De Tarradellas a Torra
19 May 2018
Joaquim Torra Pla ha superado la sesión de investidura ante el Parlament, camino de tomar posesión como centésimo trigésimo primer presidente de la ‘Generalitat’, y más allá de cualquier otra consideración, nada editorializa mejor la situación que se vive en Cataluña, en estos tiempos, que el hecho de pensar que esa responsabilidad, tras la reinstauración democrática, ha pasado de estar en las manos de Josep Tarradellas, a las de Quim Torra, la comparación da escalofríos y como dice el conocido refrán “…entre todos la mataron y ella sola se murió”.
«Es urgente que Cataluña recupere la unidad y que se olvide todo lo que nos separa, porque nuestro país es demasiado pequeño para que se deprecie a ninguno de sus hijos y lo bastante grande para que quepamos todos.” (Josep Tarradellas)
Lo peor es la total división que se vive en Cataluña, en una sociedad fracturada en dos, plasmada en un Parlament que designa ‘president” con los votos a favor de, tan solo, el 48,88% de sus integrantes, mientras el 48,16% se oponen y se abstienen el 2,96% de los mismos, todo un símbolo de dos realidades, que plasman cual debería ser el principal objetivo de cualquier nuevo ‘president’ catalán, la reconciliación y coser las heridas sufridas en estos últimos tiempos.
Pero, ¿quien es Quim Torra?; abogado formado en la Universidad Autónoma de Barcelona y antes alumno del colegio de los jesuitas de Sarriá, en Barcelona, trabajó durante más de veinte años en Winterthur, como profesional de las aseguradoras, hasta la absorción de dicha empresa por parte de AXA, en 2007. Sus inicios políticos se desarrollaron en la Unión Democrática de Cataluña, liderada por Josep Antoni Durán i Lleida, socia de coalición, con la CDC durante veinticinco años (1980 a 2015), bajo las siglas de CiU con las que gobernó Jordi Pujol en Cataluña.
Más allá de los rasgos anteriores sus responsabilidades en el ámbito de lo público se limitan a haber sido designado gerente de la empresa municipal Foment de Ciutat Vella en 2011, de donde pasó a director del Born Centro Cultural en 2012, siendo Xavier Trias alcalde de Barcelona, hasta que fue cesado, en 2015, con la llegada de Ada Colau al consistorio, encontrando acomodo posterior en el Centro de Estudios de Temas Contemporáneos, dependiente de la Generalitat de Cataluña. Sus antecedentes en la gestión, es evidente, que son más que livianos.
“Es desolador que hoy la megalomanía y la ambición personal de algunos, nos hayan conducido al estado lamentable en el que nos encontramos”. (Josep Tarradellas)
Quizás lo más conocido del Sr. Torra sean sus escritos, tanto en artículos, como a través de las redes sociales, en los que no ha escatimado ningún adjetivo a quienes no piensan como él, vivan en Cataluña o fuera de ella, cuya reproducción voy a evitar en estas líneas, pues estos días han sido suficientemente difundidos; cuya huella pretende borrar el investido, al pedir disculpas con la frase de “…si alguien se ha sentido ofendido…”, intentando hacer responsable al destinatario de la ofensa y no a quien la protagonizó.
Una cosa es cierta y es que el ungido por el dedo de Carles Puigdemont no ha ocultado su dependencia absoluta de éste, invocándole como el verdadero ‘president”, arrastrando con ello el simbolismo de la primera autoridad del Estado en Cataluña por los suelos, pues nunca nadie la desempeñó reconociéndose instrumental de un tercero, tanto como para admitir no usar el despacho de la presidencia en la sede de la Plaza de San Jaume; a veces es curioso comprobar lo que es verdaderamente importante para quienes juegan a ser hombres de Estado.
«En política se puede hacer todo, menos el ridículo.” (Josep Tarradellas)
Parece ser que el objetivo diseñado por Carles Puigdemont sería que, tras cinco meses destinados a recuperar la gestión económica de la Generalitat por parte del nuevo gobierno, gracias a la designación de Quim Torra, éste convocara nuevas elecciones a final de octubre, si ello fuera así una de las pocas cosas que estarían claras sería que quien encabezara la candidatura del PDECat, JxCAT ó cualesquiera siglas que heredaran el legado que nada puede borrar, no sería en ningún caso el nuevo president de la Generalitat, ni aún ganándolas, ya que quien lo será como consecuencia de las acaecidas en 2017, ocupaba el número once en las de JxCAT por Barcelona (el propio Torra), y quien lo fué tras las de 2015 ocupó el número tres en la lista de JxSI por Gerona (Puigdemont); así que ocupar el número uno en las listas, parece ser aval a no llegar serlo en la realidad, todo lo contrario que sí garantiza el ungimiento digital en las filas sucesoras de CDC.
El Sr. Torra tiene hoy, aún, una gran sonrisa, consecuencia de la alegría de haber sentido, en su persona, la designación de Carles Puigdemont, para pasar a presidir la Generalitat, dejando de ser un simple cargo de confianza en un discreto ente dependiente, y no le duelen prendas en reconocerlo como tal; pero claro, no sería el primer “designado” en la historia del mundo, quien, tiempo después de sentir en sí los efectos del poder, pudiera ser víctima de su erótica y terminara por hacer todo lo posible por aferrarse a él, incluso rompiendo lazos con quien le situó ahí.
Torra no será nunca ni un pequeño porcentaje de lo que sí fue Tarradellas.
Hoy su rostro y rasgos nos recuerdan más a los de un conocido cómico italiano, pero poco a poco se verá a si mismo frente al espejo como un president real, aunque no será nunca ni un pequeño porcentaje de lo que sí fue Tarradellas.
Artículo publicado en @elespanolcom el 21/05/2018: https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20180521/tarradellas-torra/309039098_7.html
Pues sí, los catalanes no nos merecemos este presidente títere que ha efectuado declaraciones supremacistas y racistas, y que ha insultado a la mayoría de los catalanes y al resto de los españoles. Pero hay lo que hay y una minoría en votos, pero mayoría en escaños, lo ha elegido.
Esto nos lleva a los más importante, Cataluña esta rota en dos mitades y eso va a costar mucho solucionarlo.
La causa principal es la propaganda y desinformación que ha estado efectuando el nacionalismo durante los últimos 40 años, y además amparada con el dinero de todos, y lo ha hecho a través de los medios de comunicación, las entidades afines, la enseñanza y la cultura. La política nacionalista ha primado todo aquello que nos diferencia de España y ha intentado ocultar lo que nos une.
Pero, además, la política de los gobiernos de España ha sido nefasta. Se han aliado con los nacionalistas por un puñado de votos. Han descuidado las inversiones en Cataluña. No han sabido detener el adoctrinamiento en las escuelas. No han defendido a los catalanes discriminados en nuestra propia tierra. No han sabido crear un relato emocionante que transmitir sobre España. En definitiva han cerrado los ojos y no han querido ver lo que se nos venía encima.
Al final, cuando ya era evidente la ruptura separatista, tampoco han sabido hacer nada más que poner el problema en manos de los jueces. Y han dejado efectuar dos falsos referendums y un montón de leyes y actuaciones antidemocráticas del gobierno nacionalista.
Ahora las cosas están muy difíciles y el gobierno de España, lastrado por la corrupción y el «tancredismo» de Rajoy sigue sin saber qué hacer. En Cataluña más de la mitad de los catalanes nos sentimos abandonados y una parte de la otra mitad sigue engañada y palmeando al supremacista Torra. Los otros, los puros separatistas de son personas de «fe» y eso es lo malo, porque contra la fe no caben razones.
Muchas agracias, Ricardo, por su comentario, al hilo el artículo que he publicado en https://www.traslamascara.com, titulado «De Tarradellas a Torra»; estoy totalmente de acuerdo con usted en su relato de los hechos, es doloroso y lamentable. Efectivamente la comparación de que la presidencia de Generalitat esté ocupada, hoy, por el Sr. Torra supone un editorial en sí mismo frente a lo que siempre fue el «seny» catalán, con representaciones tan notables como la de Josep Tarradellas.
Saludos.
Los desafortunados tuits del ínclito le califican o, mejor dicho, le definen como supremacista, xenófobo, inconsciente y ante todo muy distante del concepto de demócrata del que, con ignorancia absoluta del término, se define.
Alardea, aludiendo a que en democracia a quien tiene la mayoría le asiste el derecho a formar Gobierno, mayoría que exclusivamente tiene por escaños. Debe ignorar que la mayoría de la voluntad popular se acredita con el número de votantes y éstos, mayoritariamente, no votaron su opción.
Desacredita, desde el insulto, a los que no «son de su cuerda». Representa de modo servil a un prófugo. Realiza clara distinción de razas. ¿Ante que tipo de personaje nos encontramos?
Triste que este país, con la inconsciencia de algunos (políticos independentistas catalanes) y la inacción de otros (Gobierno del estado español), se encuentre como se encuentra.
Muy triste.
Tarradellas si que era honorable; Torra execrable.
Gracias, Pedro, por tu comentario y la aportación que haces con ello en https://www.traslamascara.com; como bien dices, todo lo que está sucediendo en Cataluña es bastante triste, especialmente por la división que se observa en su propia sociedad, resquebrajada por la mitad y con unos dirigentes que, en lugar de apostar por el consenso y el buen común, apuestan por ignorar a quienes no piensan como ellos. Esperemos que vengan tiempos mejores y que el ejemplo de personas como fue Tarradellas vuelva a hacer imperar el «seny» catalán. Abrazos.
Es escalofriante observar que no hay punto de encuentro posible ante dos relatos tan alejados, relatos que repiten la construcción interesada de los medios de desinformación, a su vez comprados por el ‘poder’. Así, de la misma forma unos argumentos sirven para denostar una opción política o para ensalzarla. Yo me pregunto: ¿está realmente fracturada Catalunya como se vende? ¿cómo lo podéis saber si no vivís en ella? ¿Cuáles son las heridas de los últimos tiempos? ¿Cuándo empezaron? ¿Con el recorte del Estatuto? ¿con los porrazos que recibió la gente que quería votar el 1-O? ¿Es lícito cambiar la constitución sin consultar a la población con tal de rescatar a los bancos? ¿Es ilícito un referéndum de autodeterminación respaldado por el 75% de la población del territorio? ¿Cuántos catalanes nunca más se sentirán españoles? ¿El número crece o decrece? ¿Si en lugar de Torra hubieran escogido otro presidente no se habría montado una campaña de desprestigio también? ¿De verdad se puede acusar de rebelión a los representantes políticos de una opción que, aunque no nos guste, ha sido votada mayoritariamente y ha sido desarrollada pacíficamente? ¿Nos damos cuenta de que a causa de esa acusación no se permite a los representantes políticos ocupar el sitio de representación que han decidido la mayoría de los ciudadanos? ¿Nos damos cuenta de que hay políticos en prisión preventiva desde hace siete meses por llevar a cabo un programa electoral pacíficamente? ¿Nos damos cuenta que hay cantantes en prisión por las letras de sus canciones? ¿Cuál es la propuesta del conjunto de la ciudadanía española hacia los catalanes que no se sienten parte de España? ¿Qué sucede con los que no se sienten ni catalanes ni españoles pero creen en los centros de poder cercanos y en las democracias participativas? ¿Qué grado de pensamiento crítico y auto-crítico tenemos? ¿Cuántas amenazas e insultos va a recibir este comentario por no ser nacionalista, ni catalán ni español? ¿De qué lado vendrán los insultos? ¿Porqué tenemos tanto miedo al cambio?
Nanaki, seas quien seas, gracias tu comentario y aportación en https://www.traslamascara.com, al hilo del artículo que he escrito, titulado «De Tarradellas a Torra». En esta web, y en este espacio, no se censura ninguna opinión siempre que esté expresada con corrección, se esté de acuerdo o no, personalmente defiendo la dialéctica y el argumento entre opiniones diferentes, eso es algo que ha enriquecido el mundo desde los tiempos de los clásicos de la antigua Grecia.
Todas la preguntas que haces son oportunas y en lo que se destila detrás de ellas puedo estar, mayoritariamente, de acuerdo. Cualquier punto de vista es digno de ser defendido, pero entiendo que hay que hacerlo dentro de la Ley y del respeto a quien no piensa igual. En Cataluña puede haber un criterio compartido por algo menos del 50% de la población, pero quienes opinan diferente, en una cantidad similar, tienen el derecho a no ser «arrollados».
Respeto absoluto sin imposiciones es lo que espero que suceda en Cataluña, donde, por cierto, vivo la mitad del año. Muchas gracias por la participación expresada. Saludos.