La vida es sueño, crítica teatral
en Teatro
19 Sep 2019
En el mundo todos los que viven, sueñan…
La afirmación realizada por la sabia dramaturgia de Pedro Calderón de la Barca en esas ocho palabras forma parte del texto de su gran obra “La vida es sueño”, entendiendo el concepto grandiosidad no en lo cuantitativo, sino específicamente en lo cualitativo, y Helena Pimenta ha optado por esta obra para poner fin a su etapa al frente de la CNTC, igual que la utilizó para abrirla, hace ocho años, cerrando el círculo de su gestión. Entonces dando piel a Segismundo a través de Blanca de Portillo, y hoy haciendo protagonista, de un fantástico montaje, a los integrantes de La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, abriéndoles las puertas hacia el futuro, porque el hoy y el mañana ya son suyos.
Pimenta se vuelve a sumergir en Calderón de la Barca y lo hace de la mano de Juan Mayorga, a través de una excelente versión del académico de la RAE, que consigue demostrar la evidencia de que el clásico texto de la tragedia sobre el poder y sus abusos, el destino y el honor, y de los sueños enfrentados a la realidad, mantiene una absoluta vigencia, más de cuatrocientos años después de ser escrito el original de tan imprescindible obra.
”Sueña el rey que es rey, y vive / con este engaño mandando / disponiendo y gobernando / y este aplauso, que recibe / prestado, en el viento escribe / y en cenizas le convierte / la muerte, ¡desdicha fuerte! / ¿Qué hay quien intente reinar / viendo que ha de despertar / en el sueño de la muerte?”
La puesta en escena coordinada por Mónica Teijeiro, es magnífica, utilizando todo el espacio no ya de la caja escénica de la Sala Tirso de Molina, del Teatro de la Comedia, sino optimizando, además, todo el espacio disponible alrededor de la platea que acoge al público, igual que en las galerías de cruce, el puente de sala y todas las estructuras alrededor del telar, el peine y el clavijero que sobrevuelan el escenario, por donde transitan los personajes de Calderón, mientras el espectador vive la experiencia de compartir los lugares en los que transcurre la trama.
La escenografía es muy eficaz, desde la sencillez de un cortinaje traslúcido que ocupa el fondo del escenario, que sirve al talento de Juan Gómez Cornejo, como responsable de la iluminación, para conseguir estupendos y muy diferentes resultados, según los focos se proyectan sobre él, desde distintas situaciones, destacando el efecto de espejo que realiza con el personaje de Clarín, en todo un alarde técnico. A destacar el espacio sonoro de Eduardo Vasco, que consigue que tanto los diálogos, como la música en directo y los temas muy bien interpretados por Pau Quero, se oigan y entiendan perfectamente. Mención especial al original vestuario que combina ropajes clásicos en los casos de Rosaura y Estrella, con otros más contemporáneos en el resto de los personajes; al igual que a la acertada coreografía de Nuria Castejón.
“Sueña el rico en su riqueza / que más cuidados le ofrece / sueña el pobre que padece / su miseria y su pobreza / sueña el que a medrar empieza / sueña el que afana y pretende / sueña el que agravia y ofende…”
Esta nueva propuesta de “La vida es sueño” incluye alguna sorpresa que se cuela entre sus conocidísimas citas, de “¡Ay mísero de mí, y ay infelice! …” o “Cuentan de un sabio que un día…” como la música en directo, interpretada por hasta cuatro de los actores que participan del elenco, así como la originalidad de desdoblar partes del texto de Rosaura con otras dos actrices, al margen de quien interpreta a ésta, mientras se concentra ella en la expresión gestual del personaje. Incluyendo dos bellísimas escenas, por un lado cuando Segismundo vuelve al sueño que le devolverá a la realidad, cayendo sobre él unas burbujas que acentúan la alegoría, así como la escena de la batalla final, espléndida y estremecedora.
La interpretación de los miembros de la Joven de CNTC es vibrante y entregada desde un alto resultado coral, en el que destaca Irene Serrano como Rosaura, confirmando las excelentes sensaciones ya mostradas en anteriores trabajos como en «El desdén con el desdén”, bien acompañada aquí por Alejandro Pau, aún con algunos momentos de exceso de afectación, como Segismundo, y el sobrio trabajo de José Luis Verguizas, como Clotaldo; aunque, sin duda, la prestación de todo el resto del elenco es más que notable, desde el antes mencionado Pau Quero a Alba Recondo, pasando por Íñigo Álvarez de Lara, Mariano Estudillo, Anna Maruny, Aisa Pérez, Victor Sáinz, Fernando Trujillo y Juan de Vera.
“¿Qué es la vida? Un frenesí / ¿Qué es la vida? Una ilusión / una sombra, una ficción / y el mayor bien es pequeño / que toda la vida es sueño / y los sueños, sueños son”
Sobrecogedora belleza la que consigue inundar la Sala Tirso de Molina, del Teatro de la Comedia, en ésta nueva aproximación de Helena Pimenta a la tantas veces representada, y archiconocida, obra de Calderón de la Barca de «La vida es sueño”, en la que reconoce que han primado tres aspectos: rigor, respeto y osadía, para constatar que cuatro siglos después de ser escrita aún somos capaces de sorprendernos con nuevas aristas y giros en los que antes no habíamos caído, que convierten su caudal en inagotable, tanto en emociones, como en reflexiones.
Mientras escribo estas líneas me pregunto: ¿hemos visto la excelente representación que recuerdo o fue un sueño?, opto por lo primero y me apremio a felicitar a todo el equipo que lo ha hecho posible, con Helena Pimenta a la cabeza, gran trabajo y un estupendo punto final a su paso por la Compañía Nacional de Teatro Clásico.