Celia en la revolución, crítica teatral

24 Nov 2019

Elena Fortún es el seudónimo bajo el que publicó su obra literaria María Encarnación Aragoneses y de Urquijo, especializada en el mundo infantil y juvenil desde la difusión que tuvo, a partir de 1928, como colaboradora en «Gente Menuda» suplemento dominical infantil del «Blanco y Negro» que editaba el diario ABC; creando a Celia para sus relatos en ese ámbito.Celia en la revolución, crítica teatral

El personaje de Celia saltó de las lineas de sus colaboraciones en prensa, a ser protagonista de libros firmados por Elena Fortún a partir de 1935 (“Celia y sus amigos”, “Cuchifritín, el hermano de Celia», etc) iniciando un largo recorrido creativo hasta la muerte de Encarnación Aragoneses en 1952, que no obstante no se culminó hasta que, en 1987, vió la luz la edición de su obraCelia en la revolución” escrita por su autora en 1943, cuarenta y cuatro años antes, y después de pasados treinta y cinco tras su fallecimiento.

“Vive una sin simetria”

Celia en la revolución” recoge la visión de una niña adolescente, de quince años, durante los tres años que duró la Guerra Civil española, desde 1936 a 1939, aunque la autora vivió esa franja temporal con cincuenta años de edad cumplidos. Es decir es su personaje, de Celia, quien narra.

A partir del texto editado en 1987, Alba Quintas, firma la versión teatral representada de esta obra sobre las tablas del Teatro Valle-Inclán, de Madrid, en producción del Centro Dramático Nacional, con dirección de María Folguera.

“¡Mira, son los fusilados de la noche! …ya he avisado para que se los lleven antes de que se levanten los niños”

Celia en la revolución, crítica teatralLa visión de esa niña sobre los dolorosos sucesos que se precipitaron a su vista en aquel trienio supone un más que pertinente aporte en este momento de ánimos tan exaltados socialmente, resultando imprescindible la recreación de la sucesión de desvaríos y desatinos a los que su ánimo se tuvo que enfrentar, todo ello desde la inocencia de los rasgos del personaje en su pubertad, sometido a bombardeos sobre las calles en las que se mueve, y sobre su propia casa, fusilamientos de un bando y otro, hambre, miseria, denuncias sembradas a base de odio en las dos facciones enfrentadas,  y las pérdidas de su abuelo, su padre, su tia o su primo, ejecutados por unos o por otros.

El espectáculo que nos presenta María Folguera, sobre la versión de Alba Quintas, acusa ciertas irregularidades en su ritmo narrativo, pareciendo más una sucesión de experiencias vitales que se relatan, que un texto con un argumento que se desarrolle más allá de unos hechos conocidos y muy dolorosos. 

“Perdón por lo de “señorita”, quizás queda demasiado burgués, si lo prefiere la puedo llamar “compañera”

Lo que es estupendo, e impresionante, son los recursos de los que dota esta propuesta teatral, comenzando por el amplio espacio escénico en el que se recrea la trama, al que más allá del habitual, se ha sumado el ocupado por varias filas de localidades que se han eliminado, lo cual facilita una profundidad en el espacio asombrosa, capaz de recrear tres lineas de realidad diferentes, además de dos telones al fondo, traslúcidos, que crean espacios lejanos, unas veces para recrear el mar (de Valencia), otras la huerta de la casa de Chamartín.Celia en la revolución, crítica teatral

La escenografía de Mónica Teijeiro, también responsable de un apropiado vestuario, aprovecha el espacio disponible creando una estructura de rampas y caminos (a la derecha de la mirada del público) en la que se acumulan enseres y escombros, como restos de bombardeos, en los que se ubica la trama cuando en una vivienda se produce, sea en Segovia, Madrid, Albacete, Valencia o Barcelona, mientras que en la zona izquierda de la escena se recrea un espacio circular, levemente elevado, que actúa como patíbulo, en los fusilamientos de unos y otros, recreados en forma impactante desde la iluminación (Ion Anibal) y el espacio sonoro (Javier Almela). 

“Esta ciudad está entre la farsa y la comedia”

Destacada aportación de María Cabeza de Vaca con el movimiento escénico, a lo largo y ancho del abundante espacio disponible, aún generándonos alguna duda en la forma en la que se hace desaparecer a los personajes tras su paso por al patíbulo.Celia en la revolución, crítica teatral

La música que se utiliza durante el espectáculo pertenece a Mala Rodriguez y lo cierto es que el resultado es satisfactorio, no desentonando, en absoluto, el ritmo de rap de la artista gaditana a esta propuesta.

A través de la protagonista del personaje de Celia, Tábata Cerezo, vemos más una mujer, aún con algunos toques “naif”, que a la niña de 15 años a través de cuyos ojos relata los acontecimientos Elena Fortún, aunque, más allá de ello, su prestación es adecuada, permaneciendo en escena, interrumpidamente, las dos horas del espectáculo. 

“Habremos perdido, pero conservamos la honestidad intacta”

Junto a la protagonista, destaca Ione Irazabal, perfecta en su recreación de la cupletista Amalia de Isaura, más que correcta como Valeriana y en todos sus demás personajes; así como Rosa Savoini especialmente en los roles de «Tia Julia» y la «Casera de Barcelona»Pedro G. de las Heras dando piel al «Abuelo» o al «Camarero de Valencia»Chema Adeva, especialmente, como «Padre»; Ramiro Melgar representando a un creíble «Juan García» e Isabel Madolell componiendo unos conseguidos pasos de ballet como «Fifina» en compañía de Celia, completando el elenco junto a Trigo Gómez,  Julia Monje y Andrea Hermoso.Celia en la revolución, crítica teatral

El paisaje de la guerra y el dolor de aquellos se representa en la escena a partir del texto de Elena Fortún y ese “grano de arena” ya es una gran aportación para estos tiempos, de nuevo, radicalizados, y simplemente por ello ya valdría la pena este espectáculo y la recuperación del testimonio de aquella época aportado por Encarnación Aragoneses, si bien se echa en falta un punto más de emoción y tensión, lo cual tiene que ver con la forma elegida para su propuesta y su ritmo, quizás necesitado de algo más de energía y un punto menos “naif”, sin poder dejar de pasar por alto el hecho de que el espectáculo comienza en 1939 en Madrid, según afirma el personaje de Celia, en forma de “flashback«, para no finalizar donde comenzó, sino en el puerto de Valencia, embarcando hacia el exilio. 

Share

Comentarios

  1. Interesante propuesta, con unos hechos narrativos , muy duros y dolorosos,vistos y vividos por una adolescente, en plena guerra civil.

    En mi opinión, los magníficos recursos escénicos, sonido, iluminación y música, engrandecen el texto ye incluso la interpretación de los actores.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.