El mal ejemplo de Rato
07 Oct 2015
Resulta que el antes calificado como mejor ministro de Economía y Hacienda de España, por boca de Aznar y Rajoy, entre otros, mientras ejercía esa función, en 2001, operaba en divisas con sociedades instrumentales enviando capitales fuera de España, al tiempo que le era condonado un préstamo de más de 300.000 euros (50 MM de las antiguas pesetas) por parte del BBVA presidido por Francisco González, aupado a esa responsabilidad, principalmente, por la decisión de aquel: favor con favor se paga.
¿Para que necesitaba Don Rodrigo sociedades implantadas en zonas cómo Guernsey, Bahamas y Panamá, conocidas como “paraísos fiscales”, mientras animaba a los españoles a contribuir con sus impuestos al bien común, presumiendo de haber acabado con los evasores?.
Los prodigios, presuntos, que hoy conocemos de Rodrigo Rato abarcan desde el uso inusitado de tarjetas opacas, “black” a efectos fiscales, según la célebre definición de un cercano colaborador suyo en Bankia, con las que llegó a consumir más de 100.000 euros en diversos bienes y servicios, que incluyeron desde gastos en “Club, Salas de Fiesta, Pub, Discoteca» a altas horas de la madrugada entre el 23 y el 27 de febrero de 2011, por un total de 2.276 euros, a disposiciones efectivo en cajeros automáticos, a razón de 1.000 euros por operación; aún a pesar de haberse marcado un sueldo como presidente de esa entidad financiera, que nadie osó discutirle, de 2,3 MM euros anuales.
Pero los oropeles conocidos por el Sr. Rato, en su tránsito desde el consejo de ministros de España, a pasear por las gruesas alfombras del despacho de director gerente del FMI o vislumbrar Madrid a sus pies desde las cristaleras de la planta superior de la Torre Bankia no aminoraron en él su ansía por las posesiones, quizás como expresión de sus malas experiencias como emprendedor o gestor por cuenta propia, fama que siempre le ha acompañado a lo largo de su vida; curioso que la reputación de mal gestor en el terreno particular, no le haya impedido gozar de cierto prestigio en sus cargos públicos, hasta llegar a la situación actual.
¿Qué lleva a una persona como Rato, a rebañar, presuntamente, de cada plato que se pone delante de él?, ¿cómo llega una persona que ha desempeñado esas responsabilidades a estar imputado por prevaricación y malversación, con sospechas fundadas de haber recibido “mordidas” por contratos de publicidad en la entidad financiera que él mismo presidia o haber recibido más de 6 MM euros de Lazard, banco de inversión donde trabajó y a quien contrató para asesorar a Bankia en su OPS?, desde un punto de vista objetivo solo parece haber una palabra que define ese comportamiento: la rapiña, bañada en una sensación de total impunidad. Todo le parecía poco: el alto sueldo recibido, los complementos vía bonus, las tarjetas de crédito oficiales para gastos de representación, las “tarjetas black” distraídas del control del fisco, posibles comisiones recibidas por tratos de favor en contratos, etc…
Que de quien se decía que era el artífice de “El milagro español” haya terminado por ser el protagonista de todos los «prodigios» que se le imputan hoy, es un alegato que califica una época y una forma de hacer. Codicia, avaricia, prepotencia, soberbia, impunidad, etc… son palabras que califican los rasgos, tanto del personaje, como de la época, es necesario pasar página y para ello la Justicia debe actuar.
Resulta sorprendente que los colaboradores cercanos a Rodrigo Rato en el episodio de las presuntas comisiones recibidas por la publicidad contratada por Bankia, a Zenith Media y Publicis, hayan pasado por prisión o lo continúen estando, mientras las medidas cautelares tomadas con él, no hayan pasado de la obligación de presentarse en el juzgado una vez al mes o la retirada del pasaporte, lo cual no le impedirá visitar con frecuencia el bonito país de Suiza, aunque mientras tanto seguirá siendo custodiado por cuatro escoltas asignados por el Ministerio del Interior a cargo del sufrido contribuyente español.
Solo una cosa sorprende más que la situación, de aparente impunidad, en la que se mueve Rodrigo Rato, pendiente de varias causas judiciales, imputado de alzamiento de bienes, blanqueo de capitales, fraude fiscal y corrupción entre particulares, al margen de estar encausado por su responsabilidad en la fallida salida a bolsa de Bankia, por el presunto uso de cuentas “no reales”, y es el silencio mediático y judicial en torno a su antecesor, Miguel Blesa, también pendiente de depurar sus responsabilidades al frente de la entidad madrileña antecesora de Bankia, cuya gestión para nombrarle fue el primer movimiento que hizo el vicepresidente primero del gobierno, bajo Aznar, en la primavera de 1996 (*). Lo ocurrido en estos casi veinte años ya es historia y hoy sabemos, que en el caso de Rato, se trata de un mal ejemplo.
(*) Ver en este blog el post «La usucapión de Bankia».
Artículo publicado en @_infoLibre, dentro de #Librepensadores, el 25/10/2015: http://www.infolibre.es/noticias/club_info_libre/librepensadores/2015/10/25/el_mal_ejemplo_rato_39579_1043.html
Información Bitacoras.com
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