El síndrome de la tiara

04 Jul 2024

Mientras tanto, Óscar, nunca parecía preocupado por las circunstancias y los detalles ‘micro’ del negocio. En las ocasiones en las que Juan coincidía con Óscar, éste siempre estaba hablando por teléfono y anotando en su agenda una próxima cita con algunos de sus interlocutores: ‘Sí, perfecto, nos vemos el martes para almorzar‘; ‘no te preocupes, si no puedes ese día, haré hueco para que sea el miércoles‘.

“Si delegamos la responsabilidad a personas aptas y adiestradas podremos dedicar nuestras energías a otras actividades importantes, lo que nos permite avanzar y desarrollarnos” (Stephen Covey)

Óscar nunca parecía agobiado, más bien al contrario, lucía una franca sonrisa y aspecto relajado, a pesar que su ‘planning’ diario estaba cargado de cosas a hacer y compromisos a los que asistir, de hecho a Juan le llamaba la atención que Óscar nunca parecía permanecer en un determinado lugar mucho tiempo, siempre iba o volvía de algún lugar, prefijado de forma previa:’¡voy al aeropuerto, disculpa!‘, ‘¡tengo un viaje¡‘, ‘no me puedo entretener, excúsame, me esperan en

El síndrome de la tiara

Varios años después, convertido Óscar en superior de Juan, con varios niveles jerárquicos entre ambos, una palabra flotó en la conversación que ambos mantuvieron: networking, neologismo inglés que describe la actividad de crear y mantener una red de apoyo que va a más allá de un determinado ámbito, y permite compartir resultados e iniciativas sobre áreas comunes de interés, incluyendo la difusión de los retos alcanzados.

Networking es la habilidad de construir relaciones significativas y mutuamente beneficiosas”

Con la vista atrás, en los tiempos en los que ambos compartían similar nivel de responsabilidad, Óscar le pidió a Juan que valorase la carga de tiempo que destinaba a tareas expresamente del negocio, muchas de las cuales podrían ser delegadas, en relación al tiempo que empleaba en la creación de contactos y redes multifuncionales, tanto dentro como fuera de la empresa. respondiendo éste que podría suponer 80% vs. 20%, a lo cual Óscar indicó que esa relación de tiempo debía ser exactamente al revés, al menos en su experiencia, y no se podía decir, a la vista de su carrera profesional, que no supiera de lo que hablaba.

El síndrome de la tiara

Carol Frohlinger y Deborah Kolb acuñaron la expresión de ‘El síndrome de la tiara‘ para referirse a la creencia, muy extendida entre muchos trabajadores,  de que el trabajo bien hecho, por si mismo, será suficiente para obtener el reconocimiento y la promoción profesional.

“El líder capaz entrena a su suplente, el cual puede delegar a voluntad cualquier detalle de su posición. Sólo de esta manera un líder se multiplica y se prepara para estar en muchos lugares y dar atención a muchas cosas al mismo tiempo” (Napoleon Hill)

La realidad en el mundo laboral, empresarial y profesional es que la sola competencia y capacidad en el propio trabajo no es lo esencial para alcanzar los legítimos objetivos de mejora para la asunción de mayores responsabilidades. 

El proceso de investigación llevado a cabo por Frohlinger y Kolb demostró que la legítima ambición de cualquier trabajador por alcanzar sus retos profesionales, además de contar con el refrendo, como base, de su trabajo bien hecho, debe incluir su propia autopromoción, de manera activa, comunicando sus aspiraciones, publicitando sus logros e incorporando procesos de negociación vinculados a su participación en la empresa con responsabilidades y roles concretos.

Redes de apoyo y publicitar los logros alcanzados serán esenciales en la la labor del networking.

Redes de apoyo y publicitar los logros alcanzados serán esenciales en la labor del networking. El trabajo bien hecho tiene mérito, pero incluso la excelencia necesita ser publicitada, sabiendo manejarse en el delicado caldo de cultivo de ‘venderse’ de forma adecuada, sin exageraciones, ni falsa modestia, y evitando los perfiles más delicados de ello.

Una estrategia adecuada para diseñar un crecimiento profesional exitoso, y los hitos parciales que deben marcar el objetivo final, vendrá de la mano de la ayuda de una mentoría o patrocinio.

“Si quieres un año de prosperidad, cultiva arroz. Si quieres 10 años de prosperidad, cultiva árboles. Si quieres 100 años de prosperidad, cultiva personas” (Proverbio chino)

Ampliar el foco, más allá de lo que tenemos más cerca, será importante, el próximo futuro no tiene por qué estar vinculado a la empresa en la que estamos hoy. El fomento de redes de apoyo y un networking activo deberá alcanzar espectros más amplios. La participación de diversas comunidades profesionales, cultivando interacciones (cursos, seminarios, colaboracionismo, etc…) tendrá un impacto multiplicador en las oportunidades que el futuro pueda ofrecer.

Comparte tus sueños y ambiciones de forma activa. No permitas que la frustración te corroa interiormente, mientras ves como el tiempo pasa sin que llegue ese reconocimiento, tantas veces esperado. Habla de ello, abórdalo, negocia y valora alternativas. 

Crea relaciones, no contactos.

El trabajo bien hecho es una satisfacción, pero no te quedes en ello, publicita tus logros, vincula los nuevos retos a otros escenarios, date a conocer, relaciónate más allá de tus propios similares. Las organizaciones las componemos personas, y las personas interactuamos, nos relacionamos y colaboramos unas con otras. 

Crea relaciones, no contactos. Comparte, comunica, negocia, rétate y deja atrás ‘El síndrome de la tiara‘. Tu nuevo futuro ya ha comenzado.

 

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