La madre de Frankenstein, crítica teatral

15 Oct 2023

La primera vez que oí hablar del manicomio de Ciempozuelos fue siendo niño y se debió a las conversaciones de mi madre, que yo escuchaba, quien relataba, no a mi, sino a otros familiares, que su prima ‘Aurorita’ estaba recluida en ese centro, debido a problemas mentales, aunque en aquella época se expresaba la situación de una manera más brusca: “¡está loca!”.

Hace unos días, cuando presencié al espectáculo de ‘La madre de Frankenstein‘, actualmente programado en el Teatro María Guerrero, de Madrid, en coproducción del Centro Dramático Nacional y el ‘Teatre Nacional de Catalunya’, se me vino aquel recuerdo a la cabeza, acrecentado por el hecho de que el personaje central de su trama sea una interna de dicho centro llamada ‘Doña Aurora’; con seguridad que las dos únicas coincidencias entre esas dos ‘Auroras’ son el mismo nombre compartido y haber sido recluidas en el mismo ‘manicomio’, a partir de ahí todo diferencias.

Blanca Portillo

«Las mujeres se pierden por el sexo, pero a mí ningún hombre me ha hecho sentir nada de la cintura para abajo»

El personaje a quien Almudena Grandes pone en el centro de la trama, y subtramas, que desarrolla en su obra, está basado en la realidad de Aurora Rodríguez Carballeira autora del asesinato de su propia hija, Hildegart Rodríguez, joven prodigio quien, en los 18 años de su corta vida, alcanzó la licenciatura en derecho, resonancia política y social, y un papel preponderante en la incipiente revolución sexual de su época. Aurora fue condenada a 26 años de cárcel, cuya mayor parte cumplió recluida en el psiquiátrico de Ciempozuelos, justificando su decisión en que su hija se había alejado del plan para el que fue concebida y creada, argumentando que ‘El escultor, tras descubrir la más mínima imperfección en su obra, la destruye‘.

La madre de Frankenstein, crítica teatral

«La he matado para salvarla Yo la hice y yo la he destruido, era mi prerrogativa, mi derecho»

La autora, a partir de los hechos reales indicados, construye un retrato de aquella España de mitad del siglo XX, en la que describe historias, todas ellas ciertas en su generalidad, pero que hila con la libertad creadora que brinda un relato de realidad ficcionada (en el dominio absoluto de la sociedad de la época por parte del ‘Régimen’ y del ‘nacionalcatolicismo’ sustentado a través del clero eclesial, el Ejercito y el ‘Opus Dei’) en el que incluye referencias a temas como los de los recién nacidos robados, la homosexualidad, la reclusión de mujeres en manicomios para ‘liberación‘ de sus maridos, los abusos, la explotación de los trabajadores, la ocupación del poder, el miedo, la censura, la clandestinidad, la opresión, etc… acertando en que sea un español, criado y formado en Suiza, quien a través de sus ojos espeje aquellos modos, convirtiéndole en narrador para la posterioridad de todo aquello.

La madre de Frankenstein, crítica teatral

«Este hombre no puede ser español, porque lleva la cabeza alta, los hombros erguidos, y aquí ya nadie anda así»

De nuevo, el tandem formado por Carme Portaceli y Anna María Ricart nos presenta la versión teatral de conocidas obras literarias, con dirección de la primera y una acertadísima adaptación de la segunda, siendo capaces de construir y mantener un espectáculo teatral de más de 3h45’ sin perder intensidad, consiguiendo concentrar la atención de los espectadores en todo lo que sucede en escena. Reto extraordinario y muy meritorio.

«Si las cuerdas importamos poco, imagínese las locas»

El personaje de ‘Doña Aurora’ es impresionantemente interpretado por Blanca Portillo (Silencio, Mrs. Dalloway, El ángel exterminador, El cartógrafo, Don Juan Tenorio, El testamento de María), magistral en todo su desempeño, empezando con un vibrante monologo inicial que hace que la obra comience ya en la excelencia: “se ha debido creer que soy tonta. ¡Tonta yo!conservo mi cerebro privilegiado, superiorMi corazón, mis caderas, mis pechos, mis nalgas son de mujer, pero el cerebro, el cuello, los brazos, las piernas y la clavícula son completamente virilesLas mujeres se pierden por el sexo, pero a mí ningún hombre me ha hecho sentir nada de la cintura para abajo”, siendo capaz de cambiar el registro de su expresión gestual y corporal si permanece sobre la pequeña plataforma que recrea su habitación en el manicomio o si se abalanza en el resto de la escena para compartirnos algún otro detalle. Magnífica es la escena, en que vestida de rojo, tras acabar con la vida de ‘Hilde’, recrea la visita, con su abogado, ‘Juan Botella‘, a la postre ministro de Justicia, al padre de ‘Germán Velázquez‘, situación en cuya esencia germina en éste la vocación por la psiquiatría, donde Portillo dota a su personaje de seguridad y convicción. Pero igual de acertada y lucida está en el final de la propuesta, con ‘Aurora‘ enferma y en fase terminal, mostrando su vulnerabilidad y su dolor, expresando con cuerpo, gesto y voz la extrema debilidad previa a la muerte: ‘Hilde, hija. Hilde, ¿fuiste tú quién me dio un beso? ¿Fuiste tú? Hilde, hija… Hija… Hija‘ Sobresaliente. 

La madre de Frankenstein, crítica teatral

«Nuestros enemigos son tantos, y tan poderosos…»

La excelencia interpretativa de Blanca Portillo encuentra cumplida réplica en la recreación que Pablo Derqui (Calígula) hace del personaje de ‘Germán Velázquez, propietario de esos ojos, que desde la visión de un ciudadano formado en Suiza, contemplan atónitos la realidad de la crudeza de la España de mediados de los años 50’s, en una gama cromática exenta de color donde solo parecen existir el blanco y el negro. Derqui hace uso de la contención poniendo un acertado contrapunto el volcán de emociones y situaciones que rodean a su personaje. 

con Vallejo Nájera

«España es tan mía como suya Usted no es más español que yo»

Macarena Sanz (La distancia, Top Girls, Refugio) completa el vértice de personajes protagonistas, dando piel a ‘María Castejón‘, con naturalidad, frescura y credibilidad, la joven auxiliar del centro psiquiátrico de Ciempozuelos a quien ‘Doña Aurora’ enseñó a leer y escribir, antes de convertirse, casi en exclusividad, en la única persona con la que trata la madre de ‘Hildegart’. 

los tres protagonistas

«La función crea el órgano»

La adaptación incluye un total de veintisiete personajes que, más allá de los tres protagonistas, son recreados por un sólido elenco en el que Belén Ponce de León (La bella Dorotea, Lo nunca visto) asume los roles de ‘madre de Germán’, ‘Faustina’, ‘abuela de María’, ‘madre de Rafaela’, ‘Doña Prudencia’, ’Hermana Anselma’, ‘novicia’ y ‘enfermera’, Gabriela Flores (Hombre por necesidad, La casa de los espíritus, Troyanas)  los de ‘Hermana Belén’, ‘Pastora’, ‘Rosarito’, ‘Rafaela’, ‘Margarita’, David Fernández “Fabu” (Policias y ladrones, La casa de los espíritus) los de ‘Robles’, ‘abuelo de María y ‘Juan Donato’, José Troncoso (Los despiertos, Manolita Chen. Un cuento chino, Lo nunca visto) los de ‘Padre Armenteros’ y ‘Alfonso’, con Jordi Collet (La casa de los espíritus, Mrs. Dalloway) como ‘Eduardo’ y responsable de la musica y el espacio sonoro, con Ferrán Carvajal (Hombre por necesidad, Policias y ladrones) interpretando a ‘Juan Botella’, ‘Roque’, ‘Vallejo Nájera’ y ‘mujer con micrófono’, además de diseñador de la coreografía y el movimiento en escena. Notable desempeño actoral conjunto.

elenco

Usted está aquí para engendrar en mí al definitivo redentor de la Humanidad

Paco Azorín y Alessandro Arcangeli crean una acertada escenografía, con pocos elementos, bien seleccionados, entre los que destaca unas cortinas de tiras colgantes similares a las que todos hemos tenido en las casas de nuestra niñez, las cuales recubren el fondo y los laterales de la escena, que sirven para reflejar en ellas los audiovisuales diseñados por Miguel Ángel Raió, al tiempo que permiten los juegos de luces diseñados por la iluminación de David Picazo con unos fluorescentes situados en el fondo del espacio con los que se recrea, con eficiencia, tanto las cruces y complementos eclesiásticos para dar verosimilitud a una misa, o a la fiesta, por supuesto clandestina, que ocupa buena parte de la primera parte del espectáculo. En el centro del escenario una plataforma sirve para ubicar la habitación de ‘Doña Aurora‘, recreando los cuadrados blancos del suelo del centro sanitario. Un piano aparecerá, y desparecerá, en escena a través de sistema elevador. Adecuadas prestaciones de Carlota Ferrer en vestuario y Carles Gòmez en sonido.

resolución

«Nunca había tenido tantas ganas de llorar, yo, que no he llorado nunca»

cartelProyecto de gran envergadura llevado a cabo en coproducción del Centro Dramático Nacional y el ‘Teatre Nacional de Catalunya’ que cumple con las expectativas previas, de antemano muy elevadas. La temporada teatral ha marcado ya uno de sus cenits, otros vendrán, eso deseamos siempre, pero esta conseguida dramaturgia es soberbiamente adaptada a la escena, consiguiendo que su extensa duración no sea ningún problema, sino, al contrario, la oportunidad de disfrutar mas tiempo de un espectáculo teatral magnífico, en el que, quizás, pueda sobrar el número musical del ‘Raska yu‘ o se podría haber reducido algo la duración de la fiesta alrededor del cumpleaños del personaje de ‘Eduardo’, pero el resultado final, en todo caso, es muy destacado, con grandes aportaciones técnicas y unas interpretaciones que merecen ser paladeadas con deleite. Un espectáculo teatral para no perdérselo, que permanecerá programado en el Teatro María Guerrero, de Madrid, hasta el 12 de noviembre.

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