El encanto de una hora, crítica teatral
en Teatro
22 Nov 2022
Cuando restan poco menos de dos meses para la finalización del año en el que se conmemora el cien aniversario del Premio Nobel de Literatura con el que fue reconocido Jacinto Benavente, podríamos decir que se ha echado en falta un oportuno homenaje a través de la programación de alguna de las grandes obras del dramaturgo español.
“¡Que felicidad, vivir!”
No obstante lo anterior, y al mismo tiempo que una obra de la primera etapa de Ramón María del Valle-Inclán era programada en el Teatro María Guerrero (La cabeza del dragón), uno de los primeros textos creados por su coetáneo Benavente también lo ha sido en la Sala Margarita Xirgu, del Teatro Español, en este caso ‘El encanto de una hora‘.
“No se acerque usted, recuerde mi fragilidad”
Veintiséis años tenía quién tres décadas después sería reconocido con el Premio Nobel y las seis páginas de texto de esa creación, que formó parte, como obra corta, dentro de la publicación de ‘Teatro Fantástico‘ en 1892, recreando el diálogo entre dos figuras de porcelana, que cobran vida, durante una hora, en una noche.
“Humanícese, usted, cómo yo”
Sobre este breve texto escrito por Benavente, que puesto sobre la escena, en forma literal, no supondría más de treinta minutos, Carlos Tuñón (Quijotes y Sanchos) juega a unir los tiempos escénicos virtuales y la realidad del espectador, con el reto mantener el delicado ‘encanto’ construido por la elaborada y cuidada prosa benaventina, manteniendo algunos de sus ripios decimonónicos, durante los sesenta minutos de una hora; lo cual supone un ritmo algo lento que pone su máximo cuidado en la recreación escénica, cayendo en la paradoja de que un texto que aporta reflexión sobre la brevedad de la vida, sea exprimido para llegar más allá de los límites temporales en los que fue creado.
“¡Eh, señorita!, más equidad en los epítetos”
Tuñón recurre a un ambiente con aires decadentes, en una sala de baile que podríamos ubicar a final del siglo XIX, con escenografía y vestuario bajo diseño de Antiel Jiménez, si bien los temas musicales, seleccionados por Daniel Jumillas, que suenan, varios y en diferentes momentos, evocan a los años 50’s o 60’s del siglo XX, recreando con todo el detenimiento posible la observación que, de la realidad, hacen esas dos figuras de porcelana. Adecuada aportación de Miguel Ruz Velasco en la iluminación.
“Dos aburrimientos unidos son una diversión”
Patricia Ruz y Jesús Barranco (El público), interpretan los personajes creados por Benavente, de “una merveilleuse” y “un incroyable”, con gran entrega, consiguiendo crear el encanto irreal de la fantasía concebida más allá de los límites de la realidad. Ruz llena la escena de ternura y un punto de inocencia que harán adecuado contrapunto con Barranco, que sabe dejar ver al sentimental reflexivo que hay en su personaje.
“Oigo una voz interior que me previene de este encanto”
Mientras nos acomodamos en nuestras butacas un telón transparente deja ver el salón de baile que se recrea en la escena, con cuatro personajes sentados en mesas veladores, dos permanecerán sentados y sin participar en la trama, pero observarán. Una videoproyección sobre el título de la obra, los personajes que en ella intervienen, así como una somera descripción de la pieza que vamos a ver. Al cumplirse la hora del anunciado encanto, los personajes volverán al punto de partida inicial, igual que ocurrirá con el telón transparente. Los actores no saludarán los aplausos del público, pero es que para sus personajes finalizó el encanto y las figuras de porcelana observan nuestra salida de la sala, camino de la realidad de la calle y de nuestra cotidianidad.