Cama, crítica teatral
07 Oct 2019
Cama; cuatro letras en una palabra que por sí misma resulta evocadora de un espacio donde dos seres humanos son capaces de compartir sus cuerpos, sus pieles y sus emociones, desde el conocimiento o desde el desconocimiento, desde el compromiso o desde la falta absoluta de él, todo dependiendo de la voluntad de ambos, expresada de forma verbal, y específica, o no.
“Cuando ya no quede nada que desabrochar”
En todo caso es difícil encontrar una palabra, como expresión lingüística, que sugiera tanto, aunque siempre podrá existir quien diga a quien esto escribe, que, simplemente, es el nombre de un mueble de uso doméstico cuya principal labor, sea la de servir de descanso y lugar para dormir. Pero lo que se traslada en expresiones como “escenas de cama”, “compañeros de cama” o “secretos de cama”, no necesita de traducción y, a nadie, o casi nadie, le sugerirá pensamientos en relación a Morfeo, sino mas bien a Venus y los Erotes.
“Cama” es también el título de un espectáculo que se desarrolla a partir del texto creado por la dramaturga Pilar G. Almansa, con su propia dirección, interpretado por María Morales y Carlos Troya, exhibido actualmente en los Teatros Luchana, los domingos, en el que, digámoslo ya, alto y claro, están estupendos ambos actores, en su cara a cara, tanto cuando lo realizan convencionalmente vestidos, como cuando lo hacen desnudos, como toda pareja entregada a la pasión, haciéndolo con total credibilidad y gran profesionalidad, como si se compartiesen en soledad en esa cama, solitaria y escueta, vestida por un edredón blanco en radical contrapunto con la oscuridad lumínica existente sobre el resto del escenario, con una eficaz coreografía de Amaya Galeote, concentrándose uno y otro, exclusivamente, en los ojos de su “partenaire”, mientras las gradas, rebosantes de público, son visibles para ambos. Dificultad interpretativa máxima.
“En el sentido estricto la revolución feminista no es una revolución”
No es nada fácil la interpretación desde la vulnerabilidad de mostrarse, y sentirse, desnudo ante el público, y tanto Carlos Troya, como María Morales, nominada por este trabajo al Premio Max, lo hacen de forma magnífica, y en el caso de ésta no recordamos alguno de sus trabajos en que no nos haya conmovido, demostrándonos la actriz total que es, nos sucedió en ‘Refugio‘, ‘Todo el tiempo del mundo‘, ‘Consentimiento‘ o en ‘Shock (el cóndor y el puma)‘ igual que en otras tantas, y aquí nos vuelve a suceder; siempre estupenda. Gran actriz María.
Pilar G. Almansa nos emocionó con su trabajo en «Mauthausen, la voz de mi abuelo» (texto y dirección) y aquí construye un relato, que recorre la evolución de una relación entre una mujer y un hombre algo más joven que ella, que se conocen en una noche, tras compartir unas cervezas, para consolidarse como pareja después, hasta el punto de tener un hijo en común, pero las exigencias del día día, la rutina, las incertidumbres económicas y las diferentes expectativas de ambos, lo terminan por truncar. Plasmación de la vida del siglo XXI en nuestro país, donde, según los datos de la estadística oficial, de cada diez matrimonios producidos en España, en los últimos diez años, siete acaban en ruptura.
“Pronto …es luego”
En los setenta minutos de la trama se recorre el deseo sexual, el anhelo de un amor perdurable, los compromisos y la colisión de ellos con la realidad del día a día, en un tobogán de emociones bien construido, cuyo único extremo mejorable, en nuestra opinión, está en su final, un punto precipitado, que pilla de improviso al público, pero esta historia, como otras muchas similares que en la vida real suceden, no acaba, si no continúa, en sus protagonistas y en nosotros mismos.
No es una historia de “cama” en sentido estricto, aunque sí una historia que comienza entre sábanas y edredones, pero esta evocadora palabra es un buen recurso para el título de esta obra que no deja indiferente a nadie, ni siquiera a sus críticos. Quizás algunos espectadores puedan acudir pensando en un espectáculo diferente al que se ofrece, pero, con seguridad, el debate que se les genere ante su planteamiento les compensará su deleite.
“Eres lo más complicado que me ha pasado nunca”
A destacar el bello recitativo que ambos personajes protagonistas declaman en la fase de una entrega carnal, más que sugerente, emocionante, del que estas palabras son solo una parte: “Quien quisiera / un que te abrigo/ no debiera / me desdigo / ese olor / extraordinario / a diario / en mi sudor / ahora llueve / mar gemido / pene breve / me he vendido / abismal miedo / sed ira / tan yo quien / revolución / milésimal / razón / fundamental / colchón / inmemorial / territorial / caminar / rincón / desandar / varón / transitar / estás / quizás / serás / mar / pan / sal / vals / ya / ya / ya / ya…”
«El saber decir adiós con contundencia»
Más que interesante montaje producido por “La Pitbull”, que no deja indiferente a nadie, donde ambos actores, literalmente, se dejan la piel, para una reflexión de Pilar G. Almansa sobre el concepto de pareja en nuestra sociedad actual, que en su parte final deja amortiguado el potente encuentro entre dos seres desconocidos en un cuadrilátero definido por las cuatro esquinas de un colchón, sin pasado, ni preguntas, ni antecedentes, ni futuro …fagocitado entre las miserias del día a día. Propuesta imprescindible hoy para cualquier buen aficionado teatral.