El perro del teniente, crítica teatral
03 Mar 2024
Una historia, aparentemente, como otras muchas, en la que un teniente (por tanto militar y representante del poder en una determinada época) que ‘hablaba otra lengua’, resultó salpicado, en el bar local, por parte de un oficinista que, inmediatamente le pidió perdón, recibiendo por respuesta ‘¡Aquí se habla mi lengua!’ ..expresión acompañada del hecho de arrearle una hostia al chupatintas, con el matiz añadido de que el hijo de éste y la hija del teniente, mantenían un interés afectivo entre ambos.
“Todo el mundo piensa en sí mismo …¡es inevitable!”… “Acentos diferentes, pero una misma lengua”
Nada parece especialmente complejo en la escena descrita en las líneas anteriores, más allá de la exclusión por negación de la realidad del otro, de la agresión física sufrida, o de la acción del primigenio amor en terrenos marcados por el efecto de ‘capuletos’ y ‘montescos’ descrito en la ópera de Bellini.
“Prefiero un enemigo a un cobarde”
Sin embargo, Josep M. Benet i Jornet, a partir de ella, construye un thriller dominado por la angustia, sórdido e inquietante, donde las obsesiones bullen a su libre albedrío, con más sexo, pero también con amor, con pasión, pero también con crueldad; y qué mejor escenario para ello que ubicarlo en un prostíbulo, espacio cerrado donde el sometimiento es esencia y todo se supedita a los deseos de quien paga…¡libere sus instintos!, ¿quién quiere ser usted?, ?¿quién quiere que sea yo?…”Seré, para usted, imprescindible”.
“Es usted una mujer, casi, excepcional”
Cuatro personajes sin nombre, identificados con un número del 1 al 4. Roberto Enriquez (La vuelta de Nora, La rosa tatuada, Fausto) interpreta, sobriamente, a un hombre, en la mediana edad, que irradia una gran seguridad en sí mismo, quien desde una gran corrección inicial, con la madame que regenta el burdel, estupendamente representada por Beatriz Argüello (Vano fantasma de niebla y luz, Monstruos. El prodigio de los dioses, Valor, agravio y mujer, La cordura loca de Lady Macbeth, Queen Lear, El príncipe constante, Refugio, Numancia, Don Juan Tenorio), siempre elegante, exigida en las huellas de la sumisión a la que se ve sometida, parte de la cual sufre en una larga escena de la felación que le es demandada por su cliente; evolucionará para que el cliente vaya mostrando ver su complejidad y una violencia congénita, que no abandona ni cuando se masturba, cuya razón última no se llega desvelar, aunque si se revela su adscripción a la unidad militar comandada por el teniente, identificándose a sí mismo como el ‘perro’ del teniente …¡todo lo hubiera dado por él!, aunque le defraudó, especialmente cuando puso final a su vida, en forma de suicidio, pegándose un tiro como un hombre vulgar. ¿Ese vínculo fue solo de admiración o había algo más en aquella atracción?, esta pregunta no obtiene respuesta y queda a criterio de lectores del texto y espectadores de la propuesta teatral.
“Soy una mujer discreta y eficiente, que recibió una bofetada y ahora tiene miedo”
La escenografía diseñada por José Luis Raymond juega a favor de la trama, recreando el espacio del lupanar, amplio, donde destaca una barra de bar que ejerce de centro del movimiento entre el cliente y la madame. Un lugar en forma de cubículo llama inicialmente nuestra atención, aún estando tapado por una tela que, al descubrirse, deja ver una habitación que nos invita a ejercer de voyeurs, la cual acoge los encuentros entre un hombre tímido, joven, casado y con dos hijos, correctamente interpretado por Fernando Delgado-Hierro (Bodas de sangre), que acude al prostíbulo convencido de que una de las chicas que allí venden su cuerpo es la joven, hija del teniente, de la que estuvo profundamente enamorado, rol que María Ramos (Galdós, sombra y realidad) defiende con soltura, naturalidad y absoluta convicción. Adecuadas aportaciones de Juanjo Llorens en la iluminación, Luis Miguel Cobo en espacio sonoro, Tania Tajadura en vestuario y Elvira Ruiz Zurita junto a Álvaro Luna en la videoescena.
“No es cuestión de venganza, es sólo sexo y placer”
Pilar Valenciano acierta con el ritmo del que dota a la propuesta, primando la forma cruel y violenta, donde lo sórdido se impone como antesala del drama en el que deviene. Interesante propuesta la creada a partir de la dramaturgia de Josep M. Benet i Jornet, donde una historia de tantas, da pie a un thriller que atrapa al espectador, quizás porque lo importante no es lo que sucedió, sino lo que se recuerda de ello y el relato que, cada uno, nos construimos sobre lo ocurrido.
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