de trabajo de esas mujeres con manos amarillentas a base de manipular trinitrotolueno,  fabricando municiones de armamento para la guerra, cubriendo los puestos de trabajo de sus maridos por menos dinero del que la empresa les pagaba a ellos, hasta los detalles del duro día a día de sobrevivir en una época de gran conflictividad social, que no evitaba que fueran parte de explotación laboral.

En cualquier caso, al menos en la función a la que acudimos, el público, rápidamente puesto en pie, ovacionó la obra, de lo cual dejamos constancia, aunque la debida exigencia del crítico hace que mostremos que nuestras expectativas, en base a los recientes espectáculos de director y productora, no fueron cubiertas, aún calificando la propuesta de notable, sin alcanzar la excelencia. Cosas del peso de la púrpura.

 

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