La reina de la belleza, crítica teatral
22 Jun 2024
Martin McDonagh (1970) es un dramaturgo inglés con fuertes raíces irlandesas, muy vinculado al denominado ‘Teatro de la crueldad‘ cultivando, dentro de ese ámbito, una vertiente aún mas violenta, conocida como ‘in-yer-face’ que supone, para su obra, una especie de marca de agua que sus seguidores identifican. Su obra más famosa es ‘El hombre almohada‘ que se programó hace algunas temporadas en los Teatros del Canal, y ahora irrumpe de nuevo en la cartelera madrileña con su primigenia pieza teatral, ‘La reina de la belleza’, escrita en 1996, con la que fue reconocido con el premio del Círculo de la Crítica Teatral británica al dramaturgo más prometedor de ese año, siendo nominado, por ella, al Premio Tony a la mejor obra teatral en 1998.
“Esto es Irlanda …siempre se está marchando alguien”
McDonagh, en el original, describe una zona de Irlanda, en Leenane, marcada por la falta de posibilidades y oportunidades, donde, en una de sus más modestas viviendas, entre suciedad y humedades, una anciana, ‘Mac‘, y la hija que la cuida, ‘Maureen‘, que ya ha sobrepasado la cuarentena de edad, malviven en un microcosmos enfrentadas la una a la otra, con una crueldad a la que ninguna es ajena. Para ‘Maureen‘ los recuerdos de su vida se circunscriben al tiempo que pasó en Inglaterra limpiando la basura de otros y los más de veinte años que lleva cuidando de su madre, mientras sus otras dos hermanas tienen su vida y sus familias lejos de allí.
“¡Para eso soy tu esclava!”
Cada día representa un nuevo episodio en el desgarrador enfrentamiento entre madre e hija, y viceversa, condimentado con amargura, insultos, palabrotas, pesadumbre, rencor y hasta odio, donde el respeto, que dejó paso a una falta de empatía absoluta, entre ambas, es solo el recuerdo de un tiempo demasiado lejano.
“¿Qué gano yo siendo un buen tío?”
El inestable equilibrio se ve alterado por la llegada a Leenane de ‘Pato’ Dooley, hermano mayor de ‘Ray‘, que es el único que pasa, de vez en cuando, por la casa de ‘Mac‘ y ‘Maureen‘.
“Anoche te parecía la ‘Reina de la belleza’ … y ahora me dices que me tape”
‘Pato’ Dooley representará una pequeña ilusión en la monocorde vida de ‘Maureen‘, lo cual propiciará la oportunidad para que ‘Mac‘ lance nuevos ataques a su hija, llenos de reproches por lo que hace, o quiere hacer, abandonándola a ella, entre esas cuatro paredes, sin atenderla, como debería, con sus gachas, su té y ese compuesto alimentario en polvo que hace tantos grumos.
“¿Quién va a cuidar de mí?”
Juan Echanove (Pan y toros, Ser o no ser, Rojo, Sueños, La asamblea de las mujeres, Los hermanos Karamazov) dirige la propuesta, además de apelando en exceso al fundido a negro en los cambios de escena, suavizando algo sus formas, algo que incluye la elección por la que se opta representar la casa de las protagonistas, a través de recrear una cocina bastante más cómoda y convencional que la del argumento original; la que aquí acoge las disputas, y la bilis, de ‘Mac‘ y ‘Maureen‘; es amplia y funcional, con un extenso ventanal que la dota de luz exterior y permite ver llegar a quienes se acercan hasta allí. La escenografía es diseño de Ana Garay, también responsable del vestuario, contando con las adecuadas aportaciones de David Picazo en iluminación y Orestes Gas en espacio sonoro.
“¡Tus mentiras sí son vomitivas, madre!”
La matización formal que aplica Echanove, dota de un cierto costumbrismo a la forma de escenificar la trama, restándole algo de agresividad. Por supuesto que se mantiene el conflicto entre madre e hija como centro, pero sus aristas más punzantes son limadas, perviviendo, eso sí, un hábil cinismo, más allá de ironía, en el modo en que María Galiana (El abrazo, La asamblea de las mujeres) representa a ‘Mac‘, estupenda en su mirada y expresión gestual, diciendo mucho sin articular palabra. Frente a ella, Lucía Quintana (Es peligroso asomarse al exterior, Ser o no ser, Anfitriones, Los hermanos Karamazov), recurre, puntualmente, a algún grito de más, mientras en su expresión falta algún registro de los que sí dotó el autor a su personaje.
“Pueblo pequeño, infierno grande”
Entre las interpretaciones, destaca Javier Mora en una convincente recreación de ‘Pato’ Dooley, especialmente en el momento en el que comparte, en forma de soliloquio, el texto de la carta que su personaje remite a ‘Maureen‘. Completa el elenco Alberto Fraga como ‘Ray’, algo fuera de contexto en el ambiente de la Irlanda que se representa.
“La ‘Reina de la belleza’ de Leenane, le dice adiós” …”¡Adiós, ‘Reina de la belleza’!”
El desenlace de la trama supone el momento culmen de la obra y de esta representación. Lo que sucede es la alegoría máxima del enfrentamiento entre madre e hija, envenenado por ambas y larvado a lo largo del tiempo, en el que, desde luego, la miseria, la falta de oportunidades, y el desapego entre dos realidades diferentes, también entre Inglaterra e Irlanda y sus formas de vida, termina por condenar el día a día, en un camino en el que ‘Maureen‘ ocupará, tarde o temprano, el papel de ‘Mac‘ …sentada en su misma mecedora.
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