Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach, crítica teatral
16 Mar 2021
El primer gran éxito de la obra creada por Nao Albert y Marcel Borrás, se percibe al echar un vistazo a la repletas butacas y palcos del Teatro María Guerrero, de Madrid, no tan solo por la alta asistencia, sino por la juventud de los espectadores. Han conseguido rejuvenecer en varios decenios la edad media de los asistentes a tan mitológica sede teatral y ello, por sí mismo, es algo de agradecer, pues la escena teatral siempre acogió, con regocijo, la sangre nueva.
“¡Esto es un atraco! …¡a la mierda un día normal!”
Además el entusiasmo con que fue acogida la propuesta de “Atraco, paliza y muerte de Agbanäspach”, incluso antes de ser presenciada, es algo que le viene bien al arte escénico en este complejo momento que estamos viviendo.
Los códigos planteados por los dramaturgos y codirectores, tienen grandes referencias cinematográficas que se dejan ver en los primeros minutos. Si hay más de Guy Ritchie o de Quentin Tarantino es algo de percepción muy personal, pero incluso algún guiño del veterano Scorsese es fácilmente reconocible, además de un aroma a los hermanos Coen, todo ello dentro de las menciones conjuntas de una generación con más referencias cinematográficas que teatrales.
“¿Ustedes tampoco pagan?”
Todo empieza con la delgada línea roja que separa la realidad de la ficción. ¿Es el relato de un atraco real presenciado por los autores en New York, cuando vivieron allí? … o ¿es el producto de su imaginación a partir de un encargo realizado para un obra teatral que no llegó a ver la luz tal como fue concebida en origen?. Sea como fuere, lo cierto es que la respuesta a ambas preguntas es utilizada por sus creadores para una propuesta canalla y divertida … que utiliza la tesis del encargo de Boris Kaczynski para que construyeran un guión de ficción que toma carne y realidad ante unos desvaríos gozosamente celebrados por protagonistas y espectadores.
Pero en medio del festejado caos irrumpe el personaje de Maria Kapravof, excelsamente interpretado por Irene Escolar, descendiente de una saga teatral de rancio abolengo sobre los escenarios, en su quinta generación, magnífica en su recreación; es igual que hable en ruso, ucraniano o inglés, su forma de estar, de gesticular, de decir, de hacerse entender, es soberbia, suponiendo una demostración de talento que eleva el discurrir de la obra de manera sobresaliente.
“Las enfermedades del hombre, han creado al hombre enfermo”
Tenga un origen en la ficción o en la realidad, lo sucedido alrededor del atraco que se nos presenta, se muestra desde todos los puntos de vista, desde el frontal y desde el revés, con unos códigos escénicos en clave cinematográfica que José Novoa acierta al recrear.
Nao Albert y Marcel Borrás son los ‘dueños absolutos’ de la propuesta (aunque algunos lo expresarían como los ‘putos amos’), aún sabiendo encontrar el momento para mostrar en la gran pantalla situada en la parte alta de la escena, la imagen del actual director del Centro Dramático Nacional; y consiguen componer un artefacto metateatral gamberro y surrealista, rebosante de vida, aún con sus errores y dificultades, que termina por convertirse en una fiesta mas allá de lo que cuentan y de como lo cuentan, y en ello sin duda, reside su gran mérito.
“Los escenarios son para los actores”
Carlos Blanco, Alina Furman, Eva Llorach, Francesca Piñón y Vito Sanz completan el elenco actoral que consigue un sólido desempeño conjunto.
El final, como en toda buena obra teatral, sorprende y se agradece, tampoco aquí nada es como parece e incluso, este drama revestido de comedia, tiene su propia aria operística. El atraco no es perfecto, como casi nada en la vida, pero el público puesto en pie festeja la catarsis vivida. Objetivo cumplido.