Hanna Arendt en tiempos de oscuridad, crítica teatral
28 Oct 2021
La filosofía es un eje transversal dentro del proyecto “Teatro Urgente” impulsado por Karina Garantívá y Ernesto Caballero, radicado en el seno del Teatro Quique San Francisco, manteniendo actualmente programados los espectáculos ‘Voltaire’ y “Hannah Arendt en tiempos de oscuridad”. Sobre las paradojas y metáforas creadas por Juan Mayorga se sustenta el primero, mientras que el personaje de la filósofa Hannah Arendt protagoniza el segundo, con dramaturgia de Garantivá, dirigidos ambos por el sabio criterio de Caballero.
“¡Qué larga es la palabra ‘nunca’!”
Hannah Arendt (1906/1975) es una de las principales filosofas del siglo XX y su interesante perfil requiere una inmersión previa en él, antes de adentrarse en ‘los tiempos de oscuridad‘ en los que lo recrea la autora e interprete de éste texto.
Arendt, judía alemana de origen ruso, emigró inicialmente a Francia en 1933, para instalarse definitivamente en los Estados Unidos en 1941, aunque no consiguió la nacionalidad norteamericana hasta 1951.
“¡Hemos dejado de hacer política, ya solo importa el ‘partido’!”
Discípula de Karl Jaspers y de Martin Heidegger, con quien mantuvo una relación afectiva a pesar de los diecisiete años de diferencia de edad entre ambos, destacó en su visión por preservar la perspectiva de la inclusión del otro sobre cualquier asunto o planteamiento, siendo una firme partidaria de la democracia directa en contraposición con los sistemas imperantes de democracia representativa. Los orígenes de Arendt no le impidieron defender la justa relación entre Israel y Palestina, afirmando que “la paz solo puede alcanzarse por el entendimiento y un acuerdo justo entre árabes y judíos”.
“¿Se puede comprender algo sin juzgarlo?”
Sus obras más reconocidas son “Los orígenes del totalitarismo” y “Eichmann en Jerusalén” y precisamente es la aparición del personaje de Adolf Eichmann, en el juicio que protagonizó en 1961 dentro del territorio de Israel, para depurar su implicación en el genocidio ‘nazi’, el momento en el que la propuesta teatral de “Hannah Arendt en tiempos de oscuridad”, de la mano de Garantivá, el elenco protagonista y Ernesto Caballero, alcanza los momentos más destacados y de mayor intensidad, ya que el concepto de “obediencia debida” defendido por el antiguo oficial de las SS para amortiguar su responsabilidad en los hechos, es la clave de bóveda de una excusa que otras muchas veces en nuestro mundo, histórico y contemporáneo, se ha repetido hasta la saciedad, aunque la propia Arendt lo dejó claro con sus propias palabras “Si los jueces hubieran absuelto libremente a Eichmann de estas acusaciones estrechamente relacionadas con los espeluznantes relatos de los innumerables testigos que ante ellos comparecieron, no por ello hubieran llegado a un fallo distintivo con respecto a la culpabilidad del acusado, quien, en modo alguno, hubiera escapado a la pena capital”, porque aunque hubiera sido realidad lo argumentado por el propio Eichamnn, de que si no lo hubiera hecho él, alguien lo habría protagonizado, ello no le supone ni un miligramo de limitación de su propia responsabilidad en el horror.
“Un tiempo en que las razones del adversario no pueden ser contadas”
Hannah Arent cubrió el juicio de Eichmann como reportera de la revista The New Yorker, construyendo en ese marco su famoso concepto de “La banalidad del mal”, convencida de que aquel hombre que llegó a ser el mayor asesino de Europa no era ningún ‘genio del mal’ sino la expresión funcionarial del poder de una determinada masa que le llevaba a hacer su trabajo a costa de otros seres humanos, sean centenas, miles o millones, algo que también fué probado en el conocido como “Experimento Milgram”, que demuestra que las cosas más terribles (guerras, genocidios, esclavitud, etc) no resultaron de la desobediencia, sino de la obediencia.
La propuesta teatral creada por Karina Garantivá se aproximada a Hannah Arendt desde el conocimiento, y en ello puede haber parte del público que quede algo pérdido en el planteamiento de sus dos primeros tercios, donde sus referencias personales, familiares y afectivas, solo acotan sin describir, sin embargo la parte final, cuando desde la experiencia metateatral creada, el actor que debe encarnar a Eichmann se plantea si su personaje tenía elección sobre los actos del tiempo de que le tocó vivir, adquiere una intensidad que termina por justificar lo pertinente de toda la obra en sí.
“Las palabras, último rincón de un mundo que se extingue”
Un espacio escénico desnudo, diseñado por Fer Muratori, con el único elemento, como atrezzo, de unas cuantas sillas blancas y el recurso de la vibrante iluminación de Paco Ariza, sirven a Ernesto Caballero para presentarnos un sugerente espectáculo, construido de menos a más que, de nuevo, nos hace pensar.
Felipe Ansola, Rodrigo Martínez-Frau, Tábata Cerezo y Karina Garantivá participan del juego metateatral en el que queda convertida esta propuesta, donde todos ellos nos muestran sus propias disquisiciones acerca de lo que hacer con la obra que se se nos comparte, descubriendo al gran público la importancia de un personaje como el de Hannah Arendt y sus contribuciones a la filosofía que sustenta el mundo y nuestro propio pensamiento.