Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, crítica teatral
13 Ago 2023
Una sugerente propuesta para los amantes del teatro en el verano de la ciudad de Madrid, es ofrecida por el Teatro Quique San Francisco, antes conocido como Teatro Galileo, donde se habilita todo lo necesario en el patio de exterior de sus instalaciones, para realizar representaciones teatrales al aire libre, que en esta temporada han tenido el acierto de programar una pieza de Lorca, en esta ocasión a través de ‘Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín’, obra dramática breve escrita por el poeta y dramaturgo granadino en 1928 (aunque se guardan documentos que acreditan que comenzó con su creación en 1922, seis años antes), que no consiguió ver estrenada hasta 1933 (en el Teatro Español, dirigida por el propio autor), debido a la censura que sufrió esta pieza por parte de los responsables culturales de la dictadura de Primo de Rivera, cancelándose su estreno el 5 de febrero de 1929 por orden gubernativa, a pesar de que en su texto nada roza, ni de lejos, lo pornográfico o lo políticamente incorrecto. En todo caso, quizás, sea oportuna una reflexión sobre el hecho de que en esta temporada teatral del final del primer cuarto del siglo XXI, en España, sí haya mas de una obra teatral que ha sido cancelada de acuerdo a decisiones políticas.
“Yo siempre he pensado no casarme, con mis libros tengo bastante”
El propio Lorca definía esta obra como un ‘aleluya erótico’ protagonizado por monigotes humanos, que comienza como una burla y acaba en tragedia, identificando a ‘don Perlimplín‘ como el antihéroe español y calderoniano, convertido en protagonista de la tragedia grotesca, que entronca con sus recuerdos infantiles cuando los cuentacuentos recorrían España haciendo las delicias de niños y mayores.
“El que la busque, con ardor la encontrará…”
En el inicio de la obra, ‘don Perlimplin‘, hombre que se identifica como de avanzada de edad, aún sin superar los 50 años, afirma: ‘Yo siempre he pensado no casarme, con mis libros tengo bastante‘, pero su hacienda, y signos externos, causa interés en la madre de la joven y bella ‘Belisa‘, para que entre aquella y su criada, ‘Marcolfa‘, le acaben convenciendo y termine por esposarse con su joven y atractiva vecina. Perlimplín se casó y después se enamoró, comenzando a partir de ahí la conversión de su historia desde lo grotesco a lo dramático, en la que las expectativas y deseos de los personajes son, como en la realidad, diferentes y diversos.
“Jamás vi un hombre, como él, en el que lo varonil y lo delicado se den la mano”
En esta propuesta, Triana Lorite adapta el texto y dirige el montaje, reduciendo los personajes a tres (‘don Perlimplín‘, ‘Belisa‘ y ‘Marcolfa‘), echándose de menos la relevancia que tiene la madre de ‘Belisa‘ en el origen de la trama, optando por un ritmo algo lento, imbuido de unos ciertos aires orientales tanto en el vestuario que luce ‘don Perlimplín‘, como en la coreografía y movimiento escénico diseñado por Zoe Sepulveda, que no consiguen aproximar la trama a los aires andaluces que la propia directora, en el programa de mano, dice querer sugerir con la recreación del escenario (situado en el centro del patio del teatro) como si de un paso de Semana Santa se tratara, a fin de acoger el drama con el que finaliza este espectáculo. Más acierto supone el guiño realizado a Marina Abramović, en su performance ‘Rest Energy’, a través de la tensión del arco a punto de disparar una flecha sobre el corazón del enamorado, para propia tragedia de él.
“¡Soy feliz!…¡cornudo y feliz!”
El recurso de ubicar elementos de atrezzo (un vaso; un velo rojo; los grandes cuernos de ciervo que lucirá, como tocado, ‘don Perlimplín‘; o los maniquíes que representan los cinco amantes, uno de cada raza o continente, con los que ‘Belisa‘ es infiel en su misma noche de bodas) en los huecos exteriores de la plataforma del escenario no parece una decisión que juegue a favor del éxito de la escenografía diseñada. La iluminación de Paloma Cavilla es eficaz, así como el sonido.
“Yo soy mi alma y tú eres tu cuerpo”
El sólido, y versátil, actor que es Fernando Cayo (‘Antígona‘, ‘Ternura negra‘, ‘Inconsolable) no logra lucir sus contrastadas dotes interpretativas en este ‘don Perlimplín‘, quizás condicionado por el ritmo del que se dota a la propuesta, el cual se resiente especialmente en su resolución, en todo caso acredita su gran control del dominio escénico, y su capacidad musical, tanto a los teclados, como a través de su propia voz. Carmela Martins resulta un punto impostada en su recreación de ‘Belisa’, mientras que Ana Belén Beas (El principio de Arquímedes), destaca en su interpretación de ‘Marcolfa’.
“Don Perlimplín ha muerto de amor tardío”
Una estupenda ocasión de acercarse a una obra teatral de Federico García Lorca, no demasiado representada, disfrutando del verano y la tranquilidad de los anocheceres de Madrid, a cielo abierto. Hasta el 17 de septiembre en el ‘patio’ del Teatro Quique San Francisco.
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