Incompetencia y mediocridad
20 Abr 2015
Es famosa la leyenda que se atribuía al dictador gallego que ocupó el poder en España durante cuatro décadas, según la cual los problemas se dividían en dos tipos: “los que se solucionan con el paso del tiempo y los que no tienen solución”, parece broma pero esa forma de “gestión” se ha ido extendiendo entre los políticos de nuestros tiempos.
El escritor, y diplomático, Carles Casajuana, en su libro “Las leyes del castillo” atina al representar lo que sucede en esta época, dedicando un capítulo entero de su libro a remarcar la mediocridad como un problema contemporáneo: «En los momentos clave siempre hay algún incompetente pugnando por echar por la borda los esfuerzos de las personas inteligentes, que pese a su inteligencia no suelen percibir la gravedad de la amenaza a la que están sometidas (…) Hay que haber visto el poder muy cerca para llegar a imaginarse la cantidad de acciones que la historia atribuye a propósitos malvados o maquiavélicos y que son solo fruto de la incompetencia.»
Hoy se echan de menos políticos, y líderes en general en todos los ámbitos de la vida social y empresarial, que sean capaces de presentar sus propias iniciativas, ante un excesivo riesgo a equivocarse, abundan los asesores, quienes esgrimiendo estudios de opinión y análisis, van imponiendo la parálisis, por encima de la acción.
Christine Lagarde, actual directora gerente del FMI, utilizó en una de sus intervenciones públicas el término “la nueva mediocridad», aun sin estar de acuerdo en el sentido último en el que lo hizo, es evidente que las soluciones que se vienen aplicando a esta crisis financiera, económica y social, que sacude de forma extremadamente cruda a Europa, son mediocres, impulsadas por gestores que, igualmente, tienden a serlo. Habría que recuperar la audacia de los verdaderos líderes y no esperar a que el paso del tiempo y las viejas políticas se alineen con el viento a favor.
“Ser incapaz de entusiasmo es señal de mediocridad”. (René Descartes).