Érase una vez un virus…
10 Abr 2020
Érase una vez un virus nacido al mundo mientras las dos grandes superpotencias planetarias se enfrentaban por la primacía de sus respectivos comercios internacionales, a golpe de exportaciones y aranceles. Omicron frente Gamma.
El expansivo líder corpulento y pelirrojo, había sido quien, a golpe de tasas y nuevos aranceles, empezara a mover sus peones sobre el tablero, a fin de preservar el liderazgo mundial económico de su país, mientras el discreto heredero de una de las civilizaciones más antiguas conocidas, se reservaba, en cada uno de sus movimientos, mucho más que lo que permitía asomar a la vista.
Érase una vez un virus…
Desde Epsilon su hierático “caudillo”, siempre respaldado por la absoluta mayoría resultante en cualesquiera comicios, se eligiera lo que se eligiera, contemplaba los movimientos reservándose una posición que le permitiera ventajosos pactos con cada parte, porque pudiendo jugar a dos barajas para que asumir ningún riesgo. Esa era la mayor enseñanza que sus antecesores y antiguos superiores, tanto entre los más aperturistas como de los más leales a las ‘esencias del aparato‘ y el sistema, unos y otros, le habían legado ese conocimiento y él lo sabía aplicar adecuadamente. No hay ninguna sonrisa comparable a la mueca que expresa la comisura de los labios del que siempre gana.
Omicron apareció como la primera víctima del nuevo virus. Una de sus principales comarcas, con más de cincuenta millones de habitantes, fue sometida a intensas terapias de confinamiento. El mundo identificó a aquel agente de contagio, nunca antes conocido, con el apellido vinculado a ese país. Era un problema de Omicron y el resto del mundo expresaría su solidaridad en la manera adecuada.
Omicron frente a Gamma
Construyeron hospitales de emergencia en apenas unos días y su mil millonaria población sufrió unos cuantos miles víctimas, cuyo eco fue rápidamente matizado con la expansión mundial de aquel virus. En apenas unas semanas, Omicron, el país más extenso del planeta, abandonó el ranking de los países con más afectados por aquel agente virulógico, y era Gamma, quien más contagiados y peores expectativas tenía ante sí, e incluso países mucho menores, en extensión y población que Omicron, como Beta y Lambda, le superaban, tanto en contagiados, como en fallecidos.
Al mismo tiempo que la epidemia alcanzaba a ciento setenta y siete países, de los ciento noventa y cinco del mundo conocido, restringiendo los movimientos a más de dos mil seiscientos millones de personas, confinadas entre los cuatro paredes de sus casas, lo fueran más grandes o más pequeñas. Las autoridades de Omicron publicaban un día tras otro, estadísticas poniendo de manifiesto unos datos, casi, marginales de nuevas víctimas, acentuando, con énfasis, que casi todas ellas eran “importadas” con origen fuera de sus fronteras.
El mercado bursátil de Omicron se disparaba al alza, a golpe de exportar material sanitario, desde mascarillas a guantes…
El mercado bursátil de su capital financiera se disparaba, al alza, a golpe de la venta de material sanitario, made in Omicron, desde mascarillas a guantes, desde pruebas rápidas a todo tipo de material relacionado con el virus, en un mercado señalado por la desesperación en la demanda, pero mucho más organizado en la insuficiente oferta. Mientras los valores de las sociedades cotizadas en todo el mundo se desplomaban por debajo del 30% en solo unos días, en el selectivo índice de la segunda ciudad de Omicron, referencia de su economía, la variación negativa no llegaba al 10%, tres meses después de estallar la crisis, en fuerte contrapunto con el resto de países.
Las grandes potencias del mundo, salvo Omicron, paralizaron su actividad y economía, mientras el virus, allí donde surgió, parece ya solo un recuerdo, en cuyas bases se ha disparado un relanzamiento de su propia productividad …y todo ello a lo largo de cien días.
Ahora Gamma y su líder, están dispuestos a liberar tasas y aranceles
Ahora Gamma y su líder, mucho menos expansivo y locuaz, están dispuestos para liberar de tasas y aranceles las importaciones desde Omicron, sobre todo si se trata del material necesario para mitigar los efectos de la pandemia, ahora que ya es más que evidente.
Decíamos al inicio de éstas líneas, “Érase una vez un virus…” quizás creado a la vez que su posible antídoto, dosificado en forma experimental pero con víctimas, tan reales, que fueron mortales; cuya exposición sirvió para demostrar la eficacia de un plan sanitario y de soporte tecnológico, que rozaba tanto la perfección, como para desarrollar, y aplicar, un sistema de detección de la infección al 100% de la población, sin necesidad de hospitalización.
Este cuento, es solo eso, ficción, pero ya se sabe qué, a veces, la realidad supera lo que el delirio o fábula que cualquier ser humano sea capaz de imaginar
Un éxito en la gestión, convertido en factor diferencial de la industria de Omicron, haciéndose necesario, ahora, ante quienes, no hace demasiado, rivalizaban en el comercio internacional, además de una oportunidad para comprar activos de todo tipo, a bajo precio, bursátiles, mobiliarios, inmobiliarios en todo el mundo…e incluso petróleo, devaluado hoy más de un 50% …¡a la mitad de su precio pocas semanas atrás y a unos niveles no vistos desde hace veinte años!.
Este cuento, es solo eso, ficción; pero ya se sabe qué, a veces, la realidad supera lo que el delirio o fábula que cualquier ser humano sea capaz de imaginar.
No recuerdo haber hecho nunca un comentario tan breve como el que puedo dirigir a este artículo: GENIAL.
Muchas gracias, Pedro, por tu nuevo comentario en http://www.traslmascara.com, en esta ocasión en relación al relato «ficcionado» de ‘Érase una vez un virus’ donde cualquier parecido con la realidad es, como decían los clásicos, pura casualidad. Creo que es imposible la utilización de menos letras en una sola palabra para sentirme tan halagado por tu adjetivo, consecuencia, sin duda, del cariño mutuo, y admiración, que nos tenemos. Un fuerte abrazo, Pedro.