El desdén con el desdén, crítica teatral
16 Jul 2019
Paradojas pasionales construidas a través de dos personajes que parten en direcciones opuestas el uno del otro, para encontrarse, finalmente, en el punto medio de su trayecto, uno/a partiendo del amor, en uso del desdén, y otro/a instalado en el desdén hasta descubrir el amor. Juegos en los que se recurre a la apariencia, como estrategia para conseguir imponer un deseo, que a lo largo de la historia de la humanidad se han venido repitiendo generación tras generación, quizás tantas veces como individuos ha habido. Aquellas, las paradojas, y éstos, los juegos, unidos entre sí a lo largo de más de trescientos años, por muy diferentes que sean las realidades de cada momento.
“No calibra el daño quién al riesgo se aventura”
La Joven Compañía de Teatro Clásico, integrante de la CNTC, recupera, muy acertadamente, el texto escrito en 1654 por Agustín Moreto, integrante del movimiento conocido como “Escuela de Calderón”, del final del “Siglo de Oro” español, presentándolo con una estética visual propia de los años 60’s del siglo XX, trufada de temas musicales de ese decenio, como “Black is Black” (Los Bravos), “My Girl” (The Temptations) y “The End” (The Doors), con una acertada versión de Carolina África respetuosa con el verso original en el que fue escrita, bien implementado en los aires de esa década ye-ye, con una dirección fresca, efectista y ágil de Iñaki Rikarte, que sabe dotar al espectáculo de una absoluta contemporaneidad.
La obra comienza con un torneo ecuestre, organizado por el Conde de Barcelona, en honor de su hija, Diana, con la esperanza del progenitor de encontrar un pretendiente adecuado para ella, a pesar de que ésta no cree en el amor y hace especial exhibición de su posición en ese terreno, razón por la cual Carlos, conde de Urgel, opta por mostrar indiferencia, hasta el desdén, siguiendo los consejos de su fiel “Polilla”, como estrategia para conseguir su deseo. Una historia sobradamente conocida, que aquí se consigue servir liberada de cualquier “almibaramiento”, convirtiéndola en un entretenido “divertimento”.
“Yo, sólo querer, no quiero”
La agilidad, frescura y vitalidad que rezuma todo el espectáculo tiene mucho que ver con la pujante aparición en escena del joven elenco que forma esta compañía, desde José Luis Verguizas, como “El príncipe de Bearne” a Aisa Pérez, como Felisa, pasando por Antea Rodriguez (Cintia), Alba Recondo (Laura), Pau Quero (Conde de Fox) y Juan de Vera (presentador y Cupido), destacando especialmente las recreaciones de Mariano Estudillo como “Polilla”, Paco Rojas haciendo de Conde de Barcelona y, por tanto, padre de Diana, Nicolás Illoro como Carlos y una estupenda Irene Serrano en el papel de pretendida de éste (Diana), que marca de manera segura, y con brillantez, los perfiles del personaje que da la clave a la trama, el de una mujer instalada en la racionalidad y, por tanto, distante de los terrenales asuntos del amor y sus quimeras.
Original escenografía diseñada por Mónica Boromello, a través de tres cubos que ocupan el fondo del escenario, cubiertos, unas veces sí y otras no, con paneles traslúcidos que recogen sobre sí los efectos lumínicos que realiza sobre ellos Felipe Ramos, acentuando una realidad paralela a lo que se representa en las baterías de la escena, todo ello complementado con el buen trabajo de vestuario de Ikerne Giménez y la elección musical responsabilidad de Luis Miguel Cobo.
“Quién tiene celos y ofende …¿qué pretende?”
Esta producción, estrenada esta temporada en el Teatro de la Comedia de Madrid, ha sido parte de la aportación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico a la 42º edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, encontrando acomodo en el espacio de la Antigua Universidad Renacentista (AUREA), haciéndose merecedora a tres reconocimientos, el primero directamente proporcional al buen resultado conseguido, entreteniendo y divirtiendo, el segundo haciéndolo como parte del proceso formativo de la mayoría del elenco que participa y el tercero recuperando un texto clásico del teatro español no excesivamente representado, cumpliendo otro de los requisitos que una compañía pública como ésta debe realizar, uniendo divulgación, formación y un espectáculo conseguido.