Confianza Vs. Talento
17 Ene 2018
Ante cualquier reto que tengas que alcanzar, ¿qué dos informaciones querrías tener para garantizarte el éxito?. La clave, sin duda, sería saber que hacer …y hacerlo.
El primer paso, “saber que hacer”, tiene una relación directa con la confianza, mientras que el segundo paso, “hacerlo” se maneja en el territorio del talento.
“Talento, trabajo y control mental. Es todo, no hay más secretos”. (Valery Borzov, atleta campeón olímpico en 100m y 200m)
La confianza es algo innato, se tiene o no se tiene, aunque se puede trabajar, pero, realmente, ¿que es tener confianza?, lo podríamos expresar desde el punto de vista de lo contrario, diciendo que tener confianza es no tener miedo, desalojando las creencias negativas, y limitantes, de nuestro comportamiento sobre nuestra propia capacidad para hacer algo.
Me gusta mucho el deporte, y también la competición, especialmente para vencerme, y superarme, a mi mismo, lo digo como practicante, más allá de como espectador; y en los eventos en los que he participado, especialmente en los momentos previos, siempre son perfectamente observables dos comportamientos; por un lado la normalidad y tranquilidad de quien, hasta el mismo momento de entrar en competencia, no se muestra alterado, en comparación con quien sí trasluce signos de nerviosismo y angustia, lo cual le pasará factura sobre su desempeño, no permitiéndole mostrar su mejor versión, por más entrenamiento y preparación que haya acumulado.
La confianza se puede trabajar, pero también se da de forma natural, y cuando ello ocurre conviene incorporarlo a nuestro recuerdo, para que en circunstancias que nos encontremos huérfano de ella, poder recordar sus sensaciones y aplicar aquello que nos conectó con ella.
“La autoestima es tan necesaria para el espíritu, como la comida para el cuerpo”. (Maxwell Maltz)
Jason McElwain, desde su nacimiento, el uno de octubre de 1987, presentó problemas de desarrollo, le costaba mucho relacionarse y no consiguió empezar a hablar hasta que cumplió cinco años, siendo diagnosticado como autista.
Su afición por el basquet le llevó a enrolarse en el equipo de su instituto, el Greece Athena (Rochester, New York), realizando tareas de delegado, ayudando a entrenadores y jugadores (utillaje, toallas, bebidas, fichas, estadísticas, etc…) y si hacia falta completar un entreno, también participaba completando la rotación de jugadores, lo cual le hacia feliz porque le permitía sentirse parte del equipo.
Así estuvo durante tres años, al final del tercero, en el último partido del campeonato, el entrenador le quiso premiar jugando los últimos cuatro minutos. Saltó a la cancha en medio de una atronadora ovación …y con el primer balón que llegó a sus manos, miró a canasta, se cuadró y lanzó un triple …que no llegó a tocar ni el aro, pero su confianza no se arredró y en la jugada siguiente lo volvió a intentar …¡y encestó un triple!, que fue coreado y celebrado, al unísono, por su equipo y por toda la grada; en la siguiente jugada, se lo volvió a jugar y encestó de nuevo, hasta conseguir tres en menos de un minuto y cuatro en total, para una anotación final, en esos cuatro minutos, de veinte puntos, ante el éxtasis de sus aficionados y de sus propios compañeros.
“…muchos creen que tener talento es una suerte, nadie que la suerte pueda ser cuestión de talento«. (Jacinto Benavente)
Su gran recompensa es que consiguió sentirse uno más, tan normal como el resto de sus compañeros, a pesar de haber sido el héroe ese día.
McElwain no volvió a jugar al baloncesto, aún habiendo recibido el premio de la ESPN por haber protagonizado el mejor momento deportivo de ese año; y su vida ahora discurre, al margen de su trabajo, colaborando en la recaudación de fondos para la investigación del autismo, mediante charlas y conferencias sobre su propia experiencia, trasladando el mensaje de que cualquier cosa que se puede soñar, se puede alcanzar …y en ese camino la confianza es la base sobre la que construir. Él falló su primer intento de canasta triple, pero, con total determinación, lo siguió intentando.
No te fijes metas pequeñas, elígelas grandes …porque tú eres grande.
Los Fernández Ochoa son una familia de esquiadores que ha brindado al deporte de la nieve en España sus únicas medallas olímpicas, hasta ahora, en esquí alpino (Blanca, bronce en “slalom” en Albertville/1992). “Paquito” consiguió el oro en Sapporo 1972 en la disciplina de “slalom” y ha sido la referencia de toda la saga, sin embargo en ambientes del “mundo blanco” se comentaba, hace años, que uno de sus hermanos, Juan Manuel, era un esquiador mas talentoso y con mejores condiciones, pero lo que marcó la diferencia a favor del campeón olímpico fué su autoconfianza y su determinación, lo consiguió en el mundo de la nieve, pero también lo hizo en otros hábitos de su vida.
Si crees que puedes hacer algo o alcanzar determinada meta, aunque te falten habilidades o conocimientos para ello, ya estarás en la acción para conseguirlo, porque como enunció Bertrand Russell: “…la mayor prueba de que algo puede hacerse es que, antes, alguien ya lo hizo”.
Nuestro principal problema es que creemos que no somos suficientemente buenos, y esa barrera hay que hacerla saltar por los aires.
«…la mayor prueba de que algo puede hacerse es que, antes, alguien ya lo hizo”. (Bertrand Russell)
Te propongo un reto: no te fijes metas pequeñas, elígelas grandes …porque tú eres grande.
La profesora de la Harvard Business School, Rosabeth Moss Kanter nos pone en la pista definitiva: “…la acción de confiar es el factor clave que les permite a las personas corrientes alcanzar altos niveles de rendimiento a través de rutinas que promueven el talento”.
Sigue la pista …y el camino, hacia tu mejor versión.
Artículo publicado en @elespanolcom el 16/01/2018: https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20180116/confianza-vs-talento/277542250_7.html