El traje, crítica teatral
13 Jun 2024
Diez años después, se reprograma la obra teatral ‘El traje’, creada por la dramaturgia de Juan Cavestany (Principiantes, Moby Dick, Los Mácbez), y sucede de la mano de los dos mismos actores que la estrenaron en su día: Javier Gutiérrez (Los santos inocentes, Principiantes, ¿Quién es el señor Schmitt?, Los Mácbez) y Luis Bermejo (Los santos inocentes, Los que hablan, Los mariachis, Los jugadores), a quienes vuelve a sentar estupendamente esta criatura escénica, donde el surrealismo y el humor absurdo son los verdaderos protagonistas, encontrando en Javier y Luis, en Bermejo y Gutiérrez, el perfecto sustento para que coja aire el vuelo de este artefacto lleno de ingenio y originalidad, planteado por Cavestany.
“La gran pregunta es …¿Qué hacer ahora?”
Un hombre de negocios, venido a menos, vestido con chaqueta y corbata, que luce maletín y el periódico doblado por la mitad, es conducido hasta un lóbrego lugar, por el vigilante de seguridad de un centro comercial, quien se presenta a si mismo como el máximo representante de la autoridad, algo muy extendido… Parece que ante el abigarramiento de público de la apertura comercial inherente al inicio de las ‘rebajas‘, se han sucedido empujones y hay una persona herida.
“Yo no me tiré encima de esa señora, ni le quité el ‘traje’ …¡Ni la llamé ‘zorra’!”
Los primeros quince minutos son un encadenamiento vertiginoso, muy divertido, de las palabras y frases de un dialogo, casi imposible, entre ambos personajes protagonistas. ¿Cuáles son los hechos?, ¿qué ha ocurrido?, ¿está grabado lo sucedido?, ¿lo presenció en directo el vigilante de seguridad?, ¿hubo violencia en el incidente?, ¿se produjeron insultos o menosprecios?… estas preguntas se incuban desde la racionalidad pero esa línea argumental es lo menos necesario. Se trata de disfrutar de la extravagancia y el verdadero eje es el absurdo, terreno sobre el que abundan las llamadas telefónicas que el personaje interpretado por Javier Gutiérrez recibe desde su casa o la semilla de la verdadera motivación que el personaje de Luis Bermejo tiene tras este incidente, en lo cual no me extenderé para que lo descubra el propio espectador ante la función.
“Yo comencé siendo honrado”
La escenografía, diseñada por Mónica Boromello, recrea un impersonal local de seguridad en los sótanos del centro comercial en cuyas formas se hacen visibles, como techo, las escaleras del edificio, que cuenta con las adecuadas aportaciones de Eduardo Vizuete en iluminación y Juan Ochoa en espacio sonoro.
“¿Por qué alguien que nunca ha hecho una cosa, la termina haciendo?”
Juan Cavestany afirma que al escribir este texto, cuyo original data de una época muy pegada a la gran crisis, económica y financiera, del año 2008, pretendió poner en el foco el cáncer del deseo de lo material como origen de la corrupción tan extendida en aquella época (quizás no tan desterrada ahora), pero lo cierto es que con la reprogramación de esta obra, en este momento, podemos comprobar que ha envejecido bien y que la comedia surrealista sobre la voracidad de un sistema del que nadie está ajeno, tiene vigencia.
“Yo no quiero hacerme rico, solo quiero sobrevivir”
Divertida gamberrada, exprimida al máximo, con formas de comedia negra, atravesada por el surrealismo y el absurdo, donde la cara de incredulidad del personaje interpretado por Javier Gutierrez, que es retenido por las consecuencias de una carrera para hacerse con un traje rebajado antes que otras personas, es solo equiparable a la expresión de tierna locura de la motivación de quien le retiene, a modo de carcelero, recreado por Luis Bermejo. Una muy buena opción para disfrutar, por parte de cualquier aficionado a las artes escénicas, y refrescar el espíritu, en el Teatro de la Abadía hasta el 7 de julio de 2024.
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