La asamblea de las mujeres
en Teatro
22 Sep 2016
“La asamblea de las mujeres”, también conocida como “Las asambleístas” es una obra de teatro escrita por Aristófanes hace 25 siglos, en un momento de crisis en Atenas, tras las consecuencias de la Guerra del Peloponeso. En su argumento un grupo de mujeres, liderado por Praxágora, toma el control de la Asamblea de Atenas, disfrazadas como hombres, implantando un sistema de régimen comunista, en el que todos los bienes se colectivizan, empezando por la comida y la vivienda, pero también permitiendo las relaciones entre cualesquiera hombres y mujeres, marcando prioridad de las feas sobre las guapas.
La trama original de Aristófanes es usada, con abuso, en la adaptación de Bernardo Sánchez que lo convierte en una especie de comedia de cabaret con un exceso de frases burdas, cuando no soeces, que recuerdan al típico “caca, culo, pedo, pis…” que de tanto buscar la risa fácil termina por no tener ninguna gracia; todo ello sazonado de chistes demasiado evidentes, que se ven venir, nada más enunciarse.
Juan Echanove dirige este espectáculo, apostando por un planteamiento comercial, sin duda respetable y que siempre ha existido en el mundo del teatro (un texto reconocido, un autor clásico o de prestigio, un elenco de muchas caras conocidas, guiños de actualidad, risas y carcajadas), que desde muy pronto se va orientando hasta convertir su final en una chirigota gaditana, en la que todo el elenco busca implicar al público con un exceso de reiteración, incluso con quien se resiste.
Esta obra se estreno en la 61ª edición del Festival de Mérida, en el año 2015, y el más de un año transcurrido, quizás, ha podido hacer mella en las interpretaciones, que corren a cargo de contrastados profesionales de las tablas, pero que parecen engullidos, catorce meses después, por su alocado planteamiento. Es indudable la vitalidad que da Lolita al personaje de Praxágora, pero se nos muestra más ella misma que a quien interpreta, cuando ha demostrado que es capaz de hacer grandes trabajos sobre las tablas, como “La Colometa” de “La plaza del diamante”; Pedro Mari Sánchez, cómo Blípero, realiza un trabajo sólido, dentro de lo carnavalesco que se le pide, impecable vestido de mujer, con gran naturalidad a la hora de moverse sobre los tacones de aguja; María Galiana logra sobrevivir a las reiteraciones zafias y excesivamente prosaicas, que tiene su texto; Sergio Pazos nos muestra un procurador con un exceso de aire gallego, y no solamente por su acento, sino especialmente por su retranca, siendo más él mismo que Cremes; Pastora Vega como Clytia no resulta creíble, especialmente en la escena en que tres prostitutas intentan seducir a un joven cliente, donde se la percibe con evidente incomodidad; Concha Delgado, como Lavinia, se muestra algo exagerada, aunque se agradece su querer hacer. Luis Fernando Alves (Ciudadano 2) y Santiago Crespo (Cliente) complementan la acción, sin llegar a destacar como lo hace Bart Santana (Ciudadano 1) en los pocos minutos que tiene en escena.
Al final de la obra hay público que aplaude entusiásticamente, mientras algunos abandonan la sala calladamente, unos y otros vinieron a ver una comedia griega de Aristófanes y terminaron en un cabaré entre travestis, prostitutas, gallegos y rusos, más allá de las expectativas de cada uno, nada que alegar, salvo reseñar la libertad de creación de quien nos plantea este espectáculo …y la libertad de opinión de éste crítico sobre lo que se presenta ante sus ojos y sus sentidos.