La ley del embudo
en Opinión
01 Jul 2024
¿Aciertan siempre los jueces?, el sentido común nos lleva a responder a esa pregunta, con carácter general, que no y es que ninguna actividad humana, tampoco las decisiones, son fiables y certeras al 100%.
“¿Aciertan siempre los jueces?”
Estoy convencido, querido lector, que, seguramente, habrá vivido usted alguna decisión judicial, en carne propia, que no colmó sus expectativas iniciales sobre cualesquiera pleito o disputa y, en todo caso, conocerá alguna situación similar en su circulo cercano. Evidentemente lo primero que es inherente al hecho de recurrir a la ‘Justicia’, bien por su propia decisión o como consecuencia de la iniciativa de otros, implica la aceptación del ‘fallo’ aún con el derecho a los recursos que cupieran lugar.
“Normas y leyes existen para regular el funcionamiento global de nuestras sociedades”
Normas y leyes existen para regular el funcionamiento global de nuestras sociedades, con equidistancia entre sus diferentes ámbitos. Así, una simple infracción de tráfico, por leve que sea, puede acarrear una sanción que cualquier ciudadano, más rico ó más pobre, del rincón geográfico que sea, con más estudios o con menos, y hable la lengua oficial de la que se trate; le será aplicada.
Lo mismo sucede con los tributos que financian el Estado que a todos nos acoge, se trate de impuestos directos o indirectos, de tasas o de contribuciones especiales; que afectan a todos los ciudadanos cumpliendo el requisito de igualdad y equidad, más allá de donde vivan y asumiendo la escala progresiva, que es la razón de ser en la tributación directa, mecanismo de la más objetiva homogeneidad entre sujetos tributarios más allá del nivel de su renta.
“Para millones de españoles el simple hecho de recibir un sobre postal con un membrete de la AEAT (Agencia Tributaria) ya encoge el corazón y activa la firme voluntad de aclarar cualquier equivoco o malentendido”
Para millones de españoles el simple hecho de recibir un sobre postal con un membrete de la AEAT (Agencia Tributaria) ya encoge el corazón y activa la firme voluntad de aclarar cualquier equivoco o malentendido, para solucionar lo antes posible la incidencia de la que se trate, sin embargo, y al tiempo que con carácter general sucede ésto, hay 6.084 deudores con Hacienda, de más 600.000 euros de deuda por cada uno, que, en conjunto, deben al resto de los españoles 15.237 millones de euros (el listado detallado se puede consultar de manera pública en la web de la AEAT) , una cantidad, para valorarla en la realidad de su amplitud e insolidaridad, que es superior al sumatorio de los presupuestos de seis ministerios del Gobierno de España, tan determinantes para el conjunto de la ciudadanía como Educación (5.976 MM), Sanidad (3.010 MM), Justicia (2.304 MM), Cultura (1.514 MM), Agricultura (1.188 MM) y Trabajo (1.158 MM), y aún sobrarían casi 100 MM (15.150 MM), que serían suficientes para sufragar la partida destinada en los PPGGE al departamento de Consumo (65 MM) que es el cuenta con menor dotación presupuestaria.
Hoy, en España, 6.084 deudores de Hacienda, deben al resto de los españoles 15.237 millones de euros.
Es evidente que lo más sorprendente no son las cifras en si de esos deudores al erario público de todos, por lo demás estruendosas, sino pensar en como es posible que se hayan acumulado esas deudas a lo largo del tiempo, pues en un año, o dos, no parece factible, siendo solo posible por una determinada forma de hacer, o más concretamente de no hacer.
Con lo adeudado por los morosos fiscales de más de 600.000 euros por persona (15.237 millones de euros) , se podrían atender las necesidades presupuestarias de los ministerios de Educación (5.976 MM), Sanidad (3.010 MM), Justicia (2.304 MM), Cultura (1.514 MM), Agricultura (1.1.88 MM) y Trabajo (1.158 MM)
Pero la perplejidad del ciudadano normal, de usted y de mi, llega ante el hecho de que en asuntos juzgados, sus responsables no lleguen a depurar sus diversas y diferentes responsabilidades a través de las penas impuestas, tras juicio, apelaciones y recursos; por acción y gracia de la figura no ya del indulto, sino de la amnistía, lo cual supone un ripio más en la sensación del común de los mortales de tener que pagar las consecuencias de una determinada, y particular ‘Ley del embudo’ que hace que, justamente, las personas más cercanas al poder sean las tratadas por esas excepcionales medidas de gracia, sabiendo que la injusticia esencial es que ‘pocos son los elegidos’.
“La Ley, en su magnífica ecuanimidad, prohibe, tanto al rico como al pobre, dormir bajo los puentes, mendigar por las calles y robar pan”(Anatole France)
En España se promulgó la Ley de Amnistía de 1977 (Ley 46/1977, de 15 de octubre), que entró en vigor el mismo día de su publicación en el BOE, y afectaba a todos los actos de intencionalidad política considerados delitos por la legislación anterior a esa fecha, día de celebración de las primeras elecciones democráticas tras los cuarenta años de dictadura. Fue una medida de gracia que marcó el inicio real de la restauración democrática en España.
En, España, desde la restauración democrática ha habido una amnistía en 1977 como medida de gracia en su inicio y tres amnistías fiscales, dos propiciadas por el PSOE (1984 y 1991) y una por el PP (2012).
Más allá de esa excepcional decisión y norma jurídica, ha habido tres amnistías de carácter fiscal, incidiendo en el concepto de ‘desigualdad’ antes abordado. Dos de ellas auspiciosas por gobiernos del PSOE, presididos por Felipe González, una en 1984 siendo Miguel Boyer ministro de Hacienda y otra en 1991 siendo Carlos Solchaga el responsable de ese departamento ministerial. El PP por su parte, aprobó una tercera en el año 2012, con un gobierno de Mariano Rajoy, en el que Cristobal Montoro era el recaudador de impuestos, entre cuyos beneficiaros estuvieron Rodrigo Rato, Luis Bárcenas o Francisco Granados, por citar solo a algunos.
“No tiene sentido decir que los hombres son iguales ante la Ley, cuando es la Ley mantenedora de su desigualdad”(Ramiro de Maeztu)
En la antigua Roma los intereses de los grandes césares como Trajano, eran defendidos en los tribunales con la eficacia de los mejores y más expertos en leyes, tal como sucedió con el hábil Plinio, lo cual es otro síntoma de desigualdad, igual que sucede en nuestra contemporaneidad, veintidós siglos más tarde.
“Las leyes son semejantes a las telas de araña; detienen a lo débil y ligero, y son deshechas por lo fuerte y poderoso” (Solón)
El refranero popular español recoge como definición del concepto de ‘Ley del embudo’ que “lo ancho para mí y lo estrecho para ti”, palabras que no necesitan interpretación y que editorializan la realidad de los principios de igualdad ante la Ley y de equidad, verbalizados hasta la saciedad, pero ayunos en el día a día de nuestras sociedades.
“Yo declaro que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte” (Platón)
La Ley Orgánica 1/2024, de 10 de junio, establece la amnistía para los delitos de ‘usurpación de funciones públicas, la malversación, la desobediencia, los desordenes públicos, el atentado contra la autoridad, la resistencia a la autoridad, la prevaricación, las torturas y el terrorismo’ en relación a los hechos acaecidos dentro del ‘Procés‘, pero, por contra, no se preocupe usted, que sus multas de tráfico, sus sanciones tributarias y los pequeños pleitos en los que se le considere condenado a costas, sí seguirán vigentes.
“Lo ancho para mi y lo estrecho para ti’ es el precepto básico que define ‘La ley del embudo”
Esta ‘Ley del embudo’, como siempre a lo largo de los siglos, tiene un colectivo muy importante como objeto de sus efectos y, quizás, sus beneficiarios, directos e indirectos, estén más allá de lo aparente, igual que en los tiempos de Trajano y su eficaz Plinio.
Si alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo hagan saber para ser retirada de forma inmediata