Bernarda y Poncia, crítica teatral
08 Ago 2021
Los grandes personajes de la historia de la literatura y las obras en las que fueron creados, habitan en la imaginación del espectador o lector, haciendo suyo su recuerdo, planteándose, incluso, que harían hoy el Don Juan creado por Zorrilla, el Segismundo de Calderón de la Barca o la Antígona de Sófocles.
En esta ocasión son los personajes lorquianos de Bernarda y Poncia los que protagonizan la evocación de la dramaturgia de Pilar Ávila, valiente y talentosa, para recrear la posible historia acaecida ocho años después de suceder la muerte de Adela en el desenlace final de “La casa de Bernarda Alba”.
¡Ocho años hace ya!… ¡Yo soy Bernarda Alba y lo seré hasta el final!
Las doce horas que van desde el amanecer a la puesta del sol son ocupadas por Bernarda y Poncia en volver a sus recuerdos: las hijas de una, los hijos de la otra, los dos maridos de la primera, la madre de la segunda, el dolor de lo que debía no haber sucedido, la inevitabilidad de lo que sucedió, los cuchicheos, las apariencias, lo que dice la gente, lo que se esconde tras las puertas cerradas y el inventario de los secretos que impregnan los muros de esa casa.
Magnifica interpretación del personaje de Bernarda, por parte de la propia Pilar Ávila, dura, seca, cruda, fría, petrea, con una mirada llena de fiereza …y de dolor, exigente para todos los demás y, desde luego, para ella, pero con un corazón noble que, a pesar de todo, late dentro de sí. Estupenda recreación en expresividad y movimientos.
“No se puede detener un torrente para meterlo en un pozo”
Pilar Civera encarna una Poncia llena de bonhomía, entrañable y fiel, componiendo el perfecto complemento a Bernarda, construyendo sus propios argumentos desde la sencillez de una mujer del pueblo, pero con la solidez del sentido común. Esta Poncia es a Bernarda, lo que Sancho a Don Quijote.
El experimentado hombre de teatro que es Manuel Galiana (actor, director, etc…) dirige la propuesta con acierto, optando por dar el protagonismo máximo al texto y las interpretaciones, a los que se limita a acompañar desde los recursos técnicos con la más absoluta naturalidad, con sobriedad y ningún exceso.
“Quiero dormir un rato, un minuto, un siglo…”
Toda una gratísima sorpresa para el paladar teatral más exigente, este espectáculo de «Bernarda y Poncia (Silencio, nadie diga nada)«, avalado por el experto lorquiano Ian Gibson, que actualmente se representa en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara, los miércoles a las 19h30’, construido sobre un texto que funciona por sí mismo, muy bien interpretado, ante cuya representación nos arriesgamos a afirmar que el propio Federico García Lorca se hubiera sentido complacido viendo como sus personajes toman vida gracias a su legado e inspiración, y el talento de gentes del teatro que le siguen honrando, con su trabajo, en su recuerdo.